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Año V Nro. 339 - Uruguay, 22 de mayo del 2009   
 
 
 
 
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Visión Marítima

 
César García Acosta

La segunda independencia
Y a Mujica lo visteron con traje...
por César García Acosta
Técnico en Comunicación Social
Editor Responsable de OPINAR

 
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         Mientras en el Partido Colorado unos se dicen más batllistas que otros; en los blancos Lacalle aduce representar más al “centro” del espectro social y político que su correligionario Larrañaga que le advierte que de ganar las internas la izquierda lo acusará de corrupto, los frenteamplistas, por su parte, se embarran a fondo tratando de vestir a José Mujica como un hombre prudente, racional y de traje, respetuoso de la democracia como sistema de gobierno y opositor a los poderes ilimitados, esos que profesan sus amigos, los Kirchner, Chávez o Fidel Castro.

         Este mismo Mujica que se abrazó a las “culebras” para ganar una elección, hoy asegura vestirse de saco y con corbata con tal de entrar al mundillo de la clase media, la que lo mira de reojo y no sólo por su pasado guerrillero, sino también por el IRPF, el secreto bancario que quiere suprimir y la política de “Robin Hood” que quiere implantar, aquélla misma que en los años sesenta le permitió robar bancos bajo la excusa de la expropiación social.

         Este fenómeno en el que se está transformando “Mujica”, es muy similar al ocurrido con Ernesto Ché Guevara, médico argentino de profesión que optó por seguir los pasos de Fidel Castro para liberar a América del opresor norteamericano, a quienes sus seguidores de hoy, sin vacilar, lo usan para decorar desde materas, camisetas hasta logos de todo tipo y color, y como si fuera poco siguiendo la misma estrategia publicitaria que la multinacional Coca Cola.

         Hace apenas unas horas, en Buenos Aires y en el marco de un acto político realizado en un teatro, Mujica fue promocionado con banderines, llaveros, chapitas decorativas, con volantes y hasta folletines.

         Tengamos en cuenta que aquí en Uruguay hasta un frigorífico quiso patentar la marca “los chorizos del Pepe”, emulando al “asado del Pepe”, al “vino del Pepe” y a tantos otros enceres que por populares podían haberse llegado a comercializar como verdaderos signos de un capitalismo desenfrenado.

         Después de todo si Mujica se abrazó a las culebras y fue a buscar el “voto” de las 4x4 a Carrasco y Punta Carretas, bien puede hoy prometer lo inverosímil y sacar leche de las canillas de agua, o hacer que todas las calles montevideanas sean en bajada. Ya hubo quien lo prometió en el Uruguay electoral. Todo es cuestión de hacer promesas, y poco importa en esa hora el fondo de las cosas. Quizá por eso el Frente Amplio, como partido de gobierno, hoy pide una segunda oportunidad para hacer lo que no se hizo en este Gobierno.

¿Profundizar los cambios?

         El candidato Marcos Carámbula es uno de los que ha hecho temblar el tablero político con su posicionamiento en el mercado electoral: inventado por Mujica durante el Congreso frentista cuando se eligieron los presidenciables en el Palacio Peñarol, el Pepe le dio sus votos al intendente de Canelones que duplicó en votación a Danilo Astori.

         Carámbula apeló también reiterada y machaconamente al “centro” político en claro desmedro del propio Astori que eran quien tenía la patente de corso sobre el tema. Y Astori, renuente a la presencia electoral de Carámbula, decidió en forma directa acusarlo de “voto basura”, estampando en todos los contenedores de basura de la ciudad, un pegotín que consigna “no tires tu voto a la basura”; “Votá Astori”.

         Pero Carámbula decidió ir todavía bastante más allá y día tras día reclama más y mejores políticas de seguridad ciudadana, como si su compañera Daisy Tourné, la socialista del gabinete presidencial y diputada de la Jefatura, no hiciera absolutamente nada en el ministerio del Interior. Y así, cada vez que puede, Carámbula reclama un nuevo sistema carcelario, mejores sueldos para la policía y más formación civil para los uniformados.

         ¿Si todos tienen el mismo programa, cómo es que Daisy no leyó lo que sí parece haber leído Carámbula en los postulados frentistas?

         Si son todos frenteamplistas por igual, ¿cómo Rafael Michelini dice que Carámbula no tiene humor, y que la candidatura de Mujica es como optar por un Fitito cuando se tiene a un Mercedes Benz como Astori?

         Es que en el conglomerado de izquierda sucede lo mismo que con el Ché: de Sierra Maestra a La Habana aquélla faceta grisácea del marxismo de la época, con ropaje militar, boina y ametralladora en la espalda, se pasó al Ché cocacolero y marketinero de hoy, ese que ofrece multicolores, ilusiones variadas que poco o nada hablan de sus postulados esenciales, y mucho menos de la guerra intrínseca de su pensamiento revolucionario.

         Esta es idéntica a la estrategia que insinúa realizar el “Pepe” Mujica: no habla de su pasado guerrillero, omite rechazar a la democracia, no hablan de la oligarquía a la que enfrentó con bombas y secuestros. Ahora acepta las diferencias y promueve el “fair play”, las reglas de juego, para que la campaña no se vea alterada con acusaciones foráneas a los intereses de la gente, de su gente.

         Quizá por todo eso es que hoy Mujica se vestirá de traje, se pondrá corbata y hasta adoptará un hablar pausado con tal de acercarse al centro político que todavía lo observa como un peligro para los intereses del Uruguay del consenso.

         No se trata de construir un nuevo país; lo que hay que hacer es respetar la idiosincrasia como forma de vida y no subvertir el orden social con instrumentos de un nuevo totalitarismo multicolor, que es igualmente agresor de la democracia y de la república.

         Lo que indican las encuestas FACTUM comenzó un estudio de investigación que ha pretendido profundizar no en forma tan lineal los datos de la realidad, sino proyectar parámetros más firmes en relación a la intención social. De ahí que más que la intención de voto de la gente, se haya optado por cómo ve la gente a los candidatos.

         Las conclusiones fueron las siguientes: “Al cierre del año Mujica estaba en el 41%; en enero trepó al 47% y en marzo llegó al 49%. En este momento está en una banda del 46% al 49%, lo que implica cierta estabilidad en los niveles alcanzados en el primer trimestre del año.

         Astori, por su parte, cerró el año pasado con el 38%, guarismo que mantuvo en enero. Pero en marzo cayó al 33% y ahora recupera esa pérdida, situándose en una banda de flotación del 36 al 38%, es decir, en los niveles más altos registrados en el último semestre, si se excluye el pasado mes de marzo. Da la impresión que el mes de marzo fue un mal paso del ex ministro de Economía, mal paso que superó rápidamente.

         Marcos Carámbula arrancó su carrera en marzo con una intención de voto del 12% y ahora presenta un rango del 12% al 13%, lo que implica: uno, que consolidó su piso, el que está esencialmente constituido por votantes de Montevideo y Canelones. Dos, que registra algunas probabilidades de mejorar su piso.

         Las conclusiones sobre la competencia frenteamplista marcan que el panorama está relativamente incambiado, ninguno de los candidatos ha crecido significativamente, y se presenta hoy un 4-3-1 entre Mujica, Astori y Carámbula.

         Cabe recordar que por decisión propia del Frente Amplio, la elección se realiza a mayoría relativa, a pluralidad: el candidato será el que obtenga mayor cantidad de votos, supere o no el 50% del total de votantes frenteamplistas, y si no lo supera, tenga o no 10 puntos porcentuales de distancia con el segundo. Jurídicamente quiere decir que si no supera cualquiera de las barreras, el Organismo Deliberativo Nacional – que se elige simultáneamente el 28 de junio – se compromete a elegir al más votado como candidato único del partido.

         Sobre quién creen los uruguayos que será el candidato presidencial del Frente Amplio, el indicador Winner da cuenta que independiente de a quién se vote, las preferencias políticas y personales de la gente sobre quién se cree va a ser el candidato a Presidente de la República del Frente Amplio, se sostiene que los precandidatos del Frente Amplio son solamente Astori, Carámbula y Mujica. De este contexto surge que Mujica marca 64%, Astori 24%, Carámbula 4% y no opina 8%.

         De este modo puede decirse que la percepción de la gente sobre el triunfo de Mujica es mucho mayor que la distancia real que lleva Mujica. Se puede decir que hay un imaginario establecido de que “Mujica ya ganó”.

         Esto crea una complicación adicional a Astori. Primero debe achicar una distancia de 8 a 11 puntos porcentuales del universo frenteamplista. Pero debe además revertir el escenario instalado de que “Mujica ya ganó” y dar claras señales de que considera que la competencia no está definida. Se puede decir que le va la vida en demostrar esto. Que es quizás una tarea más importante que demostrar sus virtudes o cualidades

         En cambio, para Carámbula el escenario de un “Mujica ya ganó” le es favorable, porque le permite captar votos dudosos o débiles con que cuenta Mujica, porque si se considera que ya ganó, entonces se puede votar a otro, si es que éste gusta más. Y también le permite captar votos de Astori, porque ya no sería necesario votarlo para los que temen o no gustan de Mujica, porque ya habría ganado. La percepción de triunfo de Mujica sirve a Mujica y a Carámbula. No sirve a Astori. Tiene como carta para revertir el imaginario, sostener que la diferencia no es irreversible.”

         La conclusión de este contexto corre por cuenta de cada uno. En mi opinión de consolidarse el escenario de julio a octubre con los candidatos Mujica, Lacalle, Bordaberry, es casi seguro que la radicalización desplace al centro de la opinión pública y beneficie la llegada de Mujica al poder.

         Tome el lector en cuenta que sólo una opción centrista, socialdemócrata y batllista, sería –inteligencia mediante- la única opción para captar los votos de posibles votantes frentistas defraudados ante el acaparamiento de los alineados a Mujica: el PCU y los tupamaros, fundamentalmente. La reafirmación de esto es el propio pensamiento de Michelini y de los desesperados astoristas.

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© César García Acosta

 
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