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Una forma «impura» de gobernar
por Hana Fischer
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La historia de las instituciones sociales, es la de una constante lucha por impedir, que un grupo se apodere del Estado en beneficio propio. Ya desde la Antigüedad Clásica, Aristóteles exponía que las diferentes formas de gobierno podían ser clasificadas en puras e impuras. El parámetro para distinguirlas no radicaba en el número de los gobernantes, sino en los fines que movían su accionar. Las formas “puras” eran aquellas en las cuales se perseguía el bien común; en las “impuras”, las autoridades buscaban perpetuarse en el poder. Y para lograrlo, era indispensable “recompensar” los apoyos recibidos.
Aristóteles denomina “República” al gobierno de todos, sólo si pertenece al primer grupo; pero lo tilda de “demagogia”, si está dentro del segundo.
En los países avanzados culturalmente, la democracia moderna fue concebida de modo tal, que pudiera ser catalogada como forma “pura”. Sin embargo, con el correr del tiempo y a medida que se fueron olvidando sus fundamentos, se ha ido degradando. Para calcular qué tan cerca se está de un extremo u otro, alcanza con observar la proporción de los ingresos que los políticos le “arrebatan” a los habitantes. Y la mejor prueba de que hay expoliación, es el hecho de que en la reciente cumbre de G-20, los gobernantes -“avanzados"- decidieron confabularse para no permitir que nadie quede fuera de sus tentáculos.
La premisa es que todas las naciones expolien en forma “igualitaria”. Y en pos de ese objetivo, a la OCDE le es totalmente indiferente si el gobierno uruguayo es culpable de haber excedido el límite legal para contraer deuda pública. La ley establece topes anuales para el aumento del endeudamiento y prohíbe al Poder Ejecutivo colocar más deuda que la autorizada. En el 2008, el tope era de USD 275 millones pero fue incrementada en USD 501 millones. Como el Ministro de Economía “concede” que “hay que cumplir con la ley”, para “sanear” la ilegalidad, remitió al Parlamento un proyecto que le permitirá al gobierno acrecentar la deuda en hasta USD 700 millones en 2009. La mayoría oficialista ya hizo saber su decisión de darle una rápida aprobación.
Es lógico que nadie se escandalice frente a esa situación, cuando hasta en los Estados Unidos –una de las democracias que mejor funcionan- está ocurriendo lo mismo. La administración de Barak Obama en sólo tres meses, ha disparado descomunalmente al gasto público. Para financiarlo, ha decidido colocar en 2009, deuda por un total de USD 500 mil millones (billones en inglés). Algo sin precedentes.
Estos hechos evidencian que la forma “impura” de gobernar, se está imponiendo por doquier. Desgraciadamente, el sistema democrático se va alejando a pasos agigantados de los cimientos republicanos, para irse transformando –lisa y llanamente- en una burda “demagogia”.
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