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Año V Nro. 339 - Uruguay, 22 de mayo del 2009   
 
 
 
 
historia paralela
 

Visión Marítima

 

Auge y caída de una revolución
por Leonor Filardo

 
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         Carroll Quigley, en su libro, Evolución de la Civilización, desarrolla un instrumento analítico para aprender lecciones de la historia. Establece varias etapas de cambios entre las cuales las más importantes están expansión, conflicto y decadencia. Según Quigley, toda sociedad desarrolla un instrumento de expansión con el cual se organiza para acumular superávit. Para que el crecimiento sea real, el superávit debe ser invertido y utilizado para generar nuevos inventos. Si estos no están presentes, el crecimiento real no es posible. La organización puede ser militar, religiosa, política, económica y social.

         En Occidente, inicialmente fue militar, luego económica, en la que la inventiva empresarial se premia con ganancias, vista la preferencia de los consumidores de bienes y servicios producidos. Considera esta etapa de verdadero auge por la prosperidad, los avances científicos y cambios políticos. La social busca redistribuir la riqueza mediante métodos comunista o socialista

         Quigley plantea que la caída sucede cuando los que controlan la organización emplean el superávit en satisfacer su ego, implantando gobiernos revolucionarios/autoritarios cuyo único objetivo es mantenerse en el poder. Así la expansión va disminuyendo y las tensiones aumentando.

         El conflicto, dice, puede tener 3 diferentes resultados: (1) reformas (inventan un nuevo instrumento de expansión); (2) refundación del viejo esquema con manejos engañosos—algunos grupos de interés partidarios del gobierno mantienen sus privilegios, redistribuyendo lo que queda y promoviendo políticas que empobrecen al resto de la población mediante devaluaciones o proteccionismo; y, (3) reacción cuando dichos grupos frenan cualquier tipo de reforma.

         Si el resultado es la reacción, la declinación se hace crónica. Es un periodo de irracionalidad, depresión económica, escasez, disminución del estándar de vida, estallido social y guerra civil. El que controla la organización crea un ambiente de amedrentamiento y opresión. La posibilidad de refundar la expansión es nula porque la única solución es contar con el instrumento de expansión, la inversión y nuevos inventos.

         Analizando a Rusia/Unión Soviética bajo el esquema Quigley, observamos que su instrumento de expansión inicial fue la agricultura, luego el petróleo. El Imperio Ruso era absolutista y por ende la de un pueblo oprimido. En 1825 se inicia una revolución que culmina en el derrocamiento del gobierno en 1917, eventualmente sustituido por los bolcheviques, dirigidos por Lenin, que favorecía una revolución comunista. Después de la guerra civil (1918–1921), en 1922 se crea la Unión Soviética.

         Según Krylov Bokserman y Stavrovsky, en su libro La Industria Petrolera de la URSS, a partir de 1880, ésta creció en tal magnitud que Rusia se convirtió en líder mundial de producción, pero declinó por las guerras civiles y las dos mundiales. Pero después de 1945, la producción se incrementó 30 veces y contribuyó a mantener la revolución. En ese periodo el crecimiento económico, según Nikita Jrushchov, fue tan sorprendente que consideró que el nivel de vida comunista superaría al de los EE.UU. y el capitalismo sería enterrado antes del siglo XX. Pero a partir de 1984 la producción petrolera comenzó su declinación y en 1992 la Unión Soviética colapsó.

         Después del espectacular crecimiento los líderes se preguntaban sobre el origen del colapso. La realidad es que fue consecuencia de las políticas económicas comunistas adoptadas, donde el estado liquidó al sector privado asumiendo el control total de las empresas y la agricultura. El resultado fue una escasez de alimentos y artículos esenciales que racionaban y distribuían de una manera centralizada. En los 80 el agotamiento de la producción petrolera, siderúrgica y agrícola era inminente, en la empresa eléctrica se producían frecuentes apagones. Se destruyó la planta industrial, la infraestructura y la contaminación era tal que constituían una amenaza para la salud. Los recursos se despilfarraban en burocracia, corrupción, en financiar pérdidas de las empresas y en exportar su revolución a otros países. Ello trajo como consecuencia una fuerte contracción económica y elevada inflación. A este agotamiento productivo se sumó la caída estrepitosa de los precios petroleros en 1986, al bajar de $34 el barril a $ 9,64.

         En 1991 se firmó el Tratado que declaró disuelta a la Unión Soviética y estableció los Estados Independientes, varios de los cuales reinventaron su instrumento de expansión.

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Fuente: Cato Institute

 
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