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Año III - Nº 139 - Uruguay, 15 de julio del 2005

 
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EL AGUA DEL RIO
por Gonzalo De Murga

 

El agua es sin lugar a dudas el elemento natural más precioso con que el hombre cuenta.

Es muy probable que hasta el propio origen de la vida se iniciara y desarrollara en ese medio líquido, por lo que resulta casi imposible imaginar un mundo sin este vital elemento.

Realmente somos privilegiados todos los uruguayos por poseer en nuestro territorio una red hídrica tan completa como eficaz, que complementada por un régimen de lluvias bastante regulares y un clima templado en comparación directa con otras partes del mundo, hacen de nuestra tierra un terreno fértil y aprovechable para muchísimas actividades tanto ganaderas como agrícolas.

Un cauce de agua que fluye desde un punto geográfico denominado naciente y que desemboca generalmente en un mar o en un océano (aunque los hay que desembocan en grandes lagunas o lagos) se definirá según su caudal, como una sencilla cañada, un arroyo o un río.

Ese cauce hidrográfico podrá ser a la vez muchas cosas: podrá ser línea divisoria entre dos países, ser fuente de energía hidroeléctrica, ser fuente de agua para riegos, ser vía navegable para transportar mercancías, o ser reserva para las diferentes formas de vida acuática.

Independientemente a todo eso y sea cual fuere el caudal de ese cauce, el mismo deberá ser considerado siempre parte integrante de un ecosistema con vida propia, tanto en sus profundidades como en sus riberas, al que se le debe propiciar los cuidados que requiere, tanto para su aprovechamiento para todos nosotros, como para su preservación, para quienes nos sucederán en el futuro.

El caso particular del Río Uruguay que nos ocupa hoy, es justamente la suma de todas las cosas citadas anteriormente: limite internacional, fuente hidroeléctrica, vía navegable, fuente de recursos para diferentes formas de vida acuática, rico en varias especies de peces y para muchas otras actividades donde el agua es elemento fundamental.

Desde su nacimiento en la Sierra do Mar en Brasil, hasta su desembocadura en el Río de la Plata, el Río Uruguay corre sobre un lecho formado principalmente por basaltos antiguos y sedimentos que el agua misma transporta a lo largo de sus 1.800 kilómetros de longitud, atravesando territorios de Brasil, Argentina y Uruguay.

Muchas industrias se sirven de el en ambas riberas, y muchas otras proyectan hacerlo en un futuro cercano. No nos oponemos a que esto se efectúe mediante proyectos seriamente elaborados donde siempre existan los debidos controles que, aplicados mediante mecanismos adecuados, mantengan al río en condiciones saludables.

El agua es necesaria en todo proceso industrial, pero debe existir ante todo un compromiso de responsabilidad de las industrias hacia el medio ambiente como principio fundamental.

Las leyes y reglamentaciones en este sentido deberán cumplirse sin excepciones, y las autoridades deberán velar celosamente siempre porque ello así ocurra.

El complejo hidroeléctrico de Salto Grande es una obra binacional que aprovecha la energía del río para la generación eléctrica.

Recuerdo que en un interesante viaje de estudios, junto a mis compañeros de la escuela primaria en la década de los 70, visitamos las obras de aquel coloso hidroeléctrico en plena construcción.

Luego de observar una obra de gigantescas magnitudes donde se desviaba en aquel entonces el cauce del río, mientras se trabajaba en los cimientos de lo que seria la futura represa, asistimos a una presentación audiovisual donde se destacaba en forma especial las previsiones tomadas para minimizar los impactos ecológicos atribuibles a la obra y al lago del embalse, asegurándonos que la represa permitiría un control efectivo sobre el caudal del río.

Antes de existir la represa, Salto y Paysandú se inundaron varias veces, quizás la mas recordada inundación por su magnitud, fue la creciente ocasionada por el famoso diluvio de 1959.

Pero a partir de la puesta en marcha de la represa, el efecto regulador parecería ser totalmente contrario y opuesto a las predicciones de aquellos ingenieros, ya que hasta el presente todo el litoral sufre sistemáticas e importantes inundaciones periódicamente.

Las ciudades y los pobladores del litoral (especialmente aquellos de Salto y Paysandú) pagan año tras año las nefastas consecuencias, con miles de hogares evacuados y los consiguientes daños ecológicos que afectan al medio ambiente, pero que nadie parece tener muy en cuenta.

Las sucesivas Comisiones Técnicas Mixtas han atribuido estos problemas a varios factores, tanto climatológicos como económicos, atribuyéndolos principalmente a carencias técnicas como por ejemplo la falta total o parcial de una red de información y de registro de pluviometria en las cuencas altas del Río Uruguay sobre territorio brasilero, que parecería ser la razón principal y la que todavía hoy no se habría podido solucionar eficientemente.

Esta red, similar a las que existen hoy en muchos ríos europeos que generan recursos hidroeléctricos, podría registrar las precipitaciones producidas a lo largo de la cuenca alta en territorio brasileño, transmitiendo automáticamente los datos, pudiéndose calcular con margen de tiempo suficiente el caudal de agua que arribaría al embalse, permitiendo a los encargados del complejo hidroeléctrico, el abrir anticipadamente las compuertas para evacuar el agua almacenada en los embalses, en cantidades tales que no produzcan daños cuenca abajo, o por lo menos minimizarlos al máximo posible.

La tecnología de hoy nos permite muchísimas cosas que eran impensables anos atrás, su aplicación tanto como su efectividad, depende solo de nuestro particular interés por lograrlo.

Luego de una prolongada sequía como la del pasado año en el cono sur, era muy probable un periodo otoñal de lluvias abundantes.

Aparentemente no fue posible ni mucho menos fácil prever tal cosa, como tampoco se ha podido hacer en otras tantas ocasiones, obteniendo como triste resultado el que hasta hace muy pocos días atrás, miles y miles de litros de agua inundaban los puertos de Salto y de Paysandú al igual que barrios y también zonas aledañas a ellos, pobladas por personas que invierno tras invierno ven sus casas inundadas, sus balnearios destruidos, obras viales socavadas y toda una historia de problemas que se repiten año tras año, sin que se le encuentre una solución efectiva y definitiva al problema.

Una red de registro pluviométrico vía microondas, o incluso vía satélite es factible de instalar y operar eficientemente, para registrar y enviar datos precisos sobre cotas y precipitaciones cuenca arriba.

Si bien esta instalación tiene su costo, el mismo será seguramente inferior al costo de reparación sucesivo de infraestructuras que ha ocasionado el agua en puertos, barrios, viviendas y parques de ciudades, a los que se le suma el invaluable pero seguramente altísimo costo de daños ecológicos ocurridos en las propias riberas del río.

Cabria justamente mencionar aquí el riesgo posible de epidemias que de ocurrir, tendrían graves resultados sobre los pobladores de estas ciudades.

Una búsqueda en el website del prestigioso matutino sanducero El Telégrafo, ilustrará a nuestro amable lector como frecuentemente el litoral ha soportado inundaciones en los últimos 25 años casi siempre durante los meses invernales.

Damos la más cordial bienvenida a las nuevas autoridades integrantes de la comisión Técnica Mixta de Salto Grande, Sr. Enrique Topolanski (presidente) y Sr. Gabriel Rodríguez (delegado) deseándoles el mayor de los éxitos en la gestión que el gobierno les ha encomendado.

Seria quizás muy oportuno recordarle tanto a su nuevo presidente como también a los demás integrantes de esa comisión, que el litoral en pleno reclama un manejo efectivo pero más que nada cuidadoso de los muy importantes recursos hídricos e hidroeléctricos del Río Uruguay que seguramente redundarán en el beneficio y el bienestar de todos.