A perro flaco
todo se le vuelven pulgas
por Graciela Vera
Periodista independiente
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Al gobierno de José Luis Zapatero parece que le crecen los enanos, o mejor dicho que los problemas, que no son de su exclusiva propiedad pero que, al querer esconderlos para salir airoso de una campaña electoral, después de tanto empujarlos a las profundidades de la más absoluta irresponsabilidad se han vuelto en su contra, para al llegar a la superficie explosionar en una sola dirección.
Ni la ayuda de la lluvia que recuperó en parte el agua de los embalses que abastecen Barcelona, permitiendo que pasara a segundo plano el enfrentamiento entre Comunidades por el trasvase de agua del Ebro a la capital catalana; la casi ridícula discusión de si se trataba de un trasvase o de un simple e inocente desvío de aguas; de si el agua tiene dueños y los porqué de cada respuesta; o de si desde el Gobierno Central se otorgan preferencias a determinadas comunidades; nada de ello ha logrado paliar el temporal.
Y precisamente tempestad es el que amenaza a la economía española, porque si los precios de los productos básicos suben, el trabajo mengua y los despidos aumentan ¡me dirán a mi quién sobrevivirá a la hecatombe!
Casi la mitad de los españoles lo preveía, pero muy en lo recóndito mantenía esperanzas de un cambio; la otra mitad llegó hasta aquí total o parcialmente engañada y pensando que en sus vidas no habría cambios, porque desde las altas esferas se había minimizado toda alerta sobre lo que se ha demostrado es una realidad, acusando a quienes se atrevían a advertirla de antipatriotas.
Y que ahora les digan que todo va a seguir igual, floreciente y fácil, a los comerciantes que miran, con esa cara de tontos que se le pone a todo aquel que no quiere dejar que otros intuyan su desesperación, como pasan los días sin que lleguen los ansiados compradores, mientras las facturas impagas siguen apilándose y el teléfono no deja de recordarles que están entrando en la noria de los morosos.
Morosidad que asusta a niveles bancarios, de cajas de ahorros y cooperativas de crédito y que en marzo pasado ha subido otro 1,13%.
Un porcentaje que por sí solo no diría mucha cosa, pero que supone un incremento de 0,07 puntos respecto a la tasa registrada el mes anterior, cuando ya fue del 1,06%, y contrasta con el nivel de marzo del año pasado, cuando el indicador estaba en un 0,69%.
A nivel de propietarios de inmuebles el asunto ya hace tiempo que dejó de ser una preocupación, para convertirse en una pesadilla de la que muchos no pueden despertar.
A fines de marzo el volumen total de las hipotecas contratadas por los españoles sumaba 1.065 billones de euros y una hipoteca media, digamos que la que han contratado los miles y miles de españoles que ahora tienen la soga al cuello, ha aumentado unos 600€ a 700€ anuales y, lo cierto es que hasta hace unos meses no se lo veía tan preocupante, como cuando el implicado sale de lo que fue el lugar de trabajo de muchos años, con un papel para su ingreso en el paro.
Recorriendo los avisos de ventas de propiedades de segunda mano o levantando la vista hacia ventanas y balcones, es fácil comprobar que el número de vendedores ha crecido exponencialmente en relación a los compradores y las ofertas se han convertido en verdaderas gangas, por supuesto que para los cada vez menos privilegiados que pueden comprar.
A esta altura de la crisis, que el Gobierno aún se empeña en rechazar como tal, asegurando que se trata solamente de una desaleración algo más rápida de lo esperado, y que, ¡vaya casualidad!, no reconoce que está dando por traste con las reservas económicas del país sin mayores opciones de recuperación, se ha llegado a entregar una vivienda a cambio de que el adquiriente se haga cargo del resto de la hipoteca, regalando el valor ya pagado.
Sin soga pero con una mano detrás y otra delante no hay tiempo para preguntarse si aún quedan reservas de oro o, digamos si hay un chubasquero para el chaparrón que se avecina; porque volviendo un poco al pasado, en diario El País de Madrid del 8 de agosto del año 2007, se alertaba de que el Banco de España había reducido en los últimos siete meses, en un 32% sus reservas de oro para, según el ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, solventar la ‘necesidad de mejorar la rentabilidad de los activos’. Un mes después otros medios de prensa dejaban entrever que la mitad de las reservas habían partido ya hacia China e India.
¿Tenemos reservas de oro?
La verdad es que a esta altura no sé si es lo más importante, porque mientras escribo estas líneas el ministro de Economía y vicepresidente segundo ha descartado que en España la economía pueda entrar en recesión, advirtiendo, eso sí, que podría darse una situación de estanflación y, contra todos los pronósticos emergidos de los análisis de estrategas de dentro y fuera, reitera que a partir de la segunda mitad del 2009 la economía española se recuperará y que no duda que este ejercicio terminará con un superávit presupuestario.
Como en todas partes se cuecen habas y generalmente el peor ciego es el que se niega a ver, deberemos soportar al Gobiernos en sus trece aunque, eso sí, tenemos que reconocer que todos deseamos que sus vaticinios pudieran hacerse realidad, pero lo cierto es que por ahora son muchas cosas las que no dan tregua al Ejecutivo y hasta lo que creen hacer bien recibe críticas.
Porque ni siquiera la captura de los números uno y dos de ETA en el sur de Francia, que el Gobierno salió a irradiar como nueva bandera de éxitos políticos después de los últimos atentados mortales infligidos por la banda, tuvo la resonancia esperada puesto que no supieron responder a quienes preguntaban por qué no se planificó, ya que los terroristas estaban ubicados, intentar la caída de otros integrantes del grupo terrorista.
Claro está que la noticia logró descentrar la lupa de la preocupación por otros datos (entre muchos más) de esta serie que parece haberse cebado con España, como si un país tuviera la culpa de la improvisación de sus gobernantes.
Resulta que la economía española, después de estar en cuarto lugar en la zona euro, en muy poco tiempo cayó a un décimo lugar y apenas si logró en el 2007 atraer un 0,9% de la inversión que entró a Europa y que alcanzó los 319.200 millones de euros de los que al país peninsular apenas si llegaron 3.000 millones.
A pesar de ello parece que las autoridades no consideraron necesario, ni por lo que hemos visto lo hacen ahora, realizar cambios en profundidad para poder captar inversionistas, se conforman, y dejan entrever, muy a regañadientes y siempre camuflado por otras declaraciones, que en el primer trimestre la economía se ha reducido otras ocho décimas hasta quedarse en apenas un dos y algo.
Pero como todos sabemos que en boca cerrada no entran moscas, después de mucho abrirlas y sin poder aún escupir todos los insectos que se colaron, el Gobierno apenas susurra con los labios semicerrados, datos del Ministerio de Industria sobre un déficit de 8.550 millones de euros en su balanza comercial del mes de abril.
Y aunque muchos dan por zanjados los incidentes internacionales del pasado, la irrespetuosidad ante una bandera (que como todas enseñas nacionales no representa a un individuo sino a una nación) pasa factura tanto a la corta como a la larga. ¿O buscamos otra explicación para que los Estados Unidos, de los 144.500 millones de euros invertidos en Europa haya dejado para España una ridícula propina de 1.900 millones.
¡Y eso que en lo de las propinas Zapatero está más que ducho!
Lo cierto es que aquello de que a perro flaco todo se le vuelven pulgas parece más que confirmado cuando en marzo la industria española retrocedió otro paso más, después del respiro que pareció darle nuevos ánimos a principios de año, y el índice General de Cifras de Negocios disminuyó, según el INE*, un 8,2% tan solo en ese mes.
Un panorama oscuro que ve muy lejos la luz de una salida airosa, especialmente después del nuevo encarecimiento del petróleo, la sequía semi paliada por las lluvias de primavera, y del anuncio de una posible oleada de extracomunitarios que escape de Italia, después que este país convirtió en delito punible de encarcelamiento la inmigración irregular, hacia otros países de la UE, estando por afinidades latinas, España en la mira de una gran mayoría.
Y para colmo de males y decepciones, el Ejecutivo va dejando arrinconado en el cajón donde se trata de esconder todo aquello con lo que no se sabe que hacer, la regulación del artículo 7 y anexo de la Ley de Memoria Histórica, en el que se otorga la nacionalidad española a todos los nietos de españoles emigrados, a grosa cifra unos seis millones de nuevos ciudadanos que podrían reclamar un trabajo que no existe y unos beneficios que se van reduciendo y pueden llegar a desaparecer.
Mucho para apenas dos meses de una legislatura que hasta ahora se ha preocupado más por la paridad de sexos que por el bolsillo de los españoles.
Desde Almería, en el sur del norte, a 23 de mayo de 2008
INE – Instituto Nacional de Estadísticas.
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