|
Aborto
por Jaime Mario Trobo
|
|
|
El argumento persistente, desde el que los partidarios de la legalización del aborto procuran centrar la discusión, es que no existe en la sociedad capacidad para resolver la continuidad de la vida y en consecuencia es mejor facilitar su destrucción.
En torno a esta falacia, se monta un teatro que identifica como víctimas a ciertas mujeres y las victimiza aún más. Y a partir de esta posición, describen a los que se oponen a esta solución “fatal” como insensibles ante el sufrimiento, el dolor y la impaciencia de la mujer embarazada que duda sobre su rol de ayudar a desarrollarse una vida.
Vuelve a tomar estado público la discusión sobre este trascendente tema, la Cámara de Diputados analizará en la Comisión de Salud el proyecto que ha sido aprobado por el Senado que contiene la consagración de un derecho para las mujeres, el de interrumpir la vida de su hijo.
Luego de un largo desarrollo de disposiciones que refieren a los derechos sexuales y reproductivos, referidas a principios, políticas y programas a desarrollar, competencias del sector público y del sector privado de la salud respecto de los mismos, se deriva en el centro de la cuestión, la despenalización de una conducta cuyo resultado es la interrupción de la vida, la muerte.
Todo el contenido de la legislación promovida gira en torno del mismo centro, quizás se le ha creado una literatura accesoria para disminuir las agudas aristas de su objetivo y disimular su propósito y efecto. Quizás se pretenda que el debate no resulte en blanco y negro como sin duda debe serlo; por la vida o contra la vida.
Imagínense que las especulaciones sobre el resultado de este debate se centren, como ya ha ocurrido en otras etapas, en quien vota a favor o en contra, o cuantos lo hacen por una opción y cuantos por la otra, reduciendo a términos casi deportivos una cuestión tan importante.
Habremos perdido una oportunidad trascendente para profundizar en cuestiones que tienen que ver con los valores, con el derecho de los individuos a la vida, nada más ni menos, con la forma en que la sociedad uruguaya asigna sus prioridades, sus recursos, su capacidad noble de jugarse por los indefensos, todo lo que conforma la plataforma de un discurso políticamente correcto pero que muchos se empeñan en no aplicar a esta cuestión, el aborto.
Por ello vamos a hacer todo lo posible para contribuir a que el debate parlamentario sea un debate que tenga como centro: la vida, la libertad pero el respeto a aquella, la forma en que hacemos todo lo que esté a nuestro alcance para apoyarla, que si nos lo proponemos es mucho.
No entramos en la línea de debate de la inevitabilidad de aborto. Promoveremos la de la capacidad del Uruguay como sociedad, con el instrumento que es el estado, de ayudar a la vida, respetarla, hacerla digna. La vida de la madre y del hijo, para ello hay capacidad suficiente a poco que nos comprometamos.
Comentarios en este artículo |
|
|