1905 - 2005
El Siglo de una Escuela
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Allá por los años 50 del siglo pasado, cuando compartíamos los bancos escolares con Norma, Baltasar o Eduviges, bajo el estricto control de la maestra Lydia Sopeña no imaginábamos que algún día tendríamos la oportunidad de volcar aquellos momentos en una crónica evocativa.
Era simplemente "la escuela 28". Los nervios se alteraban desde el primer día de clase. Nos dejaban en la puerta sin saber siquiera quién sería la maestra y lo que es peor, sin derecho a elegir a los compañeros de clase. Allí nos quedábamos con el guardapolvo de cuello almidonado y la moña azul.
Venía luego la clásica fotografía del grupo escolar que los años fueron dispersando luego en distintas direcciones para enfrentar el futuro y que tienen hoy a la distancia un significado muy especial. Fotografías que representan en la actualidad una referencia para ubicar compañeros que compartieron el banco, los juegos y también los sueños de la infancia.
Por razones de edad andaban por otros salones Julio Corbo, el "fifo" Vidal, Julio Sanguinetti, las hermanas Correa (Leyda y Graciema) Lira Nuñez y el "aleman" Vogler.
Eran tiempos del portafolio de cartón (casi vacío) con lo necesario para comenzar; lápiz, goma y un cuaderno que por lo general tenía en la tapa la foto de Artigas y en la contratapa el Himno Nacional que nunca logramos memorizar.
Una galleta o boniato cocido para la merienda, bolitas para el recreo y figuritas repetidas para intercambiar mientras soñábamos con la sellada que completaría el álbum.
Un recuerdo muy especial para las maestras de aquellos años que superando las dificultades y las carencias de la época cumplían su tarea educativa con cariño y dedicación.
Esa era la filosofía dominante de la "escuela 28".
La conocimos muy joven, todavía no había cumplido 40 años. Fue un amor a primera vista, todas las cosas importantes de la aldea pasaban por la escuela. Cuántos hombres y mujeres se iniciaron a la vida en sus salones.
Los cambios experimentados en la educación le otorgan mayor responsabilidad, mientras el nuevo milenio representa un desafío para la "vieja escuela 28, que pese a sus cien años continúa tan joven como la vimos el primer día de clase.
RECORDANDO A LOS MAESTROS
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Año 1907 - Elías Lizardo y alumnos
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Y en este racconto del centenario de lo que es hoy la Escuela República Federativa del Brasil, no puede faltar el reconocimiento a quienes dedicaron su vida a modelar la personalidad de los niños fronterizos.
Un agradecimiento especial para quienes nunca economizaron esfuerzos y superando dificultades y distancias nos trajeron un día la educación que reclamaban los niños del norte rochense.
La escuela 28 ha tenido desde su creación, figuras realmente ejemplares que incentivaron desde el comienzo la vocación de los alumnos. Maestros que antes de llegar al diploma, sentían una vocación irrenunciable por la ecuación.
Pocas veces tenemos en cuenta el trabajo de los maestros y fundamentalmente en esta frontera, su preocupación por la defensa del idioma, lo que ha representado siempre una cuestión de identidad y motivo de orgullo para el departamento.
Fueron de esta frontera los primeros maestros que lucharon contra la invasión foránea y el contagio portugués que por razones de vecindad nos "ametrallaban" permanentemente.
La voluntad y el temperamento inicial del maestro Elías Lizardo se constituyeron desde 1905 en una antorcha, que recogieron luego quienes lo sucedieron, luchando siempre contra la contaminación cultural que amenazaba ingresar a la "escuela 28".
Somos conscientes que vamos a omitir algunos nombres en esta larga lista, confeccionada con el apoyo de viejos vecinos para recordar a muchas maestras que dignificaron la profesión en esta frontera.
Por allí estuvieron Enrique Vigliola, María Elena Techera, Ofelia Saintestevan, Lucrecia Vázquez, María Tabeira, Julieta Sosa, Sara Orrego, Angelita Camaño, Blanca Sedullo, Aída de Castro, maría Lidia Sopeña, Olga Magliano, Alba Saldain, Sonia Fosatti, Alba Miranda, Francisco Leiza, Mista Siglia, Melita Silva y una legión interminable de maestras que defendieron permanentemente la enseñanza pública dejando en ella sus mejores años.
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Un dibujo del maestro Lisardo
realizado en 1906
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Más allá del tiempo y la distancia que nos separan del año 1905, cuando el maestro Elías Lizardo inauguró oficialmente la Escuela 28, es evidente que muchas maestras han desfilado por sus salones impartiendo sus enseñanzas.
No dudamos que la escuela creada por Varela y poseedora de una rica tradición, encontró en esta frontera el impulso generoso de muchas maestras y maestros para que pudiera cumplir con sus objetivos.
Hay que tener en cuenta además, el panorama que encontraban las maestras que llegan a la frontera en las primeras décadas del siglo; una escuela funcionando en un rancho de barro y paja brava, cercada por un alambrado que se le escapaba a los piques quebrados por los animales, y apolillados por el tempo.
Vinieron luego otros locales prestados por los vecinos hasta que se construye finalmente el edificio propio.