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¿Qué dirá Demasi?
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por Gustavo Penadés |
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En estos tiempos en que tanto se habla de la historia reciente, la publicación de un libro sobre Jorge Zabalza levantó bastante polvareda.
Es que la sinceridad del ex integrante del MLN-T pone en tela de juicio la historia que sobre sí misma la organización reelaboró a lo largo de las últimas décadas y la imagen que tan esmeradamente pretendió asumir.
A partir del trabajo citado es posible desarrollar dos cursos de razonamiento: uno dirigido a reflexionar sobre el pasado; sobre esa historia reciente, y no tanto, que con fruición se pretende reescribir desde las esferas del Poder. El otro, más actual y más importante por su significación y trascendencia en la ecuación del poder político nacional, tiene que apuntar a desentrañar las claves del pensamiento y de la acción de los tupamaros de hoy, y su visión de futuro.
Y, de la mano con lo anterior, la responsabilidad que le cabe a la dirigencia frentista en cuanto a su conocimiento de los hechos y la valoración de los mismos.
El espacio de que disponemos es acotado por lo que nos dedicaremos hoy al primero de los puntos anotados.
En el trabajo al que referíamos, Zabalza plantea que el MLN sustentó siempre el objetivo de acceder al poder por la vía armada, y que, por lo menos, hasta 1994 no renunció a la utilización de la violencia como instrumento de acción política.
Para nosotros todo esto no es novedad, pero seguramente lo será para gran parte de la población.
Los tupamaros han repetido y logrado hacer carne en muchas personas la tesis de que sus acciones -y la de otros grupos- estuvieron inspiradas en la oposición a un golpe de Estado que ellos ya visualizaban cercano en el año 1963.
Lo que ahora se viene a corroborar es que los tupamaros fueron uno de los grupos, que al influjo de la inspiración de la revolución cubana, creyó que por la vía armada sería capaz de tomar el poder e instaurar un régimen socialista. Su objetivo era político: eliminar la sociedad "burguesa" e imponer un régimen a la cubana.
Ese grupo conformado por jóvenes de diversas vertientes sociales y políticas, pero con una impronta marxista más o menos marcada, se autoconvenció de que era posible, por las armas, alumbrar al hombre nuevo.
Fueron prolijamente analizadas las características particulares del Uruguay y se llegó a la convicción de que por medio de una guerrilla urbana apoyada en la rural era posible derrotar al Gobierno. Partían del supuesto de que las condiciones objetivas para la revolución estaban dadas pero no así las subjetivas; no obstante lo cual creían que la misma lucha sería la que generaría las condiciones subjetivas imprescindibles para el cambio revolucionario.
Se derrumba entonces el mito de la "resistencia al golpe inminente" y cobran nueva significación las acciones como las Marchas Cañeras, la toma de Pando o más cercanamente el episodio en torno al Hospital Filtro.
De las reacciones de los involucrados se desprende que los dichos de Zabalza tienen mucho de verdad, y constituyen un golpe durísimo a la imagen y credibilidad del Frente Amplio y el MPP en general, y del ministro Mujica en particular.
Lo cierto es que los estudiosos de la historia reciente tienen para entretenerse. Y finalizamos con lo del título: ¿qué dirá Demasi de todo esto?
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