¡Qué lástima!
	por Javier García

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            La verdadera personalidad del ministro de Economía dista radicalmente de aquella caracterizada por la moderación, que pretendió difundir y hasta muchos creyeron inadvertidamente. En una entrevista que le realizara el semanario Búsqueda descalificó a la oposición señalando que le da "lástima" y que ésta le causa "decepción". En todo caso si se le preguntara a la ciudadanía qué siente por el Ministro utilizaría este segundo término.

            Pero en todo caso nos queremos referir a la primera de las menciones y además al estilo, que no es nuevo pero estaba bien tapado.

            El ex diputado Chifflet dijo días atrás, después de haber recibido críticas de Astori, que había algunos catedráticos a los cuales les gustaba dar consejos pero no estaban dispuestos a recibir ninguno, en obvia referencia al ministro.

            Astori está peleado con todo el mundo, quizás hasta consigo mismo y no se detiene en seguir buscando problemas. Se ha enojado profundamente con su partido y especialmente con el presidente que lo ignora y no se olvida de cuando lo amenazó apenas iniciado el gobierno, con su renuncia.

            Luego de que lo dejaran solo en la defensa de la reforma tributaria, se enteró en el mismo momento que todo el resto del Uruguay, por los medios de comunicación, que Vázquez pensaba hacerle modificaciones.

            Su partido político no lo quiere y lo deja solo. Ha caído notoriamente en las encuestas y según la última conocida sobre la interna del FA ocupa un distante cuarto lugar. El resto del Frente le hace el vacío a sus propuestas y no defienden una sola de sus iniciativas.

            En la última Rendición de Cuentas, a instancias del Partido Comunista que tiene un solo diputado, le quebraron la muñeca y debió ceder en más fondos para la educación. Lo mismo sucedió con la reforma de la salud. Sin embargo él se enoja y descalifica a la oposición. No entendió que donde lo destratan es en su partido. La cosa no es con nosotros, es con los suyos. Sin embargo cree que haciendo esto podrá recuperar posiciones.

            Tiene un concepto aristocrático de la política y se considera poseedor de condiciones superiores al común de la gente.

            Así le va.

            Después de la corrupción, en política el peor pecado es la soberbia. En esto último el ministro es pecador contumaz. Sin embargo construyó una imagen de apertura intelectual destinada a captar votos de fuera de su colectividad. Para ello sacrificó sus posiciones tradicionales, nada moderadas, y adoptó un nuevo discurso. Pero la verdad tarda poco y nuevamente apareció. Su intolerancia al pensamiento ajeno lo inhabilita para representar a quien no se mire en su espejo.

            Pero no es su estilo sino sus agravios los que lo perjudican. Porque quien necesita agraviar a otro para intentar crecer, en verdad se agravia a sí mismo y se autodestruye. A él le da "lástima" ni más ni menos que el 50% del Uruguay, que está representado en la oposición. Es mucha gente, y hoy ya son muchos más de ese porcentaje, como para que un ministro los trate así. Para todos nosotros, que tenemos concepciones democráticas, Astori es también nuestro ministro de Economía, aunque no nos guste. Pero participamos de valores diferentes.

            Tan diferentes que pendiendo sobre él la situación del director de Casinos, Bengoa, de quien ha hecho una cerrada e inexplicable defensa, la oposición, que a él le da lástima, no lo ha involucrado, a diferencia de sus propios correligionarios frentistas que sí lo han hecho.

            A Astori le está faltando tino y tilo.