Vacío Lleno de Chatarra
Todo es un descuido
por Eduardo García Gaspar
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El hombre de empresa me dijo, “No me preocupan esas minucias que cualquiera puede hacer. Lo que yo hago es lo que en verdad importa, manejar mi empresa. Soy un tipo práctico que no entiende de esas cosas teóricas. De eso se encargan otros, yo no”. Esa fue su respuesta y con ella dio por terminada la entrevista.
De esto hace realmente mucho. Mi pregunta había sido simple: ¿Estaría él dispuesto a financiar parte de un esfuerzo destinado a difundir los ideales de la libertad humana? Se trataba, por ejemplo, de editar libros y reportes que explicaran las libertades de las personas.
Muchos antes, durante los años 40, en una novela, se contó una historia similar. Reproduzco lo que le dice un intelectual a un hombre de negocios, dueño de un periódico en el que trabaja. Inicia diciendo lo obvio, lo mismo que me dijo el hombre de empresa,
“Los hombres prácticos manejan las cuentas bancarias, las propiedades, los contratos publicitarios, los títulos valiosos”.
Pero a eso el intelectual añade otra cosa. Dice él también al propietario del diario,
“Dejan [ustedes los empresarios] a los intelectuales poco prácticos, como yo [las] trivialidades tales como el teatro, el cine, la radio, las escuelas, las reseñas bibliográficas y la crítica arquitectónica”.
Igual. Esas son las minucias que no ocupan el tiempo del hombre de negocios.
Siguen las palabras del intelectual, dirigidas ahora con burla al dueño,
“El dinero es poder. ¿No es así...? ¿Así que usted iba detrás del poder...? ¿Del poder sobre los hombres? ¡Pobre aficionado! Nunca ha descubierto la naturaleza de su propia ambición… No ha sido suficientemente truhán. No me importa decírselo, porque no sé qué es peor, si un gran truhán o un gigantesco estúpido. Esa es la razón por la cual volveré y, cuando vuelva, yo dirigiré este periódico”.
La situación, narrada en 1943, sigue siendo válida. Y corrobora lo dicho antes: los hombres de negocios suelen ser brillantes para manejar sus empresas, pero son muy ignorantes en lo que se refiere al resto de las cosas. Un amigo cita varios ejemplos de esto.
Me sigue diciendo aún hoy que no entiende cómo varias editoriales de libros publican obras que contienen ideas para la destrucción de esas empresas. Ni como es que propietarios de medios contratan a personas que difunden ideas que crean una cultura propicia a la destrucción de sus propiedades.
A lo que voy, es a señalar la existencia de un vacío cultural que ha sido llenado con las ideas incorrectas. Quienes están ocupados en la esfera económica, no importa el puesto, tienen sus preocupaciones diarias, mentalidades prácticas y una actitud de desprecio ante lo que consideran teórico, abstracto, inútil y ajeno a ellos.
Es decir, crean un vacío mental que por necesidad se llena con algo. Y ese algo son las ideas de personas: muy pocas de ellas crean las ideas y el resto se dedican a difundirlas en medios, escuelas, conferencias, columnas, comentarios, cursos… que alteran los valores, creencias y principios de una sociedad.
Y muchas de esas ideas creadas y repetidas de mil maneras a diario son erróneas y contrarias a nuestro bienestar. Son ideas que fomentan rivalidades sociales, no colaboración; que apoyan la mediocridad, no exaltan él éxito; que entronizan la pasividad, no premian la iniciativa; que promueven el relativismo y hacen dudar del poder de la razón.
Es ese medio ambiente cultural el que hace posible regímenes totalitarios, presidentes de por vida, que atacan a la libertad y crean esclavitud del ciudadano. Todo porque quienes están dedicados a trabajar, a crear riqueza, ven con desprecio las tareas supuestamente improductivas de quienes crean los contenidos de libros, periódicos, radio, televisión, teatro, pintura.
Llenan con basura intelectual esos contenidos, como en un riego por goteo, poco a poco, hasta hacer que las personas comunes adopten como suyas ideas a las que no ponen en duda, y que sin darse cuenta las dañan en lo más hondo. Esa basura tiene un par de enemigos.
Uno de ellos es la persona independiente y libre. El otro gran enemigo son las religiones cuyos principios crean personas independientes y libres. Es decir, estamos en una batalla de ideas, entre ideas chatarra e ideas que ven en la persona un ser libre y capaz de actuar por sí mismo.
Es una batalla por dominar la moral de las personas. Entre esclavitud y libertad. Una que no es fácil de ver, pero que es la mayor de todas.
Post Scriptum
El libro del que saqué las citas es El Manantial, de Ayan Rand.
Un ejemplo de ese riego por goteo de ideas chatarra es mencionado en Apocalipsis Crítica, una reseña de cine que sirve de indoctrinación ideológica.
Ejemplos de la enemistad con las religiones son los escritos de F. Savater, examinados en Sociedad y Laicismo, Laicismo Mal Usado y Laicismo Anti Libertad.
También hay una ilustración en ¿Quién es el Cavernario?, en Muerte por Adjetivos y en El Riesgo de Opinar.
Todo el concepto de Educación Para La Ciudadanía, ejemplifica ese intento de llenar el vacío cultural con una moral creada por el Estado.
Con autorización de © Contrapeso.Info
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