|
¡Qué equipazo, compañero! (Completely Made in Hollywood!)…
por Fernando Pintos
|
|
|
Nunca me gustó ese personaje llamado Víctor Púa. Y ello sucede a partir de que no me gusta la gente sinuosa y ambivalente. Prefiero, si ello cabe, un enajenado como Juan Ramón Carrasco, con todos sus defectos a cuestas, que un tipo como ése que lleva dos años «trabajando» en las divisiones formativas de Peñarol, a cambio de un estipendio que a estas alturas alcanzará los US$400 mil, sin conseguir a cambio de tal suma otra cosa que frustraciones reiteradas. A decir verdad, mi antipatía hacia el tal Púa parte de dos hitos, conformados por otras tantas frases dignas de figurar en la historia dorada del cinismo. La primera de aquellas perlitas antológicas, tuvo lugar exactamente diez años atrás, en 1999. Y fue en ocasión de partir, con un plantel juvenil, para disputar la Copa América en Asunción del Paraguay. En aquel momento, Púa dijo, con intención evidentemente lastimera: «¡Me mandan a la guerra armado con escarbadientes!»… En la práctica, aquellos «escarbadientes» funcionaron tan, pero tan bien, que le alcanzaron a Uruguay para disputar la final contra Brasil, que llegaba a la cita con todas sus estrellas, y amargarle la vida antes de terminar perdiendo por 3-0… En el camino, los juveniles celestes eliminaron a selecciones de gran potencial, como la anfitriona, y a la de Chile en semifinales. ¡Escarbadientes! ¿Eh!… La segunda frase inolvidable de Púa vio la luz y recorrió las ondas hertzianas, inmediatamente después de aquel partido de la fase de grupos en el Campeonato Mundial de 2002, que se disputó contra Senegal, que hoy se recuerda como el mejor partido de Corea-Japón… Un primer tiempo decepcionante, con el árbitro holandés Wegereef flechando la cancha en contra de Uruguay. Dos goles regalados a Senagal y, en el entretiempo, Púa decide hacer entrar a Forlán y El Chengue Morales. Entretiempo en el cual la gente de Senegal hacía burla de los uruguayos. Y en el segundo tiempo todo cambia. Uruguay al abordaje y col de El Chengue en el primer minuto. Uruguay pelotea a los africanos y en Senegal, un señor que veía aquello por televisión muere de infarto. Golazo de Forlán. El Chengue que provoca un penal y Recoba que clava el tercero desde los once pasos. Y Uruguay seguía metiendo. En los descuentos, El Chengue se pierde el del triunfo, cabeceando afuera. Y entonces, después de ese espectacular segundo tiempo, a Púa le preguntan por qué no había puesto a Forlan y El Chengue Morales desde el vamos. Y, palabras más o menos, contesta: «¿Y cómo iba yo a saber que iban a ser capaces de jugar tan bien?»… ¡Por supuesto! ¿Cómo iba a saberlo, nada menos que él, quien era el DT de Uruguay y los había convocado para aquel Mundial? ¿Cómo saberlo? (¡¡¡!!!). ¿Eh?… Nada menos que él, que estuvo a centímetros de llevar a Corea-Japón, entre los seleccionados uruguayos, a El Castor Fonseca, quien por entonces renqueaba a causa de una lesión seria…
Por actitudes y frases como las mencionadas, no me gusta Víctor Púa. Es un individuo que me ce cae francamente mal. Porque sus frases y actitudes del presente coinciden, a la perfección, con aquellas que le proporcionarán fama perdurable. Vean, si no me creen, lo que dice Púa al diario «El País», muy pocos días atrás. Las declaraciones del personaje figuran en un reportaje de Jorge Savia (otra fichita), que se publicó el pasado lunes 20 de julio, bajo título a todas luces espectacular: «De Sarajevo a Hollywood»… Y allí, entre otras intervenciones memorables, Púa expresó esto: «…Si querías ver la realidad, aquí está. Esto es ahora. Es Sarajevo; pero también está lo otro, que va a ser la realidad dentro de poco. Eso es Hollywood. Porque ahora soy el extra de una mala película, pero después voy a ser Charleston Heston de que gane el Oscar…». Conque Charleston Heston (por no mencionar la estructura cantinflesca de la frase), ¿eh? Y bueno… Ya que estamos con Hollywood, podemos sugerir a Púa (y compañía) que, para el Apertura 2009, verdaderamente formen un cuadro de película, para lo cual deberán reclutar jugadores ídem… O sea: ¡verdaderos personajes de películas memorables! En vista de lo cual, me atreveré a sugerir algunos cracks, teniendo muy en cuenta, en lo previo, que se trata de jugadores muy afines con eso que en la actualidad es el Club Atlético Peñarol y, principalmente, con Púa, Ribas y Damiani. Veamos…
Para el arco, recomiendo a Bubba Hendershot, («Maximum Overdrive»). En la línea de cuatro, tengo que sugerir a: Willy López («Ghost»), Big Ben Healy («Problem Child»), Cruella de Vil («102 Dalmatians») y Billy Cole («Fright Night»). En el medio del campo, deberían contar con el dinamismo y la fuerza de estos tres referentes: Ed Evil («Fright Night»), Little Both Tie Killer («Problem Child») y Jerry Dandridge («Fright Night»). Y para el ataque, tres destructores comprobados, como Jason Vorhees «Friday the 13th»), Freddie Krueger («A Nightmare on Elm Street») y Michael Myers («Halloween»). En cuanto al banco de suplentes, junto con Darío Rodríguez y alguna que otra de esas venerables reliquias que a estas alturas parecen pertenecer al mobiliario de la institución, podrían sentar a grandes veteranos de mil batallas, como El Hombre Lobo y Drácula (que pedirían pase desde la «Hammer Films»). Sin olvidar a un arquero suplente de la jerarquía de Ted Bundy, y polifuncionales como El Caníbal de Rotemburgo y Jack El Destripador… Si llegan a conseguir todas esas incorporaciones, todos grandes jugadores que además sienten de verdad la camiseta, pueden terminar este año con logros en verdad memorables. (¡Ejem!)…
Eso sí… ¡No les recomiendo, ni por broma, a Charleston Heston! ¿Qué tal?
© Fernando Pintos para Informe Uruguay
Comentarios en este artículo |
|
|
» Arriba