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Colombia bajo amenaza
por Darío Acevedo Carmona - (Perfil) - Medellín/Colombia -
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La andanada de insultos del presidente Chávez contra el mandatario colombiano Alvaro Uribe Vélez y a favor de las FARC no es producto de una loca ocurrencia ni de una deschavetada o improvisada reacción al supuesto desplante que recibió de Uribe cuando le canceló su papel mediador en el tema del intercambio humanitario. Ni es sólo un despliegue de frases bravuconas y de gestos obscenos y groseros propios de un chafarote o dictador tropical. Pienso que hay un poco de todo lo anterior, pero que hay algo aún más importante y grave en esta cascada de improperios que parece no tener sentido ni fin. Chávez y el chavismo han forjado un proyecto político nacionalista, bolivariano y antiimperialista que debe llegar al poder a través de diversos medios en varios países, desde los que conforman la región andina hasta aquellos del cinturón de las antillas y del caribe. Para apuntalar sus objetivos liberadores cuentan con dos herramientas formidables. Los ingentes recursos provenientes del petróleo que han alcanzado su máximo histórico y un inmenso aparato propagandístico que bajo la aureola del pensamiento bolivariano lo cubre de cualquier sospecha de tener propósitos de corte comunista. Otros factores le han dado alas a este movimiento que ya se ha hecho al poder en Ecuador, Bolivia y Nicaragua y que cuenta con simpatías ideológicas y materiales en otros países, sin duda, la más importante de ellas, el fracaso histórico de partidos políticos y de elites tradicionales que fueron incapaces de redimir los problemas sociales de sus pueblos y de consolidar una democracia profunda.
En beneficio de nuestra hipótesis juega una serie de medidas y acciones adelantadas por el gobierno chavista que van desde la compra de armamentos y naves de avanzada tecnológica, gestación de una red de agrupaciones y gobiernos que abrazan el proyecto, cercenamiento cada vez más descarado de las instituciones democráticas de Venezuela por medio de leyes que concentran los poderes en el ejecutivo, manejo discrecional de una caja menor repleta de millones de dólares que son repartidos a sus émulos y seguidores en otros países, profundización de la retórica antinorteamericana, hasta la firma de tratados y convenios con países extra continentales (léase Rusia e Irán), creación de un canal de televisión para centralizar la propaganda, creación de bancos y otros mecanismos de ayuda financiera, donación de más de treinta mil barriles diarios de petróleo a cambio del trabajo de brigadas de salud y educación que adoctrinan a los sectores populares de Venezuela, compra de cien mil fusiles y creación de una fábrica de proyectiles que son de los mismos que utilizan las Farc, compra de la deuda de Argentina para ganar su voto o su neutralización en disputas y conflictos internacionales, entre muchos otras.
La piedra en el zapato de todo este proyecto de corte expansionista es su vecino, Colombia. Tradicional aliado de USA y azotado por acciones de terror de grupos de extrema derecha y de extrema izquierda y por el negocio del narcotráfico. Colombia es el gran obstáculo para dar el segundo paso de su estrategia consistente en lograr gobiernos afines en los países andinos para declarar la federación bolivariana, luego se sumarían Nicaragua, Panamá, Guatemala, Paraguay y Perú, que sumados a los países de las antillas y del caribe daría para configurar un gran bloque subregional antinorteamericano presto a hacer alianzas con todos aquellos países que tienen una relación conflictiva con USA. Ni Fidel Castro, que debió en los momentos originarios de su revolución soñar con la gran patria latinoamericana y antiyanqui, se hubiese imaginado que alguien, menos doctrinario y estadista que él, pero, más rico, estuviera tan cerca de alcanzar aquello a lo que tuvo que renunciar hace muchos años en razón de los magros resultados de su experimento.
Están equivocados quienes insisten en que la arremetida de Chávez contra Uribe tiene origen en el desplante por el Intercambio Humanitario o en que Chávez está fuera de control. O son ingenuos o son idiotas útiles al negar que a lo que está siendo abocado el gobierno colombiano es a encarar un peligro real sobre la integridad de su territorio y la solidez de sus instituciones. Lo primero porque en el discurso chavista abundan las referencias nostálgicas al establecimiento de linderos y fronteras que favorecieron a Colombia en el pasado, y respecto de lo segundo porque el apoyo a las FARC, inicialmente diplomático, puede tomar visos militares y logísticos, como que esa larga y porosa línea fronteriza de más de dos mil doscientos kms, está siendo utilizada a placer por los grandes jefes de la FARC para evadir el acoso de las tropas colombianas, tomar nuevos aires y abrir nuevas rutas de exportación de cocaína. El apoyo chavista a esta guerrilla no es circunstancial sino de gran aliento. En la mentalidad de los caudillos iluminados que consideran estar realizando una acción trascendente para los pueblos, tener fuerzas simpatizantes allende sus fronteras es algo que se valora en alta medida. Chávez alberga el sueño de ver a las FARC en el poder y por ello no es raro que además de otorgarles estatus de beligerancia, les brinde facilidades para establecer una Oficina o embajada en Caracas, les proporcione abierta o encubiertamente apoyo financiero y militar, a la vez que proseguirá en su avalancha de insultos y provocaciones contra Uribe y su gobierno y de halagos a la oposición. Y, nada raro, si las cosas se deterioran, sea capaz de dar el delicado paso de reconocer un gobierno provisional paralelo encabezado por las guerrillas y algunos de sus representantes “civiles” que se mueven a sus anchas en la periferia y disfrutando del paraguas de los medios periodísticos. Esto sin desmedro de la posibilidad de que desate cualquier incidente armado con el Ejército colombiano bajo cualquier pretexto.
Medellín, enero 21 de 2008
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