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EMBAJADOR SANS BRIZ 

            Es totalmente imposible hablar de Giorgio Perlasca sin pasar por la figura de Ángel Sanz Briz y de su antecesor como embajador de España en Budapest, Miguel Angel Muguiro.

            Cuando en 1944 se nombró un gobierno pro-nazi en Hungría, el embajador Muguiro se apresuró a tramitar visados para que 500 niños judíos pudieran viajar hacia África.

            Fueron los primeros que la embajada española logró salvar del holocausto.

            Mugiro tuvo que dejar Budapest acusado de poner trabas para que España no reconociera al nuevo gobierno con la presteza que éste deseaba. El hasta entonces secretario de la embajada, Angel Sans Briz, ocupó el cargo vacante.

            Viendo que la persecución a los judíos se endurecía y éstos comenzaban a ser deportados en masa, Sans Briz comenzó a extender pasaportes españoles a los judíos sefardíes o sefarditas.

            El gobierno húngaro le había dado autorización para conceder 200 pasaportes, los entregó a los sefardíes que vivían en el país pero él estaba dispuesto a hacer más. Utilizó muchos trucos para multiplicar los pasaportes como entregar los pasaportes por familia en lugar de por individuo o numerarlos con letras, por ejemplo, los de la letra A del 1 al 200, luego los de la letra B con igual numeración y así sucesivamente.

            Cuando los judíos protegidos por países neutrales fueron obligados a concentrarse en un gueto, Sanz Briz imitó al diplomático sueco Jorge Wallemberg y alquiló varias casas a las que dio el status de ‘anexos a la embajada de España’, con lo que se lograría evitar que los judios que vivían en ellas pudieran ser arrestados.

            El resto de la historia es la que me asombró en la película sobre el Cónsul Perlasca.

g.v.