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Año V Nro. 331 - Uruguay, 27 de marzo del 2009   
 

Visión Marítima

historia paralela

 
 

 

¿De qué Signo es el "Plan Anticrisis" de Chávez?
por Leonardo V. Vera

 
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         Desde mediados del pasado año los países latinoamericanos vienen acusando el severo impacto de una de las caídas más dramáticas que se conozca en los precios de las materias primas y productos de exportación primarios. La economía de Venezuela, atada a su singular dependencia de los precios del petróleo, también dejó muy atrás aquellos escenarios de precios de 120 dólares el barril, y hoy día está facturando sus exportaciones de crudo a sólo 36 dólares el barril. Los ingresos petroleros externos que durante el año 2008 llegaron a ser de 87.000 millones de dólares estarán, a los precios actuales, en cerca de 31.000 millones dólares, lo que representa una caída en los ingresos de 64% en sólo un año.

         Durante 6 meses el gobierno de Venezuela actuó como si desconociera por completo estos acontecimientos. En una rara referencia el Presidente llegó a señalar que no le importaba si el precio del crudo llegaba a cero y se embarco en la campaña electoral más cara, ostentosa y desigual que se conozca en país latinoamericano alguno, al punto que puso al Presidente de PDVSA, Rafael Ramirez, y todos sus ministros, gobernadores y alcaldes al frente del Comando Central de campaña por la re-elección perpetua. Los recursos de PDVSA fueron exigidos a tal razón que después del 15 de febrero, cuando Chávez gana el referendum para enmendar la Constitución, la empresa adeudaba 7.000 millones de dólares a proveedores y contratistas nacionales e internacionales y se encontraba sin posibilidad alguna de conseguir financiamiento externo.

         Finalmente, la estrategia de esperar pasivamente la recuperación del los precios petroleros ha dado un giro. La empresa de Chávez de seguir proponiendo más recortes en el seno de la OPEP ya no goza de atractivos entre los miembros de la organización, y tras la derrota en la última reunión celebrada hace unos días en Viena, el Presidente de Venezuela decidió anunciarle al país unas medidas internas que llamó "medidas anticíclicas y anticrisis", no sin antes insistir que su plan está muy lejos de parecerse a las típicas recetas del FMI.

         Ante semejante expectativa, vale asomarse por lo que el gobierno de Venezuela ya está haciendo y no anunció, y evaluar así mismo, el signo o el tenor de lo que el Presidente Chávez consideró prudente anunciar. Conviene desde luego señalar de entrada, que si éste fuera un programa de políticas contracíclicas orientado a atenuar los efectos de la caída de los ingresos petroleros, ha llegado un poco tarde. Pero no es el "timing" su principal problema.

         Comencemos llamando la atención por lo que ya está en marcha. Sabemos que Venezuela sustituyó seis años atrás su sistema de libre convertibilidad de monedas por un control administrado de divisas. Sucede que CADIVI, la oficina pública encargada de aprobar y liquidar las divisas que requiere el país para importaciones y otros compromisos externos, otorgó en los dos primeros meses de este año sólo el 65% de las divisas que otorgó durante los dos primeros meses del año 2008. Pero lo curioso en este caso no es la magnitud del ajuste sino más bien como opera. CADIVI sencillamente introduce mas arena en las ruedas que comandan sus autorizaciones y deja un gran número de las solicitudes archivadas por meses.

         El demandante de divisas en su desesperación debe recurrir en este caso al mercado paralelo, un mercado donde el gobierno participa también activamente como oferente y cuya cotización ha explotado en los últimos meses para llegar a ser hasta tres veces la cotización cambiaria del mercado oficial (de 2,15 Bs.F por dólar). Así que el gobierno de Venezuela, no necesita anunciar hoy devaluaciones dentro de un paquete tipo FMI, pues ya lo está haciendo de facto obteniendo más bolívares por cada dólar vendido en ese mercado.

         Sumemos a este caso entonces lo anunciado. El Presidente Chávez se dirigió al país por unas horas para concretar sus anuncios económicos en tres aspectos: una reducción del gasto público presupuestado para este año, un incremento del IVA y un incremento del salario mínimo en dos fases. Sobre el primer aspecto y sin esbozar más detalles que la reducción de ciertos "gastos suntuosos", el Presidente Chávez ofreció un recorte de gastos de sólo 6% con respecto al presupuesto que presentó en Octubre pasado a la Asamblea Nacional. Pero esa comparación es engañosa y poco informativa. Es mucho más relevante a fin de cuentas comparar el gasto efectivo del Gobierno Central del pasado año con lo que se planea hacer este año. En ese sentido basta decir que, llevados a dólares, el Gobierno Central terminó ejecutando gastos por 85 mil millones de dólares el pasado año y planea ahora hacer gastos por 64 mil millones de dólares. Un ajuste de 25%, nada más y nada menos.

         La segunda herramienta del plan, que consiste en elevar el IVA en tres puntos porcentuales, recuerda mucho, el plan de ajuste que con el apoyo del FMI puso en práctica el Presidente Caldera en 1996 (y quien 3 años antes había prometido eliminar el IVA en su campaña por la presidencia). El IVA en ese entonces se elevó en cuatro puntos porcentuales (desde 12,5% a 16%,5). Este tipo de anuncios de un alza en un impuesto tan regresivo y contractivo sobre el consumo a las puertas de una recesión sólo puede explicarse como el resultado o el legado de una irresponsable política fiscal pro-cíclica, o por alguna dosis de estupidez humana (que suele aparecer con alguna frecuencia).

         El tercer aspecto del plan anticrisis es una burda oferta de ajuste hacia la baja en los salarios reales. El gobierno ofrece un ajuste del salario mínimo de 10% en el mes de mayo y 10% más en el mes de septiembre. Pero si algo comprendieron años atrás los economistas latinoamericanos a partir de la dolorosa experiencia inflacionaria de la región y su relación con mercado de trabajo, es que los salarios no suelen ajustarse en función de la inflación esperada, sino más bien de la inflación pasada. Pues resulta que los asalariados venezolanos sufrieron el pasado año una inflación de 31% y razonablemente esperarían incrementos nominales de esa magnitud en el salario y de manera retroactiva al mes de enero de este año. El gobierno en contraste lo que ofrece hoy es recuperar a destiempo sólo un tercio del deterioro en los ingresos salariales para el mes de mayo y otro tercio en el mes de septiembre. No hay recuperación del tercer tercio. Pero peor aún, para el mes de septiembre la inflación acumulada del año 2009 podría estar conservadoramente según los analistas por encima del 25% ¿Cómo compensan los trabajadores esa pérdida de ingreso real?

         En perspectiva no hay nada heterodoxo en ese plan, no hay desafío intelectual alguno y mucho menos intentos de amortiguar los efectos de la crisis. De lo que se trata es de un vulgar ajuste por la vía de recortes masivos de gasto público e incrementos regresivos de impuestos para cerrar la brecha fiscal. Esta receta es autodestructiva en la medida que lo que produce es mayor desestabilización. Por si fuera poco el plan descansa en un ajuste masivo en los salarios reales. Por un lado, en la medida que más transacciones en la economía se realicen en un tipo de cambio paralelo en estampida, los venezolanos sufrirán sin muchas posibilidades de defensa, los embates de nuevos ajustes en el umbral inflacionario. Por otro, viviendo en una de las economías más inflacionarias del planeta, el aumento minúsculo y en dos fases ofrecido por la vía del salario mínimo es quizás una demostración de cuanto sobre-estima el gobierno su poder sobre el movimiento laboral venezolano.

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Fuente: Infolatam
 
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