27 DE ENERO DE 1945
LIBERACIÓN DEL CAMPO DE PRISIONEROS DE
AUSCHWITZ-BIRKEAU
por Alvaro Kröger
Debo der ser uno de los pocos uruguayos no judíos que visitó el campo de Auschwitz-Birkenau. En 1971, mi señora y yo nos casamos en Varsovia, ya que mi suegro era el Embajador uruguayo en Polonia.
A raíz de este magno evento hicimos un largo viaje por detrás de la, ahora exinta, Cortina de Hierro y es por ello que conozco muy bien lo que es el comunismo: viví 6 meses allá atrás y con la ventaja de tener estatus diplomático, no yo sino mi señora.
Uno de los viajes más interesantes es ir a Cracovia, ciudad medioeval, no tocada por la guerra y enteramente encantadora.
Cerca de Cracovia queda el campo de Auschwitz-Birkenau, que por supuesto visité.
En aquel momento todavía no estaba enteramente reconstruído como museo, y se podían ver muchas cosas que ahora ya no.
|
 |
Para ver todo el campo es necesario un día entero, si uno quiere darse cuenta de las atrocidades que puede hacer el hombre en nombre de una ideología. Ese día perdí una cosa y gané otra: perdí el antisemitismo que tenemos todos los uruguayos, por más que digamos lo contrario, y gané un profundo anticomunismo. A pesar de saber que a Varsovia la habían demolido a cañonazos entre alemanes y rusos y los rusos se quedaron en el molde durante dos meses, esperando que los alemanes mataran la mayor cantidad de polacos que pusiesen, en el caso de Auschwitz fue peor. Los rusos vieron entrar al campo, a pie, al último contingente de condenados y no hicieron nada, eso fue la noche del 18 de enero de 1945. Dejaron que actuaran las cámaras de gas y los hornos y entre el 20 y el 26 de enero las tropas de las SS demolieron los hornos, cosa que hicieron muy mal porque yo los ví, incluso con las furganetas dónde ponían los cadáveres y descargaban sus cenizas en el Vístula.
"Valientemente" las tropas del Mariscal Koniev, entraron el 27 de enero, cuando vieron que el último camión de las SS se iba y los poquísimos sobrevivientes empezaron a salir y arrimarse a las alambradas.
Uno cuando entra a este campo lee en el portón de hierro forjado "ARBEIT MACHT FREI" (El trabajo hace la libertad), es la máxima tortura psicológica que se le puede hacer a un ser humano.
No voy a hacer un relato extenso de la visita, sino de aquellos puntos que me han parecido más impactantes para cualquier ser humano, por acostumbrado a la violencia que esté.
Cuando yo fui se podían visitar todos los barracones, ahora ya no, pero se habían puesto las fotografías de todos los hombres y mujeres que estuvieron en cada barracón. La cantidad de fotos cubría las 4 paredes del piso al techo, y habían sido tomadas en el momento del ingreso (los alemanes son muy prolijos burocráticamente). Tenían abajo la fecha de entrada y la fecha de "salida", y eso se repetía en los 45 barracones que visité.
La selección era muy simple: en el andén se clasificaba a los aptos para trabajar y a los no aptos. Éstos iban a las cámaras de gas, con el pretexto de desinfectarlos, y se usaba un producto llamado Ziclón B; luego los propios judíos aptos para el trabajo eran los encargados de llevarlos a los crematorios.
Antes de entrar a las cámaras de gas se los hacía desnudar, y se les sacaban lentes, miembros ortopédicos y se los rapaba. El pelo se usaba para hacer fieltro para las botas de los submarinistas.
Hay una sección que tiene unos 4 pisos de altura dónde están, en sectores separados cada una de las cosas que se fueron extrayendo.
Los aptos para trabajar, debían caminar unos 4 kms. hasta la BASF o la IG Farben, dónde trabajaban 12 horas y tenían alimentos por 600 calorías diarias. Cuando ya no eran productivos pasaban a las cámaras de gas.
Por estos dos campos pasaron unas 3 millones de personas, el 95% judíos, y hay gente que dice que esto no existió, o que están hartos de hablar del Holocausto.
El hombre tiene una cuenta pendiente consigo mismo: el haber permitido que esto existiera, que un grupo de fanáticos lograra hacer algo así.
Y es mejor que aprendamos de la historia, y no me canso de repetirlo, hay en este momento grupos que son aún más poderosos que los nazis (al menos los nazis tenían vistosos uniformes y se sabía perfectamente a quién se le tiraba con la carabina). Hoy tenemos en ciernes una especie de holocausto, y no seamos tan ingenuos como los 6 millones de judíos que murieron en los campos de concentración, que fueron casi voluntariamente.....sospechando lo que pasaba no querían convencerse de que existiera el mal en tal extremo. Hoy sabemos que el mal no tiene límites, no nos dejemos llevar al matadero mansamente, peleemos, démosle batalla al que quiera cohartar nuestra libertad. ¡¡¡¡APRENDAMOS DE LOS 6 MILLONES DE MUERTOS!!!!, Hagamos que su muerte no haya sido en vano.