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El Presidente ausente
* Javier Garcia |
Entre los diferentes estilos de ejercer la presidencia de la República desde 1985 a la fecha, hay una gama que va de aquellos que la ejercieron estando arriba de todos los temas, hasta quienes dieron más libertad a sus colaboradores. En cualquiera de los dos casos, la distancia entre una forma y otra no era más de una semana, cuando cada ministro se presentaba frente al mandatario para "despachar" con él, momento que quienes lo vivieron recuerdan por su gran intensidad. Era su hora semanal, a veces más tiempo, con el presidente, allí se hablaba y se proyectaba el gobierno. Se rendía cuentas, pero además el presidente marcaba rumbos y con ello certezas. Se estaría de acuerdo o no, pero se sabía, por boca del mandatario o de sus ministros, hacia dónde se iba.
El presidente Vázquez, sin embargo, tiene uno propio, es la ausencia. Su voz se escucha poco y por ello también se conoce poco del rumbo. La opinión pública conoce sus reacciones, cada tanto, frente a un tema específico, pero no se lo ve construyendo políticas. No está en los temas, y sus ministros dicen aquello que ellos creen, que no necesariamente es lo que el gobierno cree.
El Consejo de Ministros no existe. Es una parodia que se realiza de vez en cuando, que no llega a tener frecuencia semanal, y que se limita a una breve reunión donde el presidente aprovecha para hacer un discurso, que luego será filtrado prolijamente a la prensa. Pero eso no cumple con la función, es simplemente una puesta en escena, como son los que se realizan en el interior dónde, como en el último realizado en Salto, no puede tomarse en serio el lanzamiento de 97 medidas del llamado Uruguay productivo. Allí se mezcló el show mediático y los dorados que pescó el presidente y ofreció a la parrilla a sus más allegados ministros, no a todos. El país en plena crisis con Argentina y el gobierno de turismo.
Así las cosas no van bien, y se trabaja poco, entre otras cosas porque el presidente no está, está ausente de su tarea. Será un estilo, pero no quiere decir que sea bueno. La gente nota, aun quienes lo votaron, que el mandatario no está "metido en la cosa", por ello son comidilla sus salidas de pesca o su consulta privada y esto no le hace bien a él y tampoco al país, que lo eligió para "estar".
Prueba de esto es que el 1º de marzo el gobierno remitió al Parlamento el informe sobre el estado de la República en su primer año, y en él aparecen cosas tan fuertes y removedoras como que en la Cancillería, en revolucionaria medida, Gargano ordenó usar menos el fax y más el correo electrónico, o que en el Ministerio de Ganadería Mujica logró algo tan sensible para el agro como la "habilitación de una franja de cordón para el estacionamiento exclusivo de autos del MGAP". Ni hablar de una conquista tan anhelada en Defensa en cuanto a la adecuación de las retribuciones salariales de los integrantes del "Centro de Instrucción de Perros de Trabajo", que aunque no lo especifica la redacción suponemos que será sólo a sus miembros humanos.
O el sainete de la indefinición en materia de relaciones laborales, donde de un diálogo cuatripartito se pasa a un proyecto de ley del Pit-Cnt, que endosa el gobierno, para luego retirarlo y anunciar un decreto y no una ley, que cuando es enviado a presidencia sus abogados devuelven señalando que no debe ser por decreto sino por ley, para que el ministro diga después que no importa porque no hay ahora tanta urgencia.
Este es el estilo ausente, y sus consecuencias.
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