Año III - Nº 128 - Uruguay, 29 de abril del 2005

 

 

 

 

EL MERCADO DEL PUERTO
Recopilación de Alvaro Kröger
de un texto del Dr. José María Fernández Saldaña (1878-1963)
Abogado-Juez-Diplomático-Periodista-Diputado-Director del Archivo Histórico Nacional

Con respecto al majestuoso y triste Palacio de la Moneda, asiento en Santiago de Chile del Poder Ejecutivo de la República, existió por larguísimos años la creencia de que aquella construcción del Renacimiento, tan severa y tan sobria, se había levantado en Santiago por una casualidad, pues siendo su verdadero destino México en la real cédula que ordenaba la construcción habíase puesto equivocadamente Chile.

Reloj del Mercado

No valía de nada el saber que los planos los confeccionara en el propio Santiago el arquitecto Toeca, enviado desde España, ni que las había aprobado el Virrey del Perú después de largo expedienteo y prolijas depilaciones.

Tampoco valía la objeción de que un error de naturaleza semejante era inverosímil tratándose de una disposición real pasada por todas las instancias administrativas que tenían que correr los asuntos de América.

La creencia estaba generalizada, sin embargo, y no hay autoridad que más valga y más pueda que la que nace de un error común.

Pues bien, algo muy semejante a lo que pasaba con la Moneda en Chile, ocurrió en Montevideo y por larguísimo tiempo también, con el Mercado del Puerto.

Fue versión general, años y años, que el edificio del Mercado era en su primitivo y original destino una estación de ferrocarril que debía levantarse en una ciudad chilena junto al Pacífico (Valparaíso).

El buque que conducía la estructura de hierro había naufragado en las costas del "Levante"- Maldonado o Rocha y en esas circunstancias, un grupo de capitalistas montevideanos decidieron adquirir por muy poco dinero el material abandonado y utilizarlo en la construcción de un mercado.

Ardua tarea averiguar cómo pudo alzarse esta peregrina historia. Lo de la estación de tren se podría creer que radicó en las dimensiones y forma del edificio, pues nuestra gente vieja nunca había visto una estación de ferrocarril tipo europeo a no ser pintada.

En cuanto a Mercado ellos tampoco imaginaban otro muy distinto del mercado establecido en la antigua y ruinosa Ciudadela, con la misma razón con que se hubiera instalado en un antiguo convento o en la Policía Vieja.

No llegaban a concebir de este modo cómo podían emplearse en un mercado ni cúpulas, ni columnas esbeltas, ni arcos calados, ni transparentes claraboyas de vidrio.

El Mercado del Puerto, que fue por tantísimo tiempo y según el testimonio de todos los jefes de estaciones navales, el más amplio y bello mercado de Sud América, tiene su origen en la iniciativa del acaudalado comerciante español Don Pedro Sáenz de Zumarán, que concibió y organizó la sociedad constructora.

Puerta del Mercado con la Fuente

Alrededor de aquel hombre prestigioso la compañía constituyóse en Montevideo con fecha 19 de Julio de 1865, con un capital de $ 309.000 distribuido en 618 acciones de $ 500 cada una.
($ no son dólares, sino patacones de oro A.K. dixit).

Los planos se encargaron a Inglaterra por intermedio del Ing. R. V. Mesures, a quién incumbió la vigilancia de las fundiciones metálicas hechas en los talleres de la "Union -Foundry" de K. y T. Parkin, de Liverpool.

Para ubicación adquirióse junto a la costa norte de la Bahía, en el paraje conocido por Baños de los Padres, un área de 4736 varas, equivalente a 3494 m2.

Calle por medio con el gran edificio de la Aduana Nueva, existiendo la facilidad de construir hasta un muelle propio si se necesitaba; era una posición excepcional para la provisión de los buques surtos en el puerto.

Terminada en Liverpool la fabricación metálica, allí mismo embarcó el Ing. Mesures con una escuadra de primeros oficiales herreros que debían dirigir el armado.

Las obras de albañilería corrieron a cargo del constructor Eugenio Penot. Levantado el edificio resultó tener un frente principal a la calle Pérez Castellanos de 80 mts. de largo, en el cual se abrían 3 portones, uno central y dos laterales más pequeños. Los frentes norte (hacia la calle 25 de agosto) y sur (hacia la calle Piedras), eran iguales cada uno con un portón y 50 varas exactas de largo.

Ni el exterior ni el interior del edificio actual semejan siquiera lo que fue el original.

El exterior revocado de nuevo imitación piedra, no conserva ninguno de los detalles arquitectónicos que sumaban esbeltez y gracia en los planos primitivos.

El interior hallábase desfigurado por cantidad de añadidos y construcciones adventicias hechas con puro criterio comercial especulativo.

La elegancia de la armazón de hierro puede apreciarse todavía en sus líneas principales, no obstante las sustituciones y reformas que la desnaturalizan y afean.

La hermosa herrería de los portones que primitivamente se articulaban en hojas no ha resistido sino con gran desmedro la acción destructora del tiempo y el abandono coadyuvante de los hombres.

Bajo la cúpula central había una fuente de hierro de forma circular, alimentada por un surtidor que alzaba su chorro en medio del "bassin".

A poco más de 3 años de organizada la sociedad financiadora, el 10 de octubre de 1868. el Mercado del Puerto fue inaugurado.

No existía en esa fecha el Gobernador Venancio Flores, cuya devoción progresista había prestigiado la nueva iniciativa.

Regía los destinos del país el presidente general Lorenzo Batlle, antiguo y honrado industrial en la época de la paz., en cuyo Molino Uruguayo tuvo invertidos capitales Sáenz de Zumarán.

Tocó, pues, al amigo y en su ocasión socio, presidir la ceremonia inaugural, con asistencia de sus ministros, Antonio Rodríguez Caballero, Manuel Herrera y Obes y Daniel Zorrilla. El Presidente de la Junta Económico Administrativa Juan Ramón Gómez, senadores y diputados, etc. etc.

Vista del Mercado sobre la calle Pérez Castellanos

Alrededor de la fuente estaban dispuestas las mesas de un espléndido lunch que se consumió después de los reglamentarios discursos que inició el general Batlle y contestó Sáenz de Zumarán en nombre del Directorio.

Don Pedro Sáenz de Zumarán encarnaba en la hora y por saneados títulos la representación más genuina de lo que entonces se denominaba el alto comercio extranjero. Español, nacido en Logroño en 1808, había venido al Río de la Plata a los 31 años para establecer en Buenos Aires, una filial de la importante casa comercial de Málaga que giraba bajo el nombre de Manuel A. de Heredia. Traía consigo a título de capital inicial 50.000 duros de oro en talegas..............

En 1846, las dificultades puestas al comercio bonaerense por el bloqueo anglo-francés, decidieron a Don Pedro a establecer en Montevideo la importante casa mayorista que subsistió hasta 1875.

Al siguiente día de la inauguración oficial del nuevo mercado se abrió al público y desde hace 140 años nunca se han cerrado.

Fuera de las refacciones del frente el único cambio fundamental en 140 años ha consistido en la sustitución de la fuente por un gran puesto central de 4 frentes que se abrió el 25 de agosto de 1897. La concurrencia habitual del Mercado, cosmopolita, abigarrada, multilingüe, había desnaturalizado el surtidor y la fuente, utilizándolos para lavarse las manos, lavar verduras y tirar desperdicios.

Las miras de confort y de estética de los ingenieros ingleses acusaban un lamentable desconocimiento del modo de ser criollo metropolitano. Ellos habían proyectado la fuente con miras a procurar, merced a aquel motivo sencillo, un ambiente más agradable y más fresco en una tierra lejana que imaginarían de tórrido temple colonial, llenas de bambúes y palmeras y el cielo índigo rayado con vuelo de papagayos; jamás se les ocurrió que por estas latitudes podría haber un "pampero", que deja duro al más pintado.