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Año III - Nº 141 - Uruguay, 29 de julio del 2005

 
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El fenómeno del software uruguayo
Por Christian Leal

Uruguay. Su sola mención nos trae a la mente el aroma de los asados, el mate, el fútbol y... ¿el software? Sí, porque desde hace más de una década, esta pequeña nación latinoamericana viene liderando el desarrollo regional de la industria, exportando sus productos y servicios basados en tecnología a más de 54 países, con ganancias que superan los 100 millones de dólares.

Resulta increíble pensar que un país con apenas tres millones de habitantes logra exportar seis veces más software que un gigante como Brasil y tres veces más que Chile o Argentina. Durante los últimos 15 años, Uruguay se ha posicionado como un polo tecnológico regional, atrayendo a empresas de tanto prestigio como la hindú Tata Consulting Services u obteniendo una calificación de cuatro sobre cinco para la planta de desarrollo de software local de IBM, título conferido por la Universidad Carnegie Mellon de Estados Unidos.

Estos no son los únicos datos de los que podemos asombrarnos. Los charrúas son uno de los pocos países en el mundo cuya red telefónica es completamente digital, mientras que un 20% de los egresados de sus universidades lo hacen desde carreras relacionadas con tecnología. De hecho, la prestigiosa revista de economía LatinTrade destacó en enero de 2004 a Uruguay como el mayor exportador de software de Latinoamérica, apodándolo como el "Imán Sudamericano", condición que queda rápidamente en evidencia sobre el Parque de Negocios y Tecnología Zonamerica, edificado a treinta minutos del centro de Montevideo.

Pero, ¿cómo alcanzaron los uruguayos aquella posición tan envidiable? Claramente no fue por casualidad, sino por un esfuerzo previsor de país en su conjunto.

En 1996, mientras nosotros recién comenzábamos a conocer las bondades de Internet, Uruguay ya decretaba medidas que favorecían la explotación de los recursos informáticos: se creaba el expediente electrónico, que facilitaba trámites en línea, y se reglamentaba el uso de la firma digital, al tiempo que se legislaba sobre los derechos de autor y se excluía del pago de IVA a la exportación de servicios.

Tras observar con interés el crecimiento de las empresas informáticas durante las postrimerías de los 90 y su salida a mercados internacionales, el gobierno declaró de "interés nacional" la industria, consciente de estar frente a una oportunidad que no se había desarrollado en forma íntegra. Ya para entonces, las compañías tecnológicas realizaban exportaciones por 78.6 millones de dólares, un 28.1% más que el año anterior.

En agosto de 2000, el gobierno dio otro paso al crear el Comité para la Sociedad de la Información, definiendo entre sus objetivos la creación e impulso de una "estrategia nacional para el desarrollo de la Sociedad de la Información que convoca a todos los actores, desde los centros de educación a los organismos públicos técnicos y de telecomunicaciones, a los empresarios del sector, buscando que el gobierno juegue un papel articulador".

En adelante continuó el desarrollo de iniciativas como el Portal del Estado Uruguayo en 2003 que, en forma similar a nuestro Registro Civil y Servicio de Impuestos Internos, unifica un sinnúmero de trámites como certificados, antecedentes, documentación contratación de servicios, declaraciones de impuestos y hasta emisión de facturas.

Más aún, durante los últimos años se ha ejecutado el programa de Conectividad Educativa, cuyo objetivo es capacitar a más de 40 mil profesores en el uso pedagógico de Internet, junto a la creación de 470 centros educativos destinados a un plan de "Alfabetización Digital" para la población.

Otro plan interesante de destacar es el Proyecto Mercurio emprendido por la compañía de teléfonos estatal, Antel, cuya intención era la venta masiva de computadores y el uso de la telefonía para voz y datos simultáneamente, junto al aumento de conexiones de banda ancha.

Si bien este proyecto no resultó exitoso, nos dice mucho del atrevimiento con que Uruguay intenta encontrar nuevos derroteros para el desarrollo informático. Ya en 2001, Roni Lieberman, director de Memory Computación, confiaba al diario el País Digital que no existe un camino seguro por el cual transitar en esta materia, en especial respecto a los negocios.

"Una de las cosas que aprendimos es que no se puede tratar toda Latinoamérica de la misma forma. A veces nos preguntan cuál es la receta para exportar software... y no hay receta. Cada país tiene sus particularidades y lo que funciona en uno puede no funcionar en otro", concluyó Lieberman.

Material publicado en Mouse Digital