NUESTRA PASMOSA POSMODERNIDAD,
EN DOS CLARÍSIMOS EJEMPLOS&
por Fernando Pintos
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¡Qué tiempos, nuestros, de la Posmodernidad! Nadie se ha puesto a pensar muy en serio acerca de ellos (ni de ella), pero resulta que se está cumpliendo de manera fehaciente lo que algunos teóricos vaticinaban: si la Modernidad fue una era signada por la razón y las luces, la Posmodernidad habrá de ser una época propicia para todo aquello que esté fuera de aquéllas y, por ende, fuera de lo razonable& además de oscura y tortuosa. Me confieso moderno en tiempos de Posmodernidad. No sé, tal vezpero muy posiblemente ello se deba a mi educación, sólidamente racional, o tal vez a una enfermiza vocación por la lógica y el raciocinio. En todo caso, soy un moderno que sobrevive entre las oleadas cada vez más fuertes de Posmodernidad, y este fenómeno en ocasiones me duele hasta el aullido, si bien en algunas otras -por desgracia muy pocas- suele tentarme hasta las carcajadas. Si algo bueno tiene la Posmodernidad, ello habrá de consistir en aquella intermitente e inquietante ambigüedad que nos impele a dudar, profunda y racionalmente, sobre si deberemos optar por la risa o por el llanto frente a semejante espectáculo. Esta última cuestión está resuelta, creo yo, desde un principio: quienes integren el dream team de los cínicos y pragmáticos elegirán desternillarse de risa, en tanto que en el bando de los idealistas trasnochados -entre los cuales me ubico, para mi desgracia- habremos de optar por el bíblico rechinar de dientes. Por supuesto que, a estas alturas, quien conserve la paciencia para seguir leyéndome se estará preguntando lo siguiente: ¿a raíz de qué vendrá semejante reflexión? Pues viene en vista de un par de ejemplos que dejan en claro la asombrosa sinrazón posmoderna. Me gustaría referirlos brevemente, y analizarlos para ustedes.
El primer ejemplo tiene que ver con estampillas de correo, Politically Correctness e intromisiones indeseables& Véase lo siguiente: un par de meses atrás, el gobierno mexicano decidió emitir unos sellos de correo en homenaje a "la historieta en México". Y entre esos sellos, se emitieron unos que estaban dedicados a la feliz memoria de Memín Pinguín. El tal Memín, personaje del comic mexicano en los años 50 y 60, era un simpático negrito debidamente caricaturizado, quien se dedicaba a vender periódicos en las calles y siempre protagonizaba unas historias pautadas por divertidas ocurrencias y travesuras. Así las cosas, se emiten los sellos de correo conmemorativos de Memín y& ¿Qué puede suceder a causa de ello? Nada menos que un incidente internacional. Alguna organización de Derechos Humanos "detecta" el hecho y lo señala como algo políticamente incorrecto, como un fenómeno de discriminación y como algo que, de alguna extraña y retorcida manera, atañe y afecta a la población negra de Estados Unidos. A continuación y ya en USA, algunas organizaciones afroamericanas se encargan de poner el grito en el cielo y de protestar, enérgicamente, contra ese "acto de racismo y discriminación" promovido por el Estado mexicano. Y como si todo ello fuera poco, interviene también el gobierno americano, haciendo gala de esa exquisita habilidad para meterse donde nadie lo llama, barbotando las consabidas protestas a nivel diplomático& Protestas lógicamente improcedentes e impertinentes, tal cual su sempiterna costumbre. Y ahora, que alguien me aclare lo siguiente: ¿acaso no estamos presenciando una especie de circo estúpido, infame y obsceno? ¿Qué demonios tienen que hacer el gobierno de Estados Unidos, las organizaciones de la comunidad negra norteamericana y organizaciones de "derechos humanos", entrometiéndose en un asunto que atañe estrictamente a México, su gobierno y sus ciudadanos? ¿Acaso alguien, en América Latina, le puso objeciones al señor Bush cuando le robó las elecciones al demócrata Al Gore en 2000, mediante un simpático coup d'etat perpetrado en el Estado de Florida? ¿Por casualidad algún gobierno latinoamericano se ha preocupado de restregarles por el hocico a los norteamericanos su estúpida, inmoral y criminal aventurita imperialista en Irak? La respuesta consistirá en un montón de nones, por supuesto. Y lamentablemente, la respuesta correspondiente del gobierno mexican resultó tibia, y apenas se limitó a señalar que en las caricaturas norteamericanas había aparecido, tiempo atrás, un ratón mexicano llamado Speedy González, sin que por ello nadie en México hubiera protestado& Para resumirlo: todo el penoso incidente está íntimamente ligado con el espíritu de la Posmodernidad. No ha surgido en nuestros tiempos ni en nuestras tierras, algún iracundo wannabe de Rubén Darío, para hacer una renovada versión de aquel famoso poema "A Roosevelt", sólo que con un título mucho mas apropiado: "A George W. Bush"& Nada de eso. Latinoamérica carraspea, mira para otro lado y en lugar de enfrentarse con el monstruo ensoberbecido, prefiere la prudencia del silencio cómplice y cobarde. Entretanto, los cínicos del Primer Mundo, los caraduras de la Casa Blanca y todos sus corifeos posmodernos pueden seguir cacareando, engolados, en nombre de lo "políticamente correcto"& ¡Vaya monstruosa burla de dimensión universal!
Ahora, por supuesto, deberían tener sumo cuidado los hermanos argentinos, porque en cualquier momento, alguna tímida referencia a las "Andanzas del indio Patoruzú" podría desencadenar algún otro pintoresco incidente, muy por el estilo del abyecto y aberrante que tuvo por involuntario protagonista al inocentón de Memín Penguín.
El segundo ejemplo es algo diferente. Está, más que nada, vinculado con medios de comunicación. Específicamente, se trata de un canal de cable producido en Argentina. Todo comenzó algunos meses atrás, cuando mi servicio de cable introdujo algunos canales nuevos y entre ellos apareció uno llamado INFINITO& "¡Abre tu mente!"& En un primer momento me sentí gratificado por el asunto. "Un canal llamado Infinito -reflexioné- debe tener algunos contenidos que me van a agradar". ¿Y qué contenidos deberían ser aquéllos? Bueno, mi especulación apuntaba hacia películas, series y programas documentales de altura, que tuvieran como temas principales la ciencia-ficción, el terror y los fenómenos paranormales. Demás está decir que un tema que me llama sobremanera la atención es el de los vampiros. Y desde que el cine echó a andar hasta la fecha, se han producido centenares de películas sobre el tema. Ni qué hablar de las otras vertientes de la ficción terrorífica, tales como los fantasmas, los demonios, los seres infernales y aquellos personajes que constituían el epicentro de tantas recordadas películas de la productora británica Hammer Films: Franskenstein con su monstruo de retazos; el hombre lobo; la mujer serpiente; la momia que retorna de la tumba para reclamar venganza; los zombies que vagan por las noches de luna& Sin mencionar las innombrables creaciones de un H. P. Lovecraft y su círculo de escritores o, más cerca de nuestros días, las incontables ficciones de un John Saul, un Peter Straub, un Dean R. Koontz, un David Seltzer, un Clive Barker o un Stephen King. Y recordemos que ha habido, también, muchas series de terror, desde la venerable "Night Gallery", "Haunted" y "Late Night Horror", hasta "Friday the 13th the Series", "Monsters", "Dracula, the Series", "Brimstone" y "Tales from the Crypt", pasando por "American Gothic", "Angel", "Hammer House of Horrors", "Werewolf", "Night Visions", "Kindred, the Embraced", "The Hunger", "The Legacy" y "Kolchak, the Night Stalker"&
En cuanto tiene que ver con la ciencia-ficción, existe una impresionante lista de películas de clases A, B, C, para todos los gustos (incluídas las horrendas producciones del inolvidable Ed Wood), y algunas series excelentes (muchas ellas de culto), tales como "The Twilight Zone", "Star Trek", "Gemini Man", "Flash Gordon", "Future Cop", "Lost in Space", "The Planet of the Apes", "Buck Rogers in the 25th Century", la longevísima "The Outer Limits" y otras como "Alien Nation", "Andromeda", "Babylon 5", "Battlestar Galactica", "Invasion: Earth", "Millenium", "Farscape", "Stargate" y "The X Files". Pero también existen programas documentales de muy alto nivel sobre todo cuanto tiene que ver con lo oculto, lo tenebroso, lo terrorífico y cuanto pueda ser considerado dentro del extenso campo de la ciencia-ficción. En una palabra, me preparaba para recibir un canal donde se pusiera a mi disposición todo ese tipo de material que es de mi gusto. Pero, en la práctica, ¿qué fue lo que sucedió?
Que mis sueños quedaron en añicos. Mis ilusiones hechas trizas. Porque nada de lo que esperaba apareció en la pantalla chica, salvo una única emisión semanal de "The Outer Limits" y otra, nocturnísima, de "The Psi Factor". Más allá de esos dos programitas, me topé de narices contra una programación entera que oscila peligrosamente entre lo patético, lo mediocre, lo ridículo y lo abiertamente demencial. Individuos con etiqueta de mediums, protagonizando horrendos Talk Shows en los cuales, en lugar de ridiculizar a la gente por sus taras o por sus aberraciones, les toman el pelo con el cuento de ponerlos en contacto con sus difuntos queridos& Pero además, está en cartel una verdadera legión de individuos alucinados. Unos tipejos arrugados como pasas y peludos como plumeros, que parecen no haber caído en cuenta que los años 60 y 70 están, como el título de aquella mítica película, "Gone With the Wind"& ¡Idos con el viento! Y, como consecuencia de tan penosa confusión, persisten, con enjundia digna de mejores causas, en desplegar toda la parafernalia del movimiento hippie. Una partida de pobres individuos perorando de la manera más solemne acerca del tercer ojo, de las energías universales, el Tantra y otro montón de temas bastante trasnochados si se toman en cuenta una mentalidad lógica y una concepción racional del universo y sus fenómenos. La programación de Infinito es pésima. La producción televisiva es mala. La creatividad brilla por su ausencia y basta, para darse cuenta de ello, tener la paciencia suficiente para mirar ese programucho horrendo titulado "El dado infinito". La mayoría de los personajes que aparecen en esa pantalla están lo suficientemente alienados como para ir de cabeza a un manicomio o son lo suficientemente mentirosos como para dar con sus huesos en un correccional& Pero, felizmente para todos ellos, en tiempos de Posmodernidad ni los locos paran en manicomios ni los sinvergüenzas duermen entre rejas. Y en cuanto a lo de "abrir la mente", el concepto en sí mismo resulta positivo& Pero una cosa es abrir la mente, y otra muy distinta es zambullirla en un pantano hirsuro repleto de cretinadas inconsistentes. Sin embargo, reconozcamos algo en justicia: este canal, Infinito, es un refinado producto de nuestra época posmoderna. Y punto.