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Año V - Nº 261
Uruguay,  30 de noviembre del 2007
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Realismo mágico uruguayo

por Michael S. Castleton-Bridger
 
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             El Instituto Nacional de Colonización está en vías de ser transformado de una inmobiliaria fundida a otra figura más del realismo mágico uruguayo.

             Este instituto cuya ley orgánica data de 1948 durante años no ha hecho nada.

             Las colonias que estableciera en su momento fueron ejemplos claros de cómo, en su gran mayoría, no se debían explotar los campos. Sus colonias fueron en general una colección de minifundios que no eran capaces de darle una vida digna a nadie, por lo tanto se volvieron nada más que concentraciones de pobreza y frustración en el medio del campo.

             Conozco personalmente sin embargo, dos colonias que funcionaron al menos hasta hace unos años razonablemente bien, la Glencoe en Paysandú y la Aparicio Saravia en la ex estancia de Mascarenhas en Masoller.

             ¿Qué hizo que estas colonias funcionaran a diferencia de los minifundios semi-abandonados de Canelones o Maldonado, por ejemplo? Sencillamente que los directorios de la época siguieron un criterio más o menos técnico e hicieron fraccionamientos apropiadas a la explotación potencial de los campos en las cuales estaban insertas dichas colonias.Hicieron verdaderas estancitas sobre el basalto. Establecimientos que eran y siguen siendo unidades productivas y viables desde el punto de vista económico. Pero cuidado, hablamos de fracciones del entorno de las 800Ha. No son precisamente el estereotipo del colono ‘repoblador’ de la campaña. Hablamos de establecimientos para productores con todas las de la ley.

             En estos días se discute en el parlamento un proyecto de ley de autoría de algunos representantes del partido nacional.

             Concretamente se ha dado en llamar este proyecto ‘Campaña, normas para repoblarla’.

             Lo primero que viene a la cabeza es que francamente en lo que me es personal y luego de explotar y/o administrar campos en los rincones más perdidos de nuestra república hace ya treinta y cinco años, yo, al menos, no estaba al tanto de que la campaña había que ‘repoblarla’. La verdad que no se ven grandes predios improductivos. La verdad que no me consta que hayan enormes predios fiscales inexplotados como en otros países. La verdad que han aparecido nuevos establecimientos como hongos en cuanto paraje uno recorra. Pero quizá esos sean sólo empirismos que no reflejen otra realidad que uno desconoce.

             Yo, al menos, que me jacto de conocer cuanto rincón tiene este país no he visto pueblos fantasmas, he visto pobreza muchas veces, pero no miseria, y ya no veo pueblos de ratas como los de antes. Veo una campaña cada vez más trabajada y sin duda cambiada por la forestación, pero gente, la misma de siempre o quizá más que antes.

             ¿Entonces, este proyecto que habilitaría al I.N.C. a comprar preceptivamente al valor de CATASTRO el 20% de cada propiedad de 1500Ha. o más de índice coneat 100 que salga al mercado; no será un poco el clásico deber ser latino americano triunfando sobre la realidad?

             ¿Ese mito tan manejado por algunos de la propiedad de la tierra para los que la trabajen y facilismos parecidos? Por lo que se ve en las exportaciones del país el sector primario ocupa largamente el primer lugar, y eso no sale de una campaña que no se trabaja.

             De aquí surgen dos conclusiones, la primera es que sin duda nuestra campaña progresa a un ritmo desconocido para la mayoría de los montevideanos y segundo con la tecnología actual no se precisa mucha gente para explotar la tierra en forma eficiente. A esto le podemos agregar que la gran mayoría de los puebleros no tienen ningún interés real en vivir en el medio rural con los sacrificios sociales y de comodidad que eso implica. Esto fue, es y será siempre así y no hay ley que lo modifique. El ser humano es gregario y requiere una mentalidad especial irse a vivir al medio del campo, no es para cualquiera.

             Pero, volviendo a este proyecto de ley, lo que salta a la vista tal cual está redactado es que el I.N.C. puede elegir discrecionalmente, en un campo de basalto por ejemplo, los mejores suelos que muchas veces no llegan al 20% del campo y pagarlos a un precio que en definitiva fija el Estado. Lo único que faltaría para completar la expropiación sería un pago en bonos de esos que son útiles solamente en el retrete. Entonces estaríamos ante dos hechos sumamente graves: por un lado el desmembramiento de unidades productivas al antojo de los burócratas de la inmobiliaria hasta ayer fundida, y simultáneamente, lo que es a mi juicio una grave violación a la constitución.

             Nuestra carta magna dice a texto expreso en su artículo séptimo, que el gobierno protegerá entre otras; honor, libertad, trabajo y propiedad y por si esto fuera poco en el artículo trigésimo segundo dice a también a texto expreso: ‘que la propiedad es un derecho inviolable salvo casos de interés general’ etc. etc. donde el propietario ‘recibirá una justa y previa compensación’ por sus bienes.

             Ahora bien, obviamente esta ley en discusión habilitaría al Estado a desmembrar unidades productivas en favor de putativos colonos pero ni siquiera respetando el precepto de la justa compensación ya que sabido es que los valores catastrales los maneja el propio Estado y que distan muchísimo de los valores reales.

             El resultado de esta ley si es que se aprueba, no será más que la destrucción a juicio de la burocracia de turno de unidades productivas que en muchos casos llevaron generaciones formar y tan o más grave que esto con una compensación dudosa. Por cierto muy lejana a la justa compensación que previó el constituyente.

             Este tema de la despoblación de la campaña es añejo y no sólo Uruguayo. En los E.E.U.U. a principios del cincuenta trabajaba algo del 7% de la población en la tierra. Hoy, no se llega al 2%. Este fenómeno va de la mano con el desarrollo de los países y la creación de fuentes de trabajo en ambientes urbanos menos duros que las tareas rurales. Esto es así. No es cierto que haya multitudes deseando volver a pisar terrones entre el frío, el calor, las moscas y la bosta; lisa y llanamente no es cierto.

             La campaña del Uruguay se repoblará en la medida que aumentemos la extracción de los campos y apliquemos más y mejor tecnología. Esto, más la reforma agraria de las sábanas va a reducir el tamaño de los predios que para subsistir deberán ser más eficientes y seguramente requerirán la administración de sus titulares. Esa es la verdadera y única repoblación que va funcionar y que por otro lado ya se está dando. Predios más chicos, mejor trabajados con más tecnología y mayor producción por unidad de superficie. Esa es la verdad verdadera de este asunto. Sólo así se va a ‘repoblar’ nuestra campaña en forma lógica, sostenible y productiva.

             La ley que se proyecta es una mala ley. Flaco favor le va a hacer a la República, porque si este proyecto sale tal cual, la verdad que no será muy halagüeño el panorama para nuevas inversiones en nuestro medio rural vengan de donde vengan.

             Por más que algunos sueñen con como deberían ser las cosas, estas son como son, y el difícil arte de vivir de la tierra no es para cualquiera. Lo digo con propiedad, ya que mi familia lo viene haciendo con altibajos durante más de seis generaciones en el Río de la Plata, y hemos vivido todas las dificultades inherentes a este tipo de actividad, tan dura, pero tan pródiga en satisfacciones espirituales, no tanto en aspectos materiales.

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