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Año V - Nº 262
Uruguay,  30 de noviembre del 2007
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Carlos Malamud
La diplomacia bolivariana
en el laberinto congelado
por Carlos Malamud
 
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"... Tanto en el caso de Colombia como en el de España las amenazas "congelatorias" no deben ser tomadas a la ligera, dada la imprevisibilidad de quien las formula. Es posible que tras el referéndum las cosas vuelvan a su cauce, pero ello también dependerá, y mucho, del resultado. Si el 2 de diciembre se produce una victoria clara y contundente del oficialismo, como Chávez nos ha tenido acostumbrados hasta ahora, la posibilidad de una vuelta a la "normalidad" es bastante alta. Si por el contrario el triunfo del SÍ es muy ajustado, o gana el NO, podría pasar cualquier cosa, desde que la urgencia de los acontecimientos releguen a un segundo plano los asuntos exteriores, hasta una nueva escalada declarativa".

            Pese a estar excesivamente recalentada, la economía venezolana no tiene los mismos problemas que la ecuatoriana. En efecto, mientras los tenderos de Guayaquil especializados en la venta de electrodomésticos de línea blanca ven con preocupación cómo sus ventas se estancan pese a la campaña navideña, en las tiendas de Caracas y otras ciudades importantes de Venezuela los frigoríficos y las congeladoras no sólo abundan, sino también se venden muy bien. Los consumidores venezolanos pueden comprar coches de lujo, whisky de 25 años, o cualquier clase de adminículo que sirva para enfriar o congelar, aunque luego el problema sea cómo rellenar su interior. Y es que encontrar leche, carne, huevos, caraotas u otros productos de primera necesidad en las tiendas o mercados venezolanos es mucho más complicado, para desgracia de los consumidores. Debe ser una de las consecuencias de la llamada "enfermedad holandesa" que afecta con violencia a los petroestados, especialmente a aquellos más dispendiosos y menos ahorrativos.

            Es en este contexto de un cierto malestar ciudadano por los problemas de desabastecimiento que Hugo Chávez afronta la recta final del referéndum para aprobar la reforma constitucional que él mismo puso en marcha. En caso de ser aprobada, la nueva Constitución (ya que de eso se trata) le permitiría aspirar a la reelección indefinida y concentrar en su persona una cantidad inigualada de poder. Embravecido por el eco de la movilización callejera, seducido por las resonancias de sus intervenciones en Aló Presidente y Telesur, y con el telón de fondo de un granate subido, impulsó una serie de reformas que iban mucho más allá de la reelección y que provocaron fisuras e importantes deserciones en el bloque social que lo respalda.

            La postura del general Baduel, contundente en su denuncia de las implicaciones golpistas de la reforma, fue la desafección más sonada. Pero también hubo otras, como la del principal líder de Podemos, su otrora aliado Ismael García, un verdadero zarpazo contra la pretensión hegemónica del chavismo, o la de la ex segunda esposa del presidente, Marisabel Rodríguez, que golpeó directamente en los atributos viriles del caudillo. Todas estas manifestaciones han animado una campaña que, según las últimas encuestas, está mostrando ciertos movimientos interesantes, como una clara tendencia al aumento del NO, el descenso del SÍ y, muy especialmente, una mayor movilización de los abstencionistas, quienes podrían terminar decidiendo la elección.

            Este contexto explica el creciente nerviosismo de Hugo Chávez, que necesita cada vez con más urgencia recurrir al nacionalismo y a la xenofobia para movilizar a sus bases. Agotado ya el recurso de demonizar al presidente Bush, que optó en su momento por la más que acertada táctica de no responder y no entrar al trapo de los repetidos envites del comandante bolivariano, hubo que buscar nuevos enemigos en la colonialista y corrompida Europa y en lo más rancio del vecindario. Desde Chile, Chávez se ha agarrado al clavo ardiendo del "porqué no te callas" para sacar a relucir todo el patriotismo y toda la dignidad soberana que lleva dentro, pensando que de ese modo el respaldo a su proyecto aumentaría de forma decidida.

            Lamentablemente para sus planes, la falta de respuesta del gobierno de España (la vía por la que se expresa el monarca) fue vaciando de contenido y de vibraciones un mensaje que por repetido se estaba convirtiendo incluso en aburrido. La mejor prueba de ello es que en su última diatriba contra Álvaro Uribe y Colombia, la mención de Chávez a la solicitud regia de perdón o de disculpas fue sólo una nota marginal, casi a pie de página, en la que la única novedad fue la inclusión de la congelación de las relaciones diplomáticas. En realidad, las dianas habían sido dirigidas contra Colombia, quien iba a sufrir en carne propia las consecuencias del escupitajo brutal (escupitazo en su versión bolivariana) propinado por Uribe a Chávez, al cancelar por razones nimias o por presiones de la oligarquía más reaccionaria y del imperialismo gringo su labor mediadora en el canje humanitario con las FARC. Fue a Colombia a quien primero le congelaron las relaciones diplomáticas, económicas, comerciales y así podríamos seguir. Luego, ya que el Pisuerga pasa por Valladolid, a España también se le intentó aplicar un correctivo semejante.

            En Colombia hay razones de peso para preocuparse por semejantes baladronadas. Venezuela es hoy el segundo cliente de Colombia, sólo detrás de Estados Unidos, y las relaciones comerciales bilaterales mueven más de 5.000 millones de dólares anuales. Pero hay una diferencia sustancial entre ambos mercados, ya que mientras a Estados Unidos se le venden materias primas y alimentos, cocaína incluida, las exportaciones a Venezuela son básicamente manufacturas, en especial textiles, confecciones, vehículos y alimentos, una fuente de trabajo para más de 300.000 colombianos.

            Tanto en el caso de Colombia como en el de España las amenazas "congelatorias" no deben ser tomadas a la ligera, dada la imprevisibilidad de quien las formula. Es posible que tras el referéndum las cosas vuelvan a su cauce, pero ello también dependerá, y mucho, del resultado. Si el 2 de diciembre se produce una victoria clara y contundente del oficialismo, como Chávez nos ha tenido acostumbrados hasta ahora, la posibilidad de una vuelta a la "normalidad" es bastante alta. Si por el contrario el triunfo del SÍ es muy ajustado, o gana el NO, podría pasar cualquier cosa, desde que la urgencia de los acontecimientos releguen a un segundo plano los asuntos exteriores, hasta una nueva escalada declarativa.

            Es el presidente Chávez quien diseña, planifica y ejecuta la política exterior de su gobierno, que cuenta con un solo embajador: el mismo Chávez. En las últimas semanas hemos visto cómo los patinazos diplomáticos bolivarianos han sido la norma, según muestra el exceso de nerviosismo imperante en el palacio de Miraflores, sede del Ejecutivo venezolano. No sólo fue el chaparrón regio que le cayó en Santiago, sino la sensación de un creciente aislamiento continental el que campó por la Cumbre. A esto hay que agregar su vano empeño de politizar la OPEP de la mano del iraní Mahmud Ahmadineyad, el frío recibimiento propinado por Nicolás Sarkozy en el Elíseo, donde Chávez se presentó con las manos vacías y sin ninguna prueba de vida de Ingrid Betancourt, y la posterior ruptura de la mediación por parte de Uribe. Para colmo de males, Brasil descubrió un gran yacimiento de petróleo y Petrobras abandonó el proyecto de Mariscal Sucre que debía emprender conjuntamente con PdVsa, la puntilla definitiva al Gran Gasoducto del Sur. De este modo Brasil se desprende totalmente a medio plazo de tener que depender energéticamente de Hugo Chávez y sus aliados. El mundo ya no es lo que era. ¡Tiemble Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander acecha!.


Fuente: Infolatam
 
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