" Haz de Internet una gran plataforma de comunicación, no la conviertas en una cloaca de maldad" preHacker.Hacker Digital.
Año I - Nro. 38 - Uruguay, 8 de agosto del 2003

Carta de Juan Salvador Gaviota
Carta de la vida
No me olvides
Sueño

 

      

Carta de Juan Salvador Gaviota bajo la pluma de Jorge Alberto

Hola Amigos,
Continuo con la narración:
De modo que esto es el cielo, pensé,y sonreí.
No era muy respetuoso analizar el cielo justo en el momento en que uno está a punto de entrar en él.
Al venir de la Tierra por encima de las nubes y en formación cerrada con mis dos resplandecientes compañeras, vi que mi propio cuerpo se hacia tan resplandeciente como el de ellas.
En verdad, allí estaba el mismo y joven Juan Gaviota, el que siempre había existido detrás de mis ojos dorados, pero mi forma exterior había cambiado.
Mi cuerpo sentía como gaviota, pero ya volaba mucho mejor que con el anterior.
¡¡¡Vaya, pero si con la mitad del esfuerzo, obtengo el doble de velocidad, de rendimiento, que en mis mejores días en la tierra!!!
Mis plumas brillaban, ahora en un blanco resplandeciente, y mis alas eran lisas y perfectas como láminas de plata pulida. Empecé gozoso a familiarizarme con ellas, a imprimir potencia en estas nuevas alas.
A trescientos cincuenta kilómetros por hora, estaba logrando mi máxima velocidad en vuelo horizontal.
A cuatrocientos diez, pensé que estaba volando a tope de mi capacidad, y me sentí ligeramente desilusionado. Había un límite a lo que podía hacer con mi nuevo cuerpo, y aunque iba mucho más rápido que en mi antigua marca de vuelo horizontal, era sin embargo un límite que me costaría mucho esfuerzo mejorar. En el cielo no debería haber limitaciones.
De pronto se separaron las nubes y mis compañeros gritaron:
"¡¡¡Feliz aterrizaje, Juan!!!" y desaparecieron sin dejar rastro.
Volaba encima de un mar, hacia un mellado litoral. Una que otra gaviota se afanaba en los remolinos entre los acantilados. Lejos, hacia el Norte, en el horizonte mismo, volaban unas cuantas más. Nuevos horizontes, nuevos pensamientos, nuevas preguntas. ¿ Por qué tan pocas gaviotas? ¡¡¡El Paraíso debería estar lleno de gaviotas!!! ¿ Y porque estoy tan cansado de pronto ? Era de suponer que las gaviotas en el cielo no deberían cansarse, ni dormir.
¿Donde había oído eso ? El recuerdo de mi vida en la tierra se me hacia borroso. La tierra había sido un lugar donde había aprendido mucho. pero los detalles se me hacían nebulosos; recordaba algo de la lucha por la comida, y de haber sido un Exilado. La docena de gaviotas que estaban cerca de la playa vinieron a saludarme sin que una dijera una palabra. Solo Sentí que me daban la bienvenida y que era mi casa Había sido un gran día, cuyo amanecer ya no recordaba.
Giré para aterrizar en la playa, batiendo mis alas hasta pararme un instante en el aire, y luego descendí ligeramente sobre la arena. Las otras gaviotas aterrizaron también, pero ninguna movió ni una pluma. Volaron contra el viento, extendidas sus brillantes alas, sin que supiera él como. cambiaron la curvatura de sus plumas hasta detenerse en el mismo instante en que sus pies tocaron tierra. Había sido una hermosa muestra de control, pero estaba cansado para yo intentarlo.
Durante los próximos días vi que había tanto que aprender sobre el vuelo como en la vida que había dejado. Pero con una diferencia. Aquí había gaviotas que pensaban como yo. Ya que para cada una de ellas lo más importante en sus vidas era alcanzar y palpar la perfección de lo que más amábamos hacer: volar.
Eramos pájaros magníficos, todos, y pasábamos hora tras hora cada día ejercitándonos en volar, ensayando aeronáutica avanzada.
Durante mucho tiempo, me olvide del mundo de donde ´había venido, ese lugar donde la Bandada vivía con los ojos bien cerrados al gozo de volar, empleando sus alas como medios para encontrar y luchar por la comida. Pero de cuando en cuando, sólo por un momento lo recordaba.
Una mañana, mientras descansábamos, Rafael, mi instructor, y yo en la playa, pregunte: ¿ Dónde están los demás ? ¿ Porque no hay más de nosotros aquí ? De donde vengo había miles y miles de gaviotas.
Lo sé movió su cabeza Rafael afirmativamente. La única respuesta que puedo dar Juan, es que tú eres una gaviota en un millón. La mayoría de nosotros, progresamos con mucha lentitud. pasamos de un mundo a otro casi exactamente igual, olvidando en seguida de dónde habíamos venido, sin preocuparnos hacia donde íbamos, viviendo solo el momento presente. ¿ Tienes idea de cuántas vidas debimos cruzar antes de que lográramos la primera idea de que hay más en la vida que comer, luchar o alcanzar poder en la Bandada ? ¡¡¡Mil vidas, Juan, Diez mil!!! Y luego cien vidas más hasta que empezamos a aprender que hay algo llamado perfección, y otra cien para comprender que la meta de la vida es encontrar esa perfección y reflejarla. La misma norma se aplica ahora si nosotros, por supuesto: elegimos nuestro mundo venidero mediante lo que hemos aprendido de éste. No aprendas nada, y el próximo mundo será igual que éste, con las mismas limitaciones y pesos de plomo que superar.
Hasta el proximo encuentro .

Jorge Alberto