Gracias a Dios que nos permite encontrar en el amigo verdadero esa confianza en la que, nuestros más recónditos pensamientos, sentires o pesares encuentran el cobijo de paz, de escucha y comprensión que necesitamos tantas veces.
No sabemos por qué, la amistad es un hecho distinto a la familia que, siendo lo más maravilloso del mundo, indudablemente, a veces no queremos alterarla y cuando algo hay, en nuestro interior ,que necesita ser comunicado no quieres preocuparla. En la amistad verdadera nos confiamos, nos sentimos acogidos y nos sosegamos. Vuelvo a recordar el salmo: "Quién ha encontrado un amigo, ha encontrado un tesoro".
¡Dios sea bendito y alabado por siempre por concedernos el maravilloso don de la amistad!.
Inmaculada.