Los peores daños potenciales residen en los peligros de largo plazo: desaprovechamiento definitivo de las ganancias de escala que acarrearía la cooperación ambiental, económica y comercial en el sector productivo forestal-papelero; creación de un diferendo político y diplomático crónico, que llena las relaciones argentino-uruguayas de mutua desconfianza; incidencia del conflicto en un eventual proceso de disgregación del Mercosur. Y el peor de todos: que por primera vez un conflicto entre uruguayos y argentinos adquiere encarnadura social y cultural, convertido en una “causa nacional” que intoxica a jóvenes generaciones y proporciona alimento nuevo a los sempiternos nacionalismos. |