Cada día que pasa el presidente Kirchner se parece más a aquellos de quienes tanto quiso diferenciarse: sus antecesores. En un principio su discurso y el gran desconocimiento que tenía el público de ese personaje secundario de la política nacional le jugaron a favor. La gente está igualmente predispuesta a creer en las promesas electorales y acostumbrada a que queden en anuncio.