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Alcanzar la paz…
por Marcelo Ostria Trigo (Perfil)
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No hay camino para la paz, la paz es el camino.
Mahatma Gandhi
Quienes escriben sobre la situación política, social y económica de Bolivia seguramente tienen, como yo, una gran frustración. Es gratificante escribir sobre los logros de los ciudadanos, los aciertos de un gobierno, los avances hacia el desarrollo, el respeto a la ley y a las instituciones y, en fin, sobre la paz… Pero ahora vemos entristecidos que hay poco de positivo…
El odio, el insulto y la acusación irresponsable, son muestras de intolerancia incompatible con el ejercicio democrático del poder. Parece que el gobierno cree que toda la actividad política o cívica, que no sea la del partido oficial, tiene que ser combatida con la fuerza. Las incitativas del oficialismo a la violencia, contribuyen a que los ciudadanos se convenzan de que no viven en democracia.
Ayer un diario abrió sus páginas con algo preocupante: “Masistas y autonomistas se preparan para enfrentarse” (La Razón 28 de marzo de 2008). En verdad, todo proviene de los enfervorizados por el sectarismo populista, que amenazan con acciones que sólo pueden resultar en dolor y luto para los bolivianos. La violencia, como modo de resistencia a las autonomías de las regiones, está inspirada por el empeño oficialista de mantener el centralismo para controlar –no orientar ni administrar– la vida nacional desde la casa de gobierno de la Plaza Murillo de La Paz.
Con estos ejemplos, no extraña la feroz crueldad de los linchamientos en nombre de la llamada “justicia comunitaria” –la que se pretende consagrar en la propuesta masista de constitución–; linchamientos de los que no se han salvado ni los policías.
El principal titular de primera página del diario La Razón de La Paz, no es el único que muestra la barbarie y la violencia. También en la primera página se informa de un nuevo acto que horroriza: “Mataron con saña a dos mineros” –hay desaparecidos, lo que inquieta más–, en un enfrentamiento salvaje con campesinos y, en las páginas interiores, se relata la crueldad que llegó a la bestialidad. Y para ratificar de que se trata ya del desenfreno total, otros dos titulares de hoy, sábado 29 de marzo: “La intervención militar en Camiri deja heridos y no frena el bloqueo” y “Cabildos y violencia hacen renunciar a seis alcaldes” (La Razón, páginas A-8 y A-17).
Hace ya mucho que se viola impunemente la ley. Y no solamente por los monstruos de la violencia tolerada, sino también con las incitativas del régimen. Los cercos al parlamento, los ataques a manifestantes opositores, las pobladas desenfrenadas, las fieras amenazas contra regiones y ciudadanos y la propaganda agresiva orientada al odio, son el alimento para los iracundos. Se viene la “ley de la selva”. Y, para ratificar esto, sale la sandez: “La policía “no resguardará un acto ilegal” (referendo autonomista de Santa Cruz). Así, los encargados de cuidar la paz ciudadana, sólo serán espectadores pasivos de cómo la gente se “saca la mugre”.
Mi ánimo no es de esperanza. Mi percepción alarmada por lo que sucede y lo que puede suceder, me quita las ganas de escribir sobre lo positivo. Veo amargamente que mi país, por obra de la autocracia, ya no es un ámbito de paz para trabajar honestamente, ni para gozar de seguridad al amparo de la ley.
Aún con estas dolorosas comprobaciones, sigo pensando que ésta no es la hora 25, en la que ni la venida del Redentor podría salvarnos. No. Es la hora 24, porque mañana vendrá el amanecer… y avanzaremos en el camino de la paz.
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