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La Sociedad de la Violencia por Raúl Seoane |
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Hace mucho tiempo que quiero escribir sobre la violencia que día a día se incrementa en nuestra sociedad, pero lo voy postergando porque es un tema de muy difícil tratamiento. No soy psicólogo y sólo me interesa hacerlo desde mi simple óptica de ciudadano inserto en un mundo donde la violencia crece en forma espiral y no sabemos donde va a terminar.
El mundo, de por sí, es violento. Pero dejemos de lado al resto del mundo y centrémonos en nuestro país, donde los actos delictivos se suceden continuamente y los ciudadanos comunes viven encerrados en jaulas enrejadas y los delincuentes sueltos en las calles.
La culpa de la violencia actual es de la misma sociedad en razón a la forma con que fue evolucionando. No creo que haya que sicoanalizar al individuo, es a la propia sociedad a la que hay que sicoanalizar, porque el problema de la violencia parte de ella.
En el artículo Existe un problema más serio que publiqué en Informe Uruguay Nº 169, ya había esbozado mi opinión sobre la violencia, pero en este quisiera ahondar un poco más sobre sus orígenes.
Creo que el cambio en las reglas de esta sociedad que comenzó en los años ’60 con los hippies, los Beatles con el rompimiento del acartonamiento social vigente en aquella época, fue el comienzo de una libertad que fue tomada como bandera de determinados sectores políticos y sociales y la convirtieron en un libertinaje.
A partir de ese momento comenzaron a generarse los movimientos liberales y progresista que determinaban la libertad total en la sociedad. Se iniciaron las campañas contra la discriminación, los derechos humanos, etc., lo que fue degenerando en demasiada libertad sin control y sin límites.
Después de la caída del comunismo, los movimientos de derechos humanos y progresistas iniciaron un auge mundial que hoy se ve reflejado en el pensamiento de muchos partidos de izquierda. Estos partidos, incluyendo al FA uruguayo, modificaron las leyes y reglas que regían a sus sociedades, como así también el sistema de enseñanza en las escuelas, de tal forma que hoy no existe la regla de premios y castigos que se utilizaba en la antigüedad.
Los golpes militares en Uruguay y Argentina, fueron caldo de cultivo para la concientización de las masas con estas ideas progresistas impulsadas por los partidos de la izquierda. Esto hizo que el ciudadano medio creyera que la autoridad, que en esos momentos emanaba de los militares en el poder, fuera perversa, y en su subconsciente quedó marcada una clara animadversión hacia todo el conjunto de autoridades militares y policiales. Es decir, que cualquier militar o policía, bueno o malo, entraba dentro “del paquete” de repudio.
De esta manera, lo que se logró fue una pérdida de autoridad, a ojos de la población, de las fuerzas del órden. Tanto es así, que hoy es mal visto aquel que quiere ingresar en la carrera policial o militar. Pero aclaremos que esto no es una regla general, sino una regla mayoritaria.
Una monografía publicada por Oscar Yescas Domínguez titulada Aportaciones de la psicología social al estudio de la violencia social habla de la existencia de un conflicto de sistema de valores. También nos aporta el concepto de anomia (entendida como conflicto cultural, como crisis o ausencia de valores o normas), como una útil herramienta que ayuda a concebir la existencia de subculturas que coexisten al interior de una cultura dominante.
Sin embargo, aún aceptando la existencia de un conflicto de sistemas de valores, en el cual los valores de una cultura dominante están en desavenencia con valores subculturales, el concepto de anomia no es suficiente desde una perspectiva psicosocial ya que no permite explicar la ineptitud de los sujetos para incorporarse a una vida productiva, y más allá, el alto índice de reincidencia que presentan algunas personas. Aún más, la evidencia empírica refuta el sentido del concepto de anomia ya que la tasa más elevada de delitos no es exclusivamente localizable entre los sectores marginados. Ver artículo completo
A su vez, existen varios factores que van generando la violencia, y que estarían resumidos de esta manera:
- La TV, que en busca del tan famoso “rating” olvida valores esenciales para la convivencia de la sociedad a la que se dirige. Esto está implícito en series violentas, noticieros diarios con escenas y comentarios violentos, bombardeo diario con especiales sobre criminología, cámaras ocultas sobre delitos no detectados por las autoridades, etc. Esto hace que el individuo crea que se encuentra en una sociedad donde triunfa el delincuente y no el honesto, efectuándole un cambio en sus valores morales que, en algunos casos, lo “autoriza” a delinquir. Ver artículo sobre la TV
- La sociedad de la información. El auge de los medios de comunicación y de la información. Televisión, radio, cine, internet, etc. en los que todo es válido, donde la sangre, las masacres, las violaciones, los asesinatos son moneda corriente de información, y puntos de rating para los emisores.
- La sociedad de consumo, que como lo expresé en mi artículo Existe un problema más serio obliga a ambos padres a salir a trabajar para poder así adquirir un utópico bienestar con el que nos bombardean diariamente.
- Los Derechos Humanos, que en aras del bienestar de todos los ciudadanos, olvida que el honesto no es igual al delincuente, y de que los derechos humanos son para todos y no para unos pocos.
- La droga.
- La falta de autoridad, generada por las ideas progresistas de la izquierda y por la carencia de contención familiar motivadas por la sociedad de consumo.
- La degradación social y moral de la policía, a la que la llevaron los partidos de izquierda y las asociaciones de derechos humanos
- Las reformas a la educación, que eliminaron el sistema de premios y castigos, consiguiendo con ellos eliminar también la motivación hacia un logro.
- El acotamiento de las funciones policiales, y, en muchos casos, la falta de respaldo político a la autoridad policial.
- La falta de un castigo para los menores que delinquen.
- La falta de un programa de reinserción de los individuos que delinquieron por primera vez y lo hicieron por determinadas circunstancias ajenas a aquel que vive exclusivamente del delito.
- La falta de una educación con fuertes valores morales y con un sistema que permita y obligue a razonar al educando. Hoy el razonamiento y la confrontación y adecuación de ideas, es más parecido a un partido de Nacional y Peñarol que a un intercambio y razonamiento de posiciones filosóficas y políticas.
Para analizar toda esta problemática tendríamos que escribir un libro de varios tomos, lo que llevaría al lector a cerrarlo en los primeros capítulos harto de tanta palabrería. Sin embargo, este razonamiento intelectual no está muy lejos de la verdad y es un comienzo para poder estudiar la razón del por qué esta sociedad es cada día más violenta. El Dr. Dr. Carlos De Los Ángeles en otra monografía asegura que Todo programa que intente controlar y reducir la violencia debe empezar por reconocer la complejidad del problema. Inciden en él vectores psicológicos, educacionales, geopolíticos, sociales y de modo más profundo, factores simplemente humanos… La sola evocación de los problemas psicosociales nos muestra que la tarea de reducir la violencia es empresa para varias generaciones, pero, la ejecución debe comenzar ahora mismo. Ver artículo completo
Sin embargo, hay que incluir también la falta de decisión para tomar medidas contundentes contra la delincuencia y el delito de los actuales gobernantes. Las ocupaciones irracionales de empresas que están ocurriendo sin una decisión gubernamental de encauzarlas dentro del derecho; las ocupaciones de viviendas que no son resueltas por el poder central; la suelta indiscriminada de delincuentes procesados que luego vuelven a cometer delitos, como está demostrado estadísticamente; la falta de una política coherente en materia policial lo que está llevando a la policía a un callejón sin salida, sin medios, sin equipamiento, mal pagos y peor tratados; la carencia de una política de menores que castigue y reeduque a los infanto-delincuentes; la falta de una política de reinserción en la sociedad de los delincuentes. Y muchas otras falencias y decisiones que no se toman por el equívoco miedo a quebrar esos famosos Derechos Humanos.
Creo que habría que analizar cada uno de los doce puntos que marqué, y de a poco podríamos ir haciéndolo en futuros artículos con la colaboración de nuestros lectores, porque el tema no termina acá, hay mucho para recorrer y analizar.
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