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Papeleras: La desinformación uruguaya también es una realidad por Raúl Seoane
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Si la lógica del pleito sigue siendo la de Kirchner y Tabaré Vázquez, ese pleito amarrará en un puerto de ruinas. España está en apremios porque desea realizar la cumbre entre la Argentina y Uruguay para dar sentido a la mediación del enviado del Rey Juan Carlos. Juan Yañez Barnuevo se lo planteó a Jorge Taiana. Buenos Aires y Montevideo respondieron afirmativamente y con ilusión pública. Pero en privado reina el escepticismo sobre el resultado en las dos orillas. Alguna idea nueva, tal vez, no le vendría mal al Gobierno argentino atrapado entre los asambleístas y el hecho consumado de la empresa Botnia. http://www.clarin.com/diario/2007/03/04/opinion/o-02901.htm
No es la primera vez que el gobierno español comprende que, por culpa de otro populista como Rodríguez Zapatero, la Casa Real se encuentra embretada en un conflicto que, por ahora, no tiene vías de solución y que es bastardeada constantemente desde la esquina de quién rogó, e impuso casi prepotentemente, la mediación real.
Cada vez que nuestro país estira la mano en un gesto que invita a la distensión del conflicto, desde el otro lado del charco recibe un golpe que intenta derribar constantemente cualquier tipo de mediación y quiere imponer exclusivamente sus condiciones.
Además del bombardeo constante de desinformación a la que estamos acostumbrados, de parte de los “imparciales” medios entrerrianos, el periodista argentino, alineado con la izquierda setentista, Hernán López Echagüe, y exiliado en la zona de Nueva Palmira/Uruguay, aprovecha para añadir leña al fuego de esta disputa asegurando que “si Gualeguaychú no salía a la calle, iban a entrar decenas de pasteras más”.
Esta misma desinformación se refleja en la dicotomía de las posiciones por la instalación de las plantas de celulosa en nuestro propio país, beneficiario incuestionable de las inversiones pasteras que representan nuevos puestos de trabajo.
En la propia sociedad coloniense, asentamiento definitivo de la española ENCE, existen posiciones encontradas. De acuerdo a la carta publicada en esta edición de la Comisión “Amigos de Conchillas”, lugar donde se va a radicar la empresa, se reconocen las posibilidades de crecimiento económico y bienestar que esta empresa puede traer a la región, pidiendo únicamente el resguardo de la identidad conchillense y esperando que el proyecto industrial y la comunidad, aprovechando las sinergias que se generen, se realicen de forma tal de que ambos alcancen todo su potencial, sin que un desarrollo sea en desmedro del otro.
Por otro lado, con un total desconocimiento de la realidad, un comunicado del Movimiento de Productores de Colonia, que también publicamos en esta edición, se opone terminantemente al monocultivo forestal impulsado por este y los anteriores gobiernos. Además, asegura que son defensores de nuestra soberanía territorial, frente a este modelo forestal que profundiza la expansión de los latifundios y zonas francas en manos extranjeras.
Esta diferencia tan grande de opiniones dentro de un mismo departamento es, muchas veces, debido a la falta de información y peor todavía, a la desinformación continua sobre el funcionamiento de este tipo de plantas y la forestación que implica para obtener la materia prima necesaria.
Si el Movimiento de Productores de Colonia, que según se puede interpretar de su comunicado tiene tendencia a la izquierda anticapitalista, tuvieran conocimiento de la cantidad de fábricas de este tipo que están produciendo en el viejo continente, y comprobaran que el medio ambiente no se ve afectado en absoluto por contaminación, sea esta ambiental o forestal, es muy probable que la aceptación de este nuevo tipo de economía fuera aceptado unánimemente.
Tampoco comprenden los productores de Colonia, que nuestra soberanía no se encuentra en peligro si capitales extranjeros crean industrias en nuestro país, porque crean nuevas fuentes de trabajo. Nuestra soberanía sí está en peligro, cuando empresas brasileras compran empresas uruguayas, porque no están creando nuestras industrias y nuevos puestos de trabajo, sino simplemente están transfiriendo las ganancias, que antes eran uruguayas, hacia Brasil. Sin embargo, para estos productores acá no se está perdiendo soberanía porque Brasil es nuestro gran hermano, y sin embargo ese país es tanto o más imperialista que el “cuco” norteamericano.
“Defendemos la soberanía alimentaria, que sería gravemente afectada por la producción de celulosa a gran escala, volviendo a nuestro país dependiente de alimentos.”, dice el agorero comunicado, sin darse cuenta de que las actuales plantaciones forestales alcanzan y sobran para abastecer la producción de las plantas, y de que las mismas fueron concebidas para aprovechar el rico patrimonio forestal argentino-uruguayo.
“Defendemos también nuestra industria turística, basadas en el slogan Uruguay Natural, dado que los visitantes llegan atraídos por la riqueza paisajística, la calidad ambiental y belleza de nuestras costas, que serán irreversiblemente afectadas por esta industria de celulosa.” Con muy poco trabajo, buscando simplemente en internet, los redactores de este comunicado podrían haberse informado de que tanto Finlandia como Canadá, son dos países con una industria turística muy desarrollada y superior a la uruguaya.
Además, este comunicado es falaz y mentiroso cuando dice que “defendemos el derecho al agua, frente al riesgo de perderlo, dado que el monocultivo de eucaliptus y pinos interrumpe y succiona los cursos hídricos dejándonos sin este bien vital, como ya empezó a ocurrir.” Con una forestación de eucaliptus iniciada hace más de quince años, la carencia de ese vital elemento que ellos aducen, tendría que haber empezado a ocurrir mucho tiempo atrás, y no precisamente en estos momentos, y les quiero hacer recordar que desde que me conozco existen enormes plantaciones de pinos sobre toda la costa uruguaya, y jamás supe de que hayan succionado los recursos hídricos como dicen que va a suceder.
Pero lo que no reconocen, es que la agricultura, tal y como la conocemos actualmente, provoca los mismos desastres ambientales, o aún muchísimos más que el que producen los eucaliptus y las fábricas. Sin ir más lejos, estudios recientes determinan que la soja, vital elemento alimentario de la sociedad actual, degrada muchísimo más rápido los suelos de lo que lo hacen los eucaliptus.
Entonces, ¿dónde está la verdad y la mentira? Toda sociedad que quiera crecer tiene que asumir riesgos. Desde el momento en que el primer hombre fue creado en la Tierra, también se creó la contaminación, y cuando se construyó la primera industria, también se contaminó. No podemos evitar el caminar hacia el crecimiento, y por lo tanto los controles ambientales son altamente necesarios, pero el extremismo y exaltación del ambientalismo no nos ayuda para nada.
Palabras que definen acertadamente esta dicotomía uruguaya sobre la forestación y las plantas de celulosa, son las que pronunció el Ingeniero Agrónomo Leonardo Mesa durante una entrevista realizada por El Espectador: "El hombre desde que se levanta está contaminando, está perturbando el ambiente permanentemente, y la mayoría de la gente que se queja del tema ecológico o del tema ambiental contamina quizás mucho más que otros que no se quejan."
Esta desinformación es porque nuestro gobierno se ha puesto en una cómoda posición de intransigencia, probablemente llevado por la falta de idoneidad de un canciller que está en contra de la instalación de las plantas de pulpa de celulosa en nuestro país, y nunca se ha informado a la población de cómo funcionan y de los pro y los contra de este tipo de industria.
Esta misma falta de información, también se dio cuando los dirigentes piqueteros argentinos pidieron una entrevista con nuestro Primer Mandatario. Esa hubiera sido la oportunidad de poner las cartas sobre la mesa, e inundarlos de toda la información disponible acerca de la NO contaminación ambiental que generarían.
Por culpa de no informar, es que muchas veces organizaciones de ciudadanos emiten comunicados a favor o en contra de determinadas realidades sin un conocimiento cabal de lo que están diciendo, creyendo que están intentando salvar sus propios intereses momentáneos, o los del cabecilla de turno.
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