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Año V - Nº 264
Uruguay,  14 diciembre del 2007
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Otra batalla ganada

por Michael S. Castleton-Bridger
 
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            Latinoamérica ha ganado una batalla. Venezuela ha ganado una batalla. La libertad ha ganado una batalla.

            Obviamente me refiero al resultado de la reciente consulta popular llevada a cabo en Venezuela. Por muy poco, demasiado poco realmente, se ha frenado un proyecto de reforma de la constitución en aquél país que pretendía entronizar a una oscura y anacrónica figura como Chávez en el poder.

            Entre otras cosas proponía la permanencia indefinida en la presidencia de Chávez Frías; proponía modificar el régimen de patria potestad de los padres sobre sus hijos; debiendo estos, a los tres años de edad, entregarse forzosamente al estado para su crianza socialista, proponía que las reservas nacionales fueran discrecionalmente manejadas por el presidente, obviamente Chávez, quien más, y toda una sarta adicional de disparates que sería demasiado tedioso enumerar acá.

            Lo grave es el alto grado de abstención que hubo, inexplicable cuando había tanto en juego. Esto solamente se puede entender en el contexto de un pueblo atemorizado, temeroso de expresar su opinión sin duda contraria al caudillejo de turno.

            Lo difícil de explicar es cómo un país como Venezuela haya podido engendrar este oscuro personaje que es Chávez y peor, tolerar sus ideas neo-dictatoriales.

            Venezuela está pagando el precio de la cleptocracia. Está pagando el precio de esos gobiernos desgraciadamente tan comunes en nuestra América cuyo único interés real era llenarse los bolsillos. Nuestra historia reciente está plagada de oscuros personajes, algunos populistas, otros neo-liberales, pero todos iguales en una cosa; su deshonestidad, su afán de lucro, su afán de saquear las arcas públicas en beneficio propio.

            Lo que Latino América precisa es una buena dosis de comunismo, si comunismo, pero ‘sentido comunismo’. Debemos dejar los rótulos facilistas de los vendedores de espejitos de colores. Debemos olvidarnos de ese extraño concepto de que el mundo por algún motivo nos debe algo. Nadie nos debe nada. Tenemos potencialmente el continente más rico del mundo. Ya es hora que esto lo entendamos y empecemos a trabajar en consecuencia.

            Ya no es tiempo de recetitas de burócratas internacionales. Tampoco es tiempo de anacrónicos caudillismos colectivistas.

            Es tiempo de trabajar, es tiempo de ver realmente que si latino América no sale por sus propios medios estará condenada a la dependencia y la opresión permanente del norte desarrollado.

            Seremos oprimidos en la medida que nos dejemos oprimir. Seremos tercer mundo en la medida que no nos abramos racionalmente al primer mundo. Seremos atrasados y pobres en la medida que sigamos buscando soluciones fáciles a problemas complejos.

            A nuestro continente le falta historia, le faltan guerras púnicas, le faltan guerras de 100 años; le faltan guerras napoleónicas. Nos falta revolución industrial. Nos falta guerra de secesión, no por cierto porque estas cosas sean buenas ni nada que se le parezca. Si, en cambio porque esos procesos históricos son el crisol que forman a los pueblos y marcan el destino histórico de las naciones.

            Por cierto que no abogo desde punto de vista alguno porque estas desgracias se desencadenen en nuestro continente. Todo lo contrario, para evitarlas deberemos ser ‘sentido comunistas’ y evitar los errores de nuestros antepasados, europeos. Esto solamente se logrará con educación liberal y formación libertaria de nuestra gente joven, esa misma gente joven que lideró la oposición a la peligrosa reforma chavista.

            El tiempo de los Perones, los Castro y los Chávez o pasó o está pasando. Ahora es tiempo de que nos ocupemos de nuestro propio destino, sin misterios, sin soluciones de realismo mágico. Solamente con soluciones prácticas y realistas que busquen lo más para los más.

            No es imposible, no es populismo barato, no es tontera ideológica. Es tomar nuestro destino en nuestras manos, ni más ni menos, es posible y los latino americanos seamos indo americanos o euro americanos o de la etnia que sea, nos lo debemos. Aún más se lo debemos a las generaciones que nos siguen.

            Ya es tiempo, ya es hora de que Latino América levante vuelo de las cenizas de su propia ineptitud. Es un sueño, pero a diferencia de muchos sueños posible y realizable.
Se ha ganado una batalla contra la vieja Latino América. La borbónica de Felipe segundo. La de los complejos de inferioridad tan inútiles como estériles. La de culparle a los demás de todos nuestros males.

            Se ha ganado una batalla en una guerra que no promete ser corta ni fácil. Es, sin embargo, ganable y esto sólo depende de nuestro sentido común y coraje para tomar unas cuantas decisiones impostergables.

            Nos lo debemos a nosotros mismos, pero más a los que nos siguen. Latino América tiene todo para darle condiciones de vida adecuadas a nuestra gente, desde el Río Bravo hasta Tierra del Fuego. Que no lo hagamos es solamente responsabilidad nuestra. Solamente nosotros, los latinoamericanos debemos, podemos, sacar a nuestro continente adelante.

            La historia nos juzgará en consecuencia.

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