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Las víctimas de la democracia
por Marcelo Ostria Trigo (Perfil)
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Los regímenes despóticos producen víctimas; sus oponentes son perseguidos, acosados, torturados, exiliados y ejecutados por defender sus ideales y por exigir democracia, justicia y libertad. Sobre esto hay profusión de relatos denuncias y testimonios.
Sin embargo, con frecuencia se acepta que la sola elección es garantía de vida democracia, de legalidad y de imperio de la ley. Así se esconden gobiernos con subyacentes propósitos de subyugar y de prevalecer por la fuerza. Son los gobiernos que, atribuyéndose la representación de una mayoría permanente –ignoran que la mayoría es circunstancial y esquiva– usan el poder como “patente de corso”, para agredir a la democracia, lo que es tan condenable en éstos, como en los regímenes abiertamente dictatoriales. No reconocen que “la alternancia fecunda el suelo de la democracia.” (Winston Churchill).
Estos regímenes autoritarios, sólo con ropaje democrático, eluden, pese a la evidencia de sus tropelías, la aplicación de las “cláusulas democráticas”, como la del MERCOSUR, que ahora una enfadada presidenta, al dar su “bendición democrática” a Evo Morales, anuncia que promoverá su defensa porque es un demócrata que se somete a un referendo revocatorio. Esta injerencia proviene –hay que ser condescendientes– de quien no sabe que se trata de un referendo tramposo e ilegal, diseñado para favorecer al populismo y, en especial, al autócrata ahora en jaque. Esta señora pierde sindéresis porque un pueblo, el de Tarija, le impidió llegar de la mano de dos reconocidos autócratas.
Pero las víctimas no son sólo los ciudadanos perseguidos por su actividad política de oposición, sino también los que el populismo señala como auténticos militantes de la democracia se ven como imaginarios competidores políticos, así sean ciudadanos ejemplares.
Muy poco después de la inauguración del gobierno populista, Evo Morales se dio a la tarea de poca altura de atacar al ex-presidente de la República, Eduardo Rodríguez Veltzé que, como cabeza de la Corte Suprema de Justicia, asumió el mando de la República y pacificó el país, rectificó rumbos equivocados y convocó y condujo elecciones transparentes, precisamente las que ungieron presidente a Evo Morales. Pero en esta política salvaje no hay cabida para el agradecimiento, ni con la persona ni con el país. Por supuesto que tampoco hay espacio en el populismo del MAS los conceptos de a consecuencia, no con la persona, sino con la legalidad.
Es bueno transcribir algunas partes de un escrito que fue difundido en el tercer aniversario la asunción de este presidente, ya víctima de la ingratitud, cuando no de la falsedad, producto de la inquina sin sentido ni destino:
Eduardo Rodríguez Veltzé “inició su gestión cuando predominaba una peligrosa efervescencia social. Tuvo, entonces, el reto de preservar la continuidad democrática y de lograr el retorno a la paz social y alcanzar la armonía entre sectores de la Nación, entonces peligrosamente enfrentados.
”El Presidente Rodríguez…restableció la coordinación entre el Poder Ejecutivo y el Congreso Nacional; condujo una política de consensos entre sectores, partidos y agrupaciones ciudadanas; preservó el Estado de Derecho y la confianza pública; llevó adelante una política externa realista, seria y sin estridencias; dio continuidad a planes y proyectos en beneficio de la República; propuso un organismo pre – constituyente para avanzar en propuestas básicas para una nueva constitución equilibrada que recoja las aspiraciones y derechos de ciudadanos, sectores y regiones; cumplió una gestión pública ordenada, cuidando la estabilidad económica mediante un escrupuloso manejo de las finanzas públicas; y atendió, con celo democrático, la demanda popular de convocar a elecciones generales y, por primera vez, de prefectos de departamento, desoyendo incitativas prorroguistas. Culminó su gestión presidiendo comicios generales transparentes, libres y confiables… Finalmente, el Presidente Rodríguez, luego de una transición ordenada, en enero de 2006, entregó el mando al nuevo gobernante electo por el pueblo.
“…es bueno recordar un breve periodo honroso en la vida institucional de la República”.
Ojalá lo recuerden quienes, en el exterior y en el país, fueron testigos de una política seria y, por supuesto, con esencia democrática.
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