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¿Se puede gobernar así…?
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por Marcelo Ostria Trigo (Perfil)
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Desde que empezó la pugna del presidente Evo Morales con los prefectos de la llamada “Media Luna”[i] , de Cochabamba y de Chuquisaca, en el país prevalece una situación que, para decir lo menos, es anómala. Parece que el gobierno no sabe, o no puede, garantizar la normalidad, ni ejercer en todo el territorio nacional su autoridad aplicando la ley, sin estridencias ni provocaciones, es decir sin que se produzcan insensatas pataletas de los funcionarios del Gobierno, haciendo que afloren amenazas y la pérdida de la sindéresis tan necesaria para gobernar. Y vaya que la pugna ha tomado características preocupantes.
El vicepresidente, ante su fracaso por preservar el funcionamiento de la malhadada asamblea constituyente que agoniza[ii] , no ve otro camino que amenazar, abandonando su aparente serenidad y su atildado lenguaje tan distinto al de la avalancha populista. Por esto, hablar ahora de la majestad del cargo del primer mandatario o de su segundo, ya es un disparate. Estos ya no mandan ni concitan respeto en más de la mitad del territorio nacional donde se rechaza la imposición.
Con el estilo del actual presidente, habría que decir que “no se puede entender”[iii] que, por una negociación vicepresidencial fallida, se vaya a tomar medidas propias del extremismo. Y “no se puede entender” que se relacione una gestión frustrada con reformas radicales en otros campos, como el de la propiedad, como una revancha. Las preguntas: ¿Si el vicepresidente hubiera tenido éxito en su empeño de conciliar los criterios disímiles de los integrantes de la asamblea constituyente, sería entonces innecesario tomar esas medidas extremas, terribles? ¿Un cambio radical se justifica en el conflicto coyuntural? Sorprendente.
Pero esto es grave; muestra a un oficialismo en apronte, esperando una circunstancia favorable para derrotar a sus supuestos enemigos: prefectos, “oligarcas” cruceños, ciudadanos de la “Media Luna”, políticos neoliberales, tribunos y jueces, empresas, periodistas, industriales, organismos internacionales, sin que se salve el embajador de los Estados Unidos en Bolivia, ni el señor Al Gore, que ganó el Premio Nóbel de la Paz, y que, por ello, se ganó epítetos poco amables del presidente boliviano, al parecer resentido por no haber sido el galardonado.
Así, con un país dividido por la acción de un gobierno empeñado en preservar el agónico centralismo, con una soberbia sólo sustentada en la amenaza y la bravuconada, “no se puede entender” que pretenda administrar coherentemente una nación. Tampoco que pueda seguir planes sujetos al humor de los frustrados, y que la propuestas se vuelvan amenazas como la de seguir el camino del extremismo anacrónico y probadamente causante de dolor, pobreza y desesperanza.
Parece que ya no se trata de seguir la ley o de respetar el juego democrático. El propio presidente, siguiendo a su lamentable mentor Hugo Chávez, insiste en que es posible que se reedite un Vietnam en esta parte del mundo si hay alguna intervención del “imperio”. Claro está que no sabe que Vietnam fue un capítulo doloroso para la humanidad en la llamada Guerra Fría. Es que la ignorancia se manifiesta, casi insultante, en quien sólo se ha enterado de oídas de lo que fue la trágica guerra en el Sudeste asiático.
Entre tanto, siguen dramáticos problemas y desafíos: Sucre, y con esta ciudad todo el departamento de Chuquisaca, se levanta en defensa de una propuesta legítima: recuperar su condición de capital efectiva de la República; los prefectos de los seis departamentos de la “Media Luna” se rebelan ante la porfía del gobierno de acallar el disenso, recortando los recursos regionales, y anuncian resistencia civil; los entendidos alertan sobre una inflación ya peligrosamente acelerada, y hay claros signos de que, por la propia incuria “masista”, no se podrán cumplir los compromisos asumidos con los países vecinos. Aun así, el Movimiento al Socialismo (MAS), bajo la protección de Chávez y de sus petrodólares, acrecienta su impaciencia por concretar, de una vez, una autocracia indígena aimara, por supuesto anacrónica, antidemocrática e imposible, pero útil para el populismo –léase “socialismo chavista del siglo XXI”– que se procura extender en nuestra América.
Por las circunstancias creadas por el propio gobierno, más de la mitad del país rechaza la porfía de llevar adelante una asamblea constituyente sólo para entronizar definitivamente al caudillo, éste ya enfrenta graves problemas que son el resultado de su corta pero pésima gestión económica. El mandatario ahora parece cercado por grupos aún más violentos y extremistas que ven con nostalgia los tiempos anteriores a la caída del Muro de Berlín. ¿Así, será posible que el MAS pueda administrar el país en paz? O la intención del MAS es, ante su propia impotencia para gobernar, agudizar los problemas y el enfrentamiento, para lograr su objetivo de detentar el gobierno por la fuerza… sin libertad ni democracia…
[i] A los departamentos de Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando, en los que un referéndum aprobó la autonomía de gestión y por ello fueron combatidos por el poder central, se los llama la ”Media Luna” porque forman un arco geográfico.
[ii] Álvaro García Linera, vicepresidente del la república, se empeñó en concertar la continuidad del funcionamiento de la Asamblea Constituyente que fue cuestionada por el abusivo comportamiento de la mayoría del MAS que procura establecer la reelección indefinida del presidente y el vicepresidente en el más puro estilo de Hugo Chávez. La gestión de García Linera acaba de fracasar.
[iii] Frase usada con inusitada frecuencia por Evo Morales en sus discursos. |
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