No para cardíacos por Marcelo Ostria Trigo (Perfil)

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          Los bolivianos tenemos una ilimitada capacidad para recibir sorpresas. Cuando menos se piensa saltan noticias, declaraciones o sucesos insólitos. Y, aunque nos preocupamos, nos preparamos también para un nuevo sobresalto. Esta recurrencia de las sorpresas, no es para cardíacos.

          El titular de primera página de “La Razón” (sábado 16 de febrero de 2008), decía que el presidente llamó a movilizaciones contra la autonomía cruceña. El anuncio presidencial revelaba que sus bases –las del Movimiento al Socialismo- están dispuestas a defenderlo con las armas y que USAID/Bolivia, la agencia norteamericana que administra la cooperación de los Estados Unidos, está en afanes conspirativos. Y se daba a conocer la advertencia de un “bravo” dirigente campesino de que sus huestes nuevamente se movilizarían, como en Sucre, olvidando que fueron incontenibles en la huida de la capital de la República.

          Pudo pensarse que estos disparates no merecían destacados titulares porque se irían diluyendo como una provocación más. Pero, apenas habían pasado 24 horas, se supo de una reacción inesperada: “Las bases masistas rechazan la salida armada a la crisis” decía el mencionado periódico el domingo 17 de febrero. Es más: un “poncho rojo”, el alcalde de Achacachi, decía: “Creo que (el presidente) como primera autoridad no puede manifestarse de esta forma, en este momento el país necesita que se atienda urgente en (sic) las inundaciones y desastres naturales, pero también hay que trabajar con calma y paciencia…”

          El lunes 18, o sea ayer, parecía que los anuncios habían acabado. Daba la impresión de que algunos “masistas” había decidido entrar en razón –y hacer que también entren sus dirigentes, presidente incluido- jugando en serio en el campo democrático, sin amenazas, intimidación, insultos ni acusaciones sin pruebas. Pudo pensarse que, por primera vez, se había convencido al presidente y a algunos “termocéfalos” de este populismo inspirado en el socialismo chavista del siglo XXI, que los regímenes autonómicos son causas honrosas de cuatro departamentos –serán cinco con la decisión de los chuquisaqueños de convocar a un referendo para su autonomía como motor de su desarrollo- y que las autonomías cimentarán nuestra unidad en la diversidad; no el predominio de una etnia.

          Pero nuevamente vino lo insólito. Cuando el país está urgido de atender a decenas de miles de familias damnificadas por los desastres naturales, en grave riesgo de contraer peligrosas enfermedades, hoy, 19 de febrero, se informa que el gobierno ha resuelto “congelar la ayuda médico–militar de Estados Unidos”. “Ya no llegarán –dice la noticia- galenos militares (norteamericanos) para ayudar a los damnificados y a sectores empobrecidos”. 

          No hay caso. El estilo pendenciero oficialista está consagrado con altas dosis de soberbia. Los que hacen ideología de la violencia, como el vicepresidente con lo del poncho y el fusil como argumentos políticos; los que hablan de cambios imposibles u horribles para una nación que se precie de moderna y civilizada, parece que no cambiarán; pues siguen en el afán de dividir a los bolivianos y de antagonizar imprudentemente a departamentos e instituciones, y a países y gobiernos que hasta ahora nos cooperan.

          Lo que comenzó con una irresponsable amenaza de movilizaciones –incluidos los anunciados apoyos armados- y siguió con lo que aparentaba un propósito de enmienda de las “bases” del Movimiento al Socialismo (MAS), volvió al inicio: la pendencia recurrente y la provocación destructiva.