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Año V Nro. 366 - Uruguay, 26 de noviembre del 2009
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En uno de sus arranques de preclara visión y de innovación constante, el iluminado Mujica sentenció, afirmó, o prometió, que para el caso es mas o menos lo mismo, que de ser presidente, propondrá o incentivará la creación de una ley que permita trabajar a los menores de edad. Con ciertas limitaciones y controles, claro. No sea cosa que a alguien se le ocurra abusar, y la impecable y portentosa idea se vea distorsionada. “Yo creo que los hijos pueden trabajar con los padres. Desde los 10 y 12 años y dentro de cierta lógica. Un gurí puede hacer mandado en el almacén, puede hacer un montón de cosas. Nosotros nos pasamos a valores del mundo desarrollado”, dijo Mujica en el programa “Quien es quien”, de Diamante FM y canal 5. Por supuesto que Mujica, que nunca puede desarrollar sus magníficas ideas porque siempre hay alguna traba, burocrática o de otro tipo, pergeñada por gente de “países desarrollados” que le impide, pobre hombre, trasladar a la sociedad, concreción mediante, sus altruistas intenciones, se ve otra vez “atacado”. En este caso es la OIT, que mediante el Convenio 138 fija la edad mínima para el trabajo en la que cesa la obligación escolar. Los 15 años son el límite de partida para que dentro de ciertas normativas los menores puedan trabajar. Insólitamente, quizá Mujica desconozca la existencia de ese Convenio, o directamente quizá desconozca la existencia de la OIT. La ex ministra y diputada electa Ana Lía Piñeyrúa invocó recientemente la mencionada situación, agregando que obviamente lo dicho por el candidato oficial lo inhabilita para gobernar. Sin duda que tiene sobrada razón, pero podría recordarse —sin saber bien para que, por desgracia— que los argumentos que inhabilitan al candidato a gobernar, fueron más que extensamente enumerados, detallados, analizados, publicados. Enriquecidos día a día por él mismo. Fundamentalmente expuestos en forma contundente en la campaña interna por su actual acólito compañero de fórmula, que cínicamente se ha olvidado de sus argumentos en contra de “su jefe”.. Pero extenderse en el punto es “al santo botón”, pues sus adherentes han hecho gala de una total indiferencia hacia el análisis y la sensatez, lo que todos, incluso ellos, obviamente pagaremos. Gane quien gane. Volviendo a la idea del trabajo infantil, a la OIT se le ocurrió “ese disparate” entre otras cosas porque los niños candidatos a trabajar provienen mayoritariamente de familias pobres. Si trabajan, no estudian, o estudian menos, retroalimentando y reproduciendo el fenómeno de la pobreza. Es en este punto donde uno pudiera pensar que Mujica, consciente de esta situación, la promueve, porque sabido es que la existencia de la pobreza “justifica” y “asegura” la permanencia de regímenes populistas como el que se quiere implantar. Pero no pensemos en el ajedrez de Mujica más de una jugada hacia delante: obviamente lo dice por desconocimiento!!. Por otro lado, y afirmando el despropósito ha quedado demostrado que al gobierno frenteamplista poco le importó hacer cumplir la obligatoriedad de la enseñanza escolar, a pesar de tener un relevamiento exhaustivo de las situaciones de emergencia. Con credencial en mano, claro. En ese sentido, en el gobierno ”progresista”, la matrícula escolar se redujo en más de 14.000 alumnos, revirtiendo el proceso creciente que se venía dando en forma sostenida antes de la llegada al poder de la izquierda. Se incumple en los cometidos, y Mujica quiere acentuar la omisión mandando los niños a trabajar! La educación pasará sin dudas con este criterio a un segundo ‘plano, contraviniendo lo sabido y deseado por todos los países —que quieren desarrollarse, claro— y que ven en ella el camino de su crecimiento. Como personas, como sociedad, alejándose así de la pobreza. De las injusticias. De vivir, trágicamente, “como bichos”. Los modelos son importantes. Los ejemplos de vida y enseñanza se arraigan en la niñez, templan el carácter y dan al futuro ciudadano una escala de valores y anhelos imposible de disociarse de lo que se aprendió. En casa. En la escuela. Podemos imaginar muchas cosas para tiempos quizá —ojalá que no— venideros. Podemos por ejemplo imaginar un diálogo, ya que estamos, de una madre hacia su hijo. De 10 años, ya que estamos… — Antonio, no fuiste a la escuela, no hiciste los mandados, seguís robando y lastimando gente con ese revólver que también robaste, mentís a tus amigos, tus mayores afirman que decís estupideces, apenas sabés leer y escribir, no te aseás… ¿Qué podés esperar para tu futuro? — Ser presidente, mamá. © Consuelo Pérez
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