¿El que piensa pierde?
por Gabriel Oliverio
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Señales de decadencia: ¿Hay periodistas intelectuales?
La dinámica periodística ha cambiado mucho en los últimos 20 años. Al punto que prácticamente no quedan periodistas intelectuales.
El pensamiento periodístico es lo que hizo de esta maravillosa profesión “el cuarto poder”.
Sucede que ya son pocos los periodistas que realmente manifiestan su pensamiento, editorializan, e intelectualizan sobre los hechos. Es un fenómeno que se da en Argentina y no así en otros países como Uruguay, Chile, Estados Unidos o la Unión Europea.
El último gran practicante de esta filosofía es sin dudas Jorge Lanata que, aunque algunos amigos me critiquen, lo situaría como el más eficaz heredero del rol de comunicador didáctico que tuvo para los medios Bernardo Neustadt.
Tenemos que diferenciar: una cosa es pensar el periodismo y otra es editorializar sobre la realidad. Morales Solá, Van der Kooy, Carlos Pagni y Roberto García, son periodistas y analistas, excelentes por cierto. Mariano Grondona no se bien qué es.
El papel intelectual del periodismo es el que “ayuda a pensar”. De alguna manera instruye al pueblo involucrándolo en los sucesos haciendo conocer detalles, lo invita a razonar y por ende a tratar de entender. Le brinda argumentos, contrapone hipótesis, desenreda la actualidad.
Hay quienes sostienen que un periodista solamente cuenta historias, es el principio de una prensa pobre y decadente. Un verdadero periodista que desee transcender también deberá construir esas historias que cuenta. Enriquecerlas con datos e investigaciones, de la sociedad, de la economía. Usar esa historia como un disparador que explique otras historias similares o no, superar la instancia del ejemplo anecdótico. Circunscribir su intelecto a la rigurosidad informativa.
La preponderancia periodística existe desde las tablas de la ley.
Pensemos que un sistema judicial funcionando con independencia, no es el caso argentino, junto con una prensa libre y pensante es la llave hacia el fin de cualquier régimen absolutista, militar o democrático. El camino hacia la diferencia entre evolución e involución.
En todo el mundo los medios ocupan el lugar del pensamiento y el debate, también hacen negocios, pero tienen el límite de la propia ética por el rol que les da la sociedad. Arriesgar la credibilidad es condenarse a muerte.
Nuestro país aún no encuentra esa identidad en sus medios de prensa.
La conclusión es que con una mala justicia, poca prensa intelectual, liderazgos empresarios mediocres y políticos corruptos los problemas de la gente no se solucionan.
Pero no todo está de este lado del mostrador. Sartre decía: “El hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”.
La verdad es que el pueblo argentino cedió ante los placeres mundanos del proceso autodestructivo del sistema educativo hasta perder la totalidad de los movimientos culturales que formaron parte del intento por elevar nuestro pensamiento general.
Así estamos. ¿Hacia dónde vamos?
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Fuente: El Mirador Nacional |
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