|
Otro Extraño Caso
por Pedro Bordaberry
|
|
|
La lucha entre el bien y el mal, el conflicto cotidiano del ser humano entre la tentación y el deber, fue magistralmente tratado por Robert Louis Stevenson.
Este británico analizó el desorden mental del hombre que tiene conductas contradictorias en su novela: “El Extraño caso del Dr. Jeckyll y el Sr. Hyde”.
El argumento del libro es ingenioso. Un abogado, Gabriel Utterson, se preocupa por la relación que su amigo, el Dr. Jeckyll, mantiene con un Sr. Hyde.
Jeckyll le asegura que Hyde es una buena persona hasta que un día este último asesina a un parlamentario.
El abogado Utterson investiga y llega a la conclusión que Hyde no es otro que el mismo Jeckyll.
Como siempre, la novela agranda realidades de la vida humana y las muestra descarnadamente.
En este caso se pone de relieve el desdoblamiento de la personalidad, la doble vida que a veces llevan los seres humanos: respetabilidad por fuera y lujuria por dentro.
Por las noches el pacífico Dr. Jeckyll ingería una bebida que lo convertía en el malvado Hyde.
Ese desorden bipolar se da en nuestro actual gobierno.
Por un lado el Ministro de Transporte, Víctor Rossi, anunció que los uruguayos seguiremos poniendo dinero en Pluna.
Pluna es hoy una empresa que el gobierno privatizó entregándole el 75% de las acciones a un presunto grupo inversor extranjero.
Para privatizarla el gobierno aportó 30 millones de dólares y salió de garante por el 100% de los créditos. Pese a esa garantía total el Estado es propietario solo del 25% del capital.
La empresa privada compró aviones con la garantía del Estado uruguayo, obtuvo un préstamo en el Banco de la República y además generó un pasivo de más de 12 millones de dólares con Ancap. Todo en menos de un año.
Pero como parece que el Ministro Rossi cree en estos inversores acaba de informar que el Estado aportará otros 3 millones de dólares más y que Ancap le seguirá fiando combustible.
Esa confianza en el privado de Rossi contrasta con los legisladores del Frente Amplio que acaban de aprobar una ley que va en el sentido contrario.
Modificaron la integración del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INAVI) otorgándole mayoría al Estado y estableciendo procedimientos que traerán problemas en el futuro.
Si hay algo en lo que todos los uruguayos estábamos de acuerdo era en la formidable reconversión que tuvo la vitivinicultura nacional. La mejora de la calidad de nuestros vinos es notoria.
Eso fue logrado gracias al empuje del sector privado y la coordinación con el Estado.
Pues bien, ahora los burócratas de turno, esos que están atrás de un escritorio y nunca arriba de un tractor, son los que dirigirán al sector.
Esto no es otra cosa que la confirmación de lo que pasó hace un par de semanas en el congreso del Frente Amplio cuando aprobó su propuesta para el Uruguay de los próximos años: estatismo dirigista y burocrático.
Parece que a Jeckyll le hicieron tomar una bebida que le hizo cambiar, ese fin de semana.
Pero sobre todo esta ley es una muestra del desorden bipolar que hoy campea en el Frente Amplio.
Por un lado el Estado le da dinero a un privado para que maneje una empresa que monopoliza las frecuencias aéreas.
Por el otro avanza en el dirigismo en un sector de la economía.
Es la misma contradicción que muestra la novela de Stevenson y que en este caso podría titularse “El Extraño caso del Ministro Rossi y el Senador Mujica”.
Comentarios en este artículo |
|
» Arriba
|