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Año V Nro. 341 - Uruguay, 05 de junio del 2009   
 
 
 
 
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Visión Marítima

 

Los “efectos invisibles” de la crisis económica global
La transformación de los valores y del comportamiento social
por Nelson Pilosof

 
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La crisis no sólo debería preocuparnos por lo que se ve y es evidente (problemas económicos y financieros), sino también por los factores invisibles, como los valores morales, las costumbres y las tradiciones.

         (Desde Montevideo) Las transformaciones actuales a nivel mundial, con enorme repercusión en las economías, finanzas, empresas y estratos sociales, parecen ser una de las consecuencias del difícilmente controlable proceso de globalización, que abarca el planeta en los tiempos que corren.

         Asistimos a un verdadero sacudimiento de las estructuras de la sociedad y de la manera de comportarse los actores del mundo moderno. Muchos cambios son inesperados e impactan por su sorpresa e intensidad, otros derivan de previsiones que no siempre están ocurriendo como esperaban los líderes y expertos. Fórmulas, regulaciones y controles que antes se mostraron bastante eficaces, están dejando de serlo. El porvenir se está presentando con realidades no imaginadas. Como casi siempre ocurre: el futuro no se deja fácilmente anticipar.

         No hay antecedentes eficaces que puedan servir de referencia para entender y cuidar estas transformaciones.

         Estamos ingresando en un mundo nuevo, que requiere otros enfoques y actitudes para poder navegar en sus mares bravíos. Se deberían gastar más energías en tratar de entender lo que ya está viviendo, que en criticarlo o condenarlo infructuosamente.

Más cualitativos que cuantitativos

         Las noticias que circulan en los medios, simultáneamente con los inquietantes desarrollos evidentes, y muchas veces mensurables cuantitativa y estadísticamente, atrapan la atención de todos. Muchos creen que lo que se ve y se va conociendo, son todo cuanto está aconteciendo. Ante esta perspectiva, es natural que se piense que una vez que se corrija lo que se está desarticulando, podremos superar las presentes dificultades y alcanzar mejores y más tranquilos tiempos.

         A nosotros nos preocupa no sólo lo que se ve y es evidente. Nos inquieta la falta de visión hacia los factores invisibles sobre los que se sustenta siempre gran parte de la vida de las personas y de las sociedades. Por no ser visibles no son menos esenciales y vigentes que los visibles. Son más cualitativos que cuantitativos.

         Nos permitimos llamar factores invisibles a aquellos objetos ideales (números, figuras, conceptos), sin los cuales no podemos articular el pensamiento, y a los valores (morales, jurídicos, estéticos, filosóficos, religiosos, costumbres, tradiciones) que hacen vibrar nuestras emociones y sentimientos para captar el significado y sentido de la existencia y del universo.

         Estos factores invisibles son los que dan el carácter humano a la vida del hombre. Pues ellos también están siendo impactados por estos cambios, y diríamos también, descuidados, por quienes tienen la responsabilidad de encontrar nuevos caminos para interpretar lo que está aconteciendo, y tratar de lograr que los grandes cambios, en definitiva, sean para bien de la humanidad, y no para ponerla en grave peligro, hasta de sucumbir.

El hombre con el hombre

         En su desesperación por resolver a corto plazo los graves problemas económicos, financieros y sociales, quienes tienen en sus manos el poder para encararlos parecen desatender los factores invisibles. Tal vez muchos piensen que se van a resolver como consecuencia de las soluciones que se conciban para aquellos. Los grandes expertos siguen pensando en el fondo que, resueltos aquellos, automáticamente se realzará la vigencia de los valores e ideas. Si es ésta su manera de pensar, es posible que estén errando el camino. Pensamos que puede ocurrir exactamente al revés: mientras las personas no recuperen y hagan prioritariamente vigente el sentido humanista de la existencia, ninguna solución será conducente y estable.

         La convivencia armónica y respetuosa de las personas hace posible la cooperación, la justicia y el engrandecimiento de la libertad. Mientras grandes sectores sociales sigan prefiriendo la confrontación y crean que son los depositarios únicos de la verdad, las fórmulas que se ensayen para salir de los problemas que afligen a todos, serán precarias y estarán destinadas al fracaso.

         El verdadero camino de la humanidad sigue siendo el mismo, a pesar de todos los cambios: el hombre con el hombre, no el hombre contra el hombre.

                  Mientras no se acepte que el respeto a los valores y su predominancia en las relaciones humanas son los que habilitan la esperanza y la fe, la humanidad de la era tecnológica transitará en las tinieblas, y no encenderá la antorcha que iluminará el camino hacia nuevos y mejores horizontes para todos y entre todos.

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Fuente: Safe Democracy Foundation

 
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