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¿Por qué Santos?
por Darío Acevedo Carmona
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Cuando me preguntan el por qué se debe votar por Juan Manuel Santos para presidente de la República, la respuesta que doy no es simple, tengo dificultades para sintetizarlo. Voy a ensayar con dos términos. Para mí, Santos representa dos cuestiones fundamentales para la sociedad colombiana: SEGURIDAD y PROSPERIDAD.
La Seguridad es un don preciado que los colombianos hemos rescatado en estos últimos 8 años con la aplicación de las políticas de seguridad democrática del presidente Uribe. Una política que apunta a recuperar para el Estado el ejercicio monopólico de la fuerza y la aplicación de la justicia. A fines de la última década del siglo pasado y comienzos de la primera del siglo 21, Colombia era una sociedad prisionera del terror gracias a las acciones sangrientas de poderosos grupos criminales, algunos de ellos remanentes de la “guerra fría” cada vez más degradados por sus vínculos con el narcotráfico. Esa política si bien ha logrado inmensos resultados, hasta el punto de que la totalidad de los candidatos se pelean la paternidad o la continuidad de la misma, aún no ha concluido. Las mafias han cooptado a pequeños grupos de paramilitares que se quedaron sin jefes y de otros ex combatientes que decidieron volver al delito. Las guerrillas, confinadas a la selva profunda y a la altísima montaña conserva una cierta capacidad de daño acometiendo acciones de pequeño grupo y escala, pero, mantiene las fronteras con países limítrofes como retaguardias y lo que es más grave, cuentan con el respaldo abierto y desembozado de grupos políticos, partidos, movimientos de extrema izquierda y hasta presidentes en ejercicio. Esta situación obliga a hacer un análisis cuidadoso sobre el peligro estratégico que puede representar una guerrilla aupada por un proyecto internacional. No es en todo caso, un tema desdeñable.
En este campo de preocupaciones Santos es el hombre que por sus ejecutorias al frente del ministerio de Defensa puede mostrar éxitos reales. Fue bajo su mando que las Fuerzas Militares les propinaron los más duros reveses a las pretendidamente intocables e invencibles guerrillas. Pero no es sólo en el plano del combate donde se pueden ver avances, también fue bajo la presidencia de Uribe que se desmontó el grueso de las facciones paramilitares, más de 30 mil hombres desmovilizados, 14 grandes jefes extraditados, y una inmensa tarea de recuperación de la verdad y de avances en la reparación de las víctimas. Que el presidente Uribe, no obstante los escándalos en que se ha visto envuelta su administración y del implacable activismo de la oposición por demeritarlo, mantenga entre un 70 y un 74 por ciento de favorabilidad tiene que ver indudablemente con una satisfacción general por la recuperación de la seguridad. Santos, a diferencia de los otros candidatos tiene ejecutorias, Noemí y Vargas Lleras sólo tienen claridad teórica, los demás sólo promesas, y en algunos casos con equívocos graves o condicionamientos que deslucen su compromiso con la seguridad democrática. Santos dio una respuesta apropiada y oportuna, casi sacrificial, al espinoso asunto de los crímenes cometidos por elementos de la fuerza pública. Curiosamente es la Oposición la que le critica haber sacrificado servidores de la misma sin juicio previo, de no haber actuado como actuó, hubiese sido blanco de críticas por omisión. Santos puede esgrimir que desde entonces, los mal llamados “falsos positivos” han disminuido drásticamente.
La noción de prosperidad remite a la gestación de procesos de gran aliento que permitan alcanzar niveles de bienestar colectivo. Por tanto, la reducción significativa de la pobreza no puede convertirse en un torneo de vanas promesas o en alentar ilusiones entre la población. Vencer la pobreza implica acciones sistemáticas, estructurales y continuas en diversificación de la educación, nuevas políticas de innovación y apoyo a la investigación científica de punta, medidas en materia de legislación tributaria que homogenicen y simplifiquen el régimen impositivo y brinden estímulos a la creación de nuevos empleos, proyectos para la formalización y dignificación del trabajo, mantenimiento de la seguridad para que se incremente la inversión extranjera, impulso a la construcción y mejoramiento masivo de vivienda de interés social.
En todos estos asuntos, Santos ha demostrado que sabe. Su conocimiento del Estado es su gran fortaleza, sus estudios en prestigiosas universidades son una buena carta de presentación, pero también las medidas que adoptó cuando le correspondió ejercer los ministerios de Comercio exterior desde el que impulso un intensivo comercio con Venezuela y Ecuador, y el de Hacienda donde tomó medidas de sacrificio para salvarnos de la peor crisis económica del país en muchas décadas. Tiene a su alrededor un excelente equipo para diseñar las estrategias que faciliten la creación de dos y medio millones de empleos.
Santos es un líder que sabe trabajar en equipo, se rodea de expertos en aquellos temas que no son de su especialidad. Agregaría que Santos es un líder que tiene personalidad, es firme cuando toca y flexible cuando se necesita. Tiene el talante adecuado para un país complejo con muchas amenazas y retos.
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© Darío Acevedo Carmona para Informe Uruguay
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