DICEN QUE CUANDO EL RIO SUENA...
Ataque nuclear: baladronada o amenaza de Corea del Norte.
Escribe: Walter Amaro - Sydney /Australia
Se dicen cosas muy bonitas de Nueva Zelanda, pero estimo que todos los elogios eclipsan cuando uno recorre sus valles y ciudades. Situada junto con Australia en Oceanía, Nueva Zelanda es el país más cercano a nuestras costas, del cual lo separan 2.000 kilómetros de distancia. Su relieve geográfico se recuesta en el mar de Tasmania y el Océano Pacífico Sur. Montañosa por excelencia, está integrada por dos islas principales: -Isla Norte e Isla Sur-, separadas estas por el Estrecho de Cook.
Mientras en la Isla Sur se encuentran los montes más elevados, los Alpes Meridionales, con más de veinte montañas que superan los 3.000 metros de altura. En la Isla Norte las montañas son de origen volcánico, siendo la zona central un lugar de marcada actividad de estos fenómenos naturales.
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Australia y Nueva Zelanda están hermanadas en muchos aspectos. Ambas naciones pertenecen a la Commonwealth (Comunidad de Naciones del Imperio Británico), tienen intereses políticos y estratégicos en común y no existen barreras de ningún tipo entre los ciudadanos de uno u otro país. Inclusive hasta las guerras las han peleado juntos, ANZAC (Australia & New Zeland Arms Corps) es una prueba de ello. |
Ya en pleno vuelo entre Auckland y Sydney, empezamos a percibir el espíritu de nuestro próximo destino y nuestras realidades inmediatas. El vuelo de todas formas resultó más breve, apenas dos horas y media y ya avizorábamos Australia. Lugar en el que mi familia y yo, como tantos otros miles de uruguayos, había depositado su confianza.
Detrás quedó la bruma matinal de un encanto singular. Los "kiwis" apodo por el cual se les reconoce, están rodeados de una singular belleza. La naturaleza casi virgen del entorno, permite gozar allí de los más exóticos atractivos. Los entendidos la recomiendan por una interminable serie de virtudes y la describen con los más bellos calificativos. Pero, por sobre todo, reina la diversidad entre sus ciudades como entre los paisajes naturales; de eso no nos cabe la menor duda. Auckland y Wellington son ciudades realmente modernas, diseñadas con armonía y buen gusto.
Mucha agua corrió bajo el puente. La paz y tranquilidad que llegaba a ser casi aburrida en Australia, fue sufriendo algunos cambios bruscos con el tiempo. Luego de la caída del bloque comunista y el fin de la guerra fría no se temía seriamente por la seguridad nacional, el terrorismo era una palabra que no se conocía siquiera, y no se presagiaba ningún tipo de conflicto con otros países. Inclusive el crimen "doméstico" o la delincuencia tenía un margen mínimo de incidencia en la población. Uno podía dejar la casa abierta, la bicicleta en el jardín y salir tranquilo a tomar una copa, con la certeza de encontrar todo en orden al regreso. A lo sumo se mantenía cierto recelo por las ambiciones expansioncitas de Indonesia, algo que todavía se mantiene.
El primer conflicto con Irak, la influencia australiana en la independencia de Timor, la guerra en el golfo Pérsico, la alianza incondicional con los norteamericanos, el intervencionismo en islas de la polinesia, aunado a la política exterior de la administración Howard, dieron por tierra con ese sosiego de la ciudadanía australiana, que casi rayaba en la apatía en asuntos internacionales.
Hoy vivimos atemorizados por la creciente amenaza terrorista, el extremismo musulmán, atentados sufridos por australianos en naciones vecinas, etc. Y para colmo de males, los clanes mafiosos de distintos orígenes étnicos se disputan la supremacía del crimen organizado dentro de fronteras, y el mal endémico de Sudamérica: la corrupción en los diferentes estratos administrativos, asomó la "pinta" en el mazo de los desastres.
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La desfachatada amenaza de Corea del Norte a través de un supuesto portavoz, viene a completar el cuadro de espantos. Si nos faltaba algo en el momento, es la incertidumbre de que algún insensato apriete los botones que iniciarían una catástrofe mundial de insospechadas y nefastas consecuencias.
Si alguna vez se pensó que una guerra nuclear era un tópico descabellado, hoy no estamos tan seguros. La "fanfarroneada" coreana no debe ser tomada en broma. |
Kim Myong-Chol, del Centro por Paz en Corea y América, señaló a la televisión australiana, que si los barcos norcoreanos son detenidos en altamar por la marina local, este país podría poner en la mira de su arsenal nuclear nuestro territorio. Casi nada. La advertencia incluye el derecho de Corea del Norte de atacar a Australia si esto sucediera. Como se recordará, Australia formalizó un acuerdo internacional, que implica la práctica de ejercicios marítimos conjuntos, con la proyección de detener el tráfico -en aguas internacionales- de armas de destrucción masiva proveniente de países como Corea del Norte. Myong-Chol agregó que Corea del Norte ha procesado 8.000 barras de combustible nuclear en la planta de Yongbyon, y que un número impreciso de misiles con ojivas nucleares han sido orientados hacia territorio de los Estados Unidos.
Esta situación, de todos modos, parece no preocupar al gobierno de John Howard. El mandatario se negó ayer a entrar en el juego de contestar retóricas de ese calibre. En una entrevista cedida desde Filipinas, país en el cual estuvo de visita, el Primer Ministro destacó la falta de credibilidad del funcionario que emitió esas declaraciones. Mientras tanto, Alexander Downer, Ministro de Relaciones Exteriores, declaró en las últimas horas que no cree ni por un minuto que Korea del Norte pueda iniciar algún tipo de ataque nuclear contra Australia.
Aldo Borgu del "Australian Strategic Policy Institute" comentó en rueda de prensa, que todavía no está del todo claro si Corea del Norte posee armas nucleares. Enfatizando que aún así, todavía no han desarrollado misíles cruceros que puedan alcanzar territorio australiano. Aldo Borgu finalizó diciendo que no se debería tomar en serio este incidente.
El gobierno de Corea del Norte, a través de su embajada en Camberra, Australia, declaró a la opinión pública, que Myong-Chol, el personaje que despertó este polémico tema, no representa ninguna autoridad oficial. El portavoz agregó que su gobierno intenta cultivar una provechosa amistad con Australia. "¿...porqué nosotros querríamos bombardear Australia? No existe ninguna razón para atacar a Australia..." fueron las palabras finales de su escueto comunicado.
Sin embargo, el Ministro de Defensa, Robert Hill, confirmó en la víspera que su gobierno mantiene conversaciones con los Estados Unidos solicitando ayuda para el desarrollo de un escudo global antimisiles. El senador agregó que a su cartera le gustaría familiarizarse con el proyecto, pero que Australia solamente desempeñaría un pequeño rol si es que lo hubiera. Los norteamericanos se muestran interesados en la contribución industrial de nuestro país y la secretaría de defensa explora si los planes consideran intereses propios. |
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Un pequeño can, que no alcanzaba la altura de mi rodilla comenzó a olfatearme. Afuera la leve llovizna dejaba caer sobre los cristales un húmedo rastro melancólico, tal vez el mismo que nosotros sentíamos por dentro. El perro fue el primer encuentro con la "ley" australiana. El simpático "inspector" cumplía su trabajo a conciencia. El aeropuerto de Sydney se nos antojó entonces frío, como aquella mañana que a pesar de ser setiembre, distaba mucho de ofrecernos una cálida bienvenida. Primero el temor a todo lo desconocido, segundo no entendíamos que nos decían y tercero, la sensación de ser casi humillados cuando nuestras maletas sufrieron la pública vejación de tener que ventilar nuestras modestas intimidades ente los oficiales de aduanas y del público. Mi pequeña hija fue la primera que enjugó sus lágrimas cuando le fue arrebatada su muñeca "patilarga" pues estaba rellena de semillas de mijo. Nuestro más preciado tesoro: un par de paquetes de yerba fue a dar al canasto de cuarentena, y hasta una pequeña orquídea, que aunque lejos de su hogar, era el único puente nostálgico que nos quedaba, recuerdo de una sensible despedida en otro aeropuerto: el nuestro, viajó 10 mil kilómetros para ser finalmente enterrada con la dignidad de un charrúa en la tierra del koala y el canguro.
Ya estábamos en tierra firme mano a mano con nuestro destino final. Nuestras venturas o desventuras estaban más allá de aquella puerta giratoria que se abría ante nosotros como un enorme signo de interrogación. Apreté a nuestra hija contra mi pecho, tomé a mi esposa de la mano y juntos, con esas poquitas riquezas entre la que se encontraba mi inseparable mate "porongo" que llevábamos en la valija, comenzamos a cruzar ese umbral que nos cedía el paso hacia una nueva vida, hacia un promisorio futuro.
En siete días, si nos acompaña, les contaremos las primeras impresiones de Sydney y más adelante el encuentro con la comunidad uruguaya y la latinoamericana en Australia. Hasta entonces.
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