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Año V Nro. 336 - Uruguay, 01 de mayo del 2009
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De nuevo los venezolanos somos espectadores de una curiosa política exterior que alguna vez llamamos “te-odio-y-te-quiero” condicionada por los efluvios hormonales del presidente Chávez. La “ofensiva diplomática” se inicia en Cumaná en la micro cumbre del Alba. Desde allí el presidente Chávez amenazó al imperio con “artillería pesada” y juró que “hasta las piedras hablarían” en Trinidad. Convencidos de que el presidente Chávez no distinguiría entre un Bush imperialista y un Obama imperialista, la comisión de protocolo de la Cumbre se preparó para un escenario peor que el de la cumbre anterior en Argentina. Estaban equivocados. El “león” que rugía en Cumaná se transformó en Puerto España en un meloso gatito Siamés. Seducidos por el verbo inflamatorio del líder bolivariano en Cumaná, Daniel Ortega y Evo Morales se dispusieron a crear el ambiente propicio para la “toma por asalto” de la Cumbre de las Américas. No dejaba de ser pintoresco que mientras Chávez defendía con ardor a Cuba de los atropellos del imperialismo, Raúl Castro entablaba un diálogo a distancia con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en el cual se mostraba dispuesto a discutir “todo, todo, todo”. Chávez entretanto reclamaba el ingreso de Cuba a la OEA mientras Fidel Castro la llamaba “un antro de indignidades”. El “rock star” La llegada de los mandatarios al Hotel Hyatt Regency ocurrió tal como estaba previsto por la comisión encargada de la seguridad. Las puertas traseras de las instalaciones fueron acordonadas para ofrecerles un acceso seguro a los jefes de Estado. No para el presidente Chávez quien, tan aprensivo de su seguridad y tan temeroso del magnicidio en su país, optó por ingresar con paso ceremonioso por la entrada principal del hotel donde se sabía aguardaba una brigada de periodistas, fotógrafos y camarógrafos. La entrada de Chávez fue descrita por la Associated Press como la de una “estrella de rock”. Daniel Ortega no podía ocultar su asombro, pues unos minutos antes que Chávez desplegara su “coqueta artillería”, le había enrostrado al presidente Obama los desafueros y despojos del imperio en América Latina durante los últimos dos siglos. Lo peor le tocó a Evo Morales. Por primera vez había denunciado un atentado magnicida plausible y nadie le hacía caso. La querendona actitud del presidente Chávez con el presidente Obama roba toda la atención y ni siquiera la directa acusación de Evo Morales contra EE UU de estar complotado en el incidente ocurrido en Santa Cruz, distrae al presidente Chávez de su coqueta estrategia. ¿Bromántico? En los pasillos corría el cuento que en el libro que Chávez regaló al mandatario estadounidense se encontraron notas que estaban supuestas a entregarle en diferentes tiempos. Agentes del Servicio Secreto de EE UU se vieron obligados a exigirle al presidente Chávez que cesara en su insistencia de llamar por teléfono al presidente Obama cada mañana. Aparentemente quería invitarlo a un partido de football que tendría lugar el siguiente fin de semana. Funcionarios asociaban el interés que le despertó el presidente Obama al presidente Chávez con el estatus conocido en Facebook como “bromantic”, una conjunción de los vocablos “brother” y “romantic”, es decir un sentimiento masculino de relación platónica entre hombres heterosexuales que tienen como modelos en el cine a “Butch Cassidy and Sundance Kid”, “Starsky and Hutch” o The Odd Couple, entre otros. Especial interés provocó el último encuentro con Obama del presidente Chávez quien quiso que luciera como “casual” captado exclusivamente por las cámaras de VTV, preparadas previamente y en el cual no se oye la conversación. Sin embargo, si se prescinde del audio, el lenguaje corporal de los dos presidentes resalta y es muy elocuente. Durante los minutos que dura la conversación el presidente Chávez con un rostro sombrío apenas articula palabra mientras el presidente Obama gesticula y en varias ocasiones apunta con su dedo índice al pecho de su interlocutor. Cuando se hacían estos comentarios, algunos sin malicia y otros maledicientes, aún nadie había oído al presidente Chávez calificar esta Cumbre como el “mayor acontecimiento en la historia del Continente”. ¿Bromanticismo?
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