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Año V Nro. 336 - Uruguay, 01 de mayo del 2009
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‘’Juntos pero no entreverados’’ fue una expresión de uno de los importantes ‘’caudillos’’ del Uruguay, que el día XX se cumpliera 50 años de su desaparición física, a los 86 años de edad, poco tiempo después que su Partido Político obtuviera por primera vez la responsabilidad de Gobierno en un sistema ‘’Colegiado’’. No hay un uruguayo nacido en los 50, que no haya al menos visto su foto característica de sobretodo y con su sombrero en la mano. El Dr. Luis Alberto de Herrera vivió su vida dedicada a la política, conoció el exilio y las propias filas de Aparicio Saravia. Saboreó tantas derrotas, que no es importante para los historiadores ‘’progresistas’’ como para incluirlo en la historia reciente democrática y no anarquista del Uruguay, como un perfil de dedicación y admiración. Persiguió durante su vida, la unión del Partido político a quien entregó su vida. Acorralado más por deudas económicas, que por una solvencia, batalló en todos los escaños que pudo obtener, es un ejemplo de perseverancia y un modelo escaso en la humanidad. No es necesario redundar en sus pérdidas y logros, la rica historia está a disposición de quien así lo desee, está demás en éste espacio ir más allá, pero sí es elemental conocerla por quienes tienen interés de ser cultos y no cultivados, jamás pueden desconocerla. La expresión del Dr. Luis Alberto de Herrera es siempre oportuna, por más que desde Buenos Aires se ha intentado entreverarnos muchas veces. Me decían amigos por los 70-80, que los ‘’yorugas’’ somos ejemplares mimetizados con los argentinos y que los porteños, nos veían más como un provinciano de la República Argentina, antes de saber que éramos Uruguayo. Salvo honrosas expresiones dialécticas, podíamos decir que éramos oriundos de muchas Provincias argentinas. Quizás aún, podamos decirlo. Pero ‘’trancá’’ la puerta, préstame el ‘’gato’’ para levantar el auto y muchas más, eran el ‘’deschave’’ de nuestra nacionalidad. En la mesa de café, donde todos hemos arreglado el mundo, pero jamás nos escucharon y muchos se quedaron peleando porque alguien le escuche, ya la diferencia era notable. Un uruguayo tenía ideas, los porteños tenían ‘’intereses’’, un uruguayo era y es de un color partidario, ama su historia y tiene argumentos para defender las posiciones, el ‘’porteño’’ es un ‘’surfista’’ que trata de ir montado en la ola, para subirla y bajarla, cuando a él le convenga. El uruguayo pelea por los intereses comunes hacia su colectividad, el porteño navega ‘’putiando’’ contra los intereses adversos que lo afligen y aplaudiendo los intereses favorables que los favorecen. El uruguayo aprendió de muchos ‘’caudillos’’, desde el barrio o el Pueblo, hasta esos ‘’monstruos’’ como el Dr. Luis Alberto de Herrera, José Batlle y Ordoñez, Daniel Fernández Crespo, Wilson Ferreira Aldunate, Julio María Sanguinetti, Jorge Batlle, por nombrar a los protagonistas importantes y que hasta los propios ‘’porteños’’ saben de quien se habla. Aprendió generando su propia cultura, que emana de la ‘’ética’’ de cada cual y que son ejemplos, para una mentalidad acomodaticia y destructiva, como la porteña. Una mentalidad que no puede construir modelos, porque cuando las han tenido ejerciendo su profesión o cargo, lo mejor es destruirlos para no contagiarse. Así destruyeron al mejor modelo de político, incorruptible, demócrata y perseverante, que falleció hace pocos días y muchos argentinos comprendieron que habían perdido el eslabón de la ética que ha desaparecido en la ciudadanía argentina, agredida por la corrupción desde arriba, que de forma permanente avasalla la integridad democrática de los individuos y de las instituciones. El error del Dr. Alfonsín, para los porteños y que más aplaudimos los uruguayos, fue su apoyo irrestricto a la vuelta a la democracia en Uruguay, la pluralidad en el apoyo a todos los Partidos Políticos de Uruguay, sin ningún hecho o interés de intromisión. El peor pecado del ex Presidente, fue ser pluralista y democrático, ético e integracionista. Recibiendo como premio, todos los golpes bajos, que son interminables de contar, sobretodo los del último año de su gobierno, responsabilidad de quien hoy debe acudir periódicamente a los Tribunales por las causas chicas patrimoniales y aún no por las grandes de desestabilización a un Gobierno constitucionalmente electo. Esa ansiedad del ‘’porteño’’, por ser, tener, poseer, dominar, Ser, le va llevando por un camino riesgoso, al cual la ‘’Monarquía K’’ los dejará en las puertas de una inestabilidad impredecible. La ansiedad ‘’porteña’’ y la ‘’parsimonia uruguaya’’ son la gran diferencia. Ningún uruguayo se aclimata al achicamiento, cuando siente que su opinión, voz, actividad o vida, comienzan a ser coartadas, el porteño siempre acepta ‘’órdenes superiores’’. El uruguayo aprendió que nuestra miniatura territorial, exigió a ilustres individuos, pelear en trincheras muy inhóspitas, donde la única herramienta perseverante era, fue y es, la ética. Nada más rica que la historia, revisarla y comprobar la razón por la cual ‘’Leandro Gómez’’ muere, da su vida a favor de la Independencia. La ‘’barbarie’’ del porqué de la guerra en 1904. El levantamiento en armas de Aparicio Saravia y las razones por las cuales deja su vida en servicio a los derechos, que los uruguayos obtuvieron después. Nada más rica que la propia historia de don José Gervasio Artigas’’, leerla una y otra vez, nos hará comprender donde se apaña la diferencia y por qué los uruguayos abrazamos banderas, siempre y cuando éstas, sean éticas. Comprendiendo, que los grandes constructores de nuestra idiosincrasia, expusieron su vida y sus principios, a favor de una mezcla que originó la ‘’uruguayés’’.
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