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Al revés
por Dr. Francisco Gallinal
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Las acciones desarrolladas por el INAU la semana pasada en el departamento de Flores, pusieron nítidamente de manifiesto los errores garrafales y los riesgos, especialmente para los bebés y niños a quienes presuntamente se procura proteger, contenidos en el proyecto de ley que ya cuenta con media sanción del Senado, referido al Código de la Niñez y la Adolescencia. Al mismo tiempo, resalta ante la opinión pública y deja un mal sabor de boca la actitud arrogante y avasallante de la Institución y del gobierno frenteamplista.
En efecto, este proyecto entroniza al INAU, lo convierte en la mano todopoderosa que da o quita a quienes aspiran a adoptar bebés y niños, dado que le otorga el monopolio en la decisión de quiénes van a poder hacerlo. No conforme con esto, además la norma proyectada establece la obligación de denunciar ante dicha Institución todos los casos en que exista tenencia de menores que no haya sido previamente consentida por dicho Organismo.
Vamos a traducir: simple y llanamente, ninguna familia en el Uruguay podrá criar a una criatura si, antes, no lo decidió el INAU, en otras palabras, el propio Estado. Y en aquellos casos que sean denunciados, en aquellas situaciones en que se proceda sin dar cuenta y tener la aprobación del organismo, este procederá sin más trámite a retirar al niño del hogar adoptivo y entregarlo al que considere conveniente.
Así es, en este plano concreto y preciso, el Estado aparecería predominando sobre los individuos sin tener en cuenta en definitiva los intereses de quienes son objeto central de la preocupación, los niños a ser adoptados.
Acá estamos frente a una cuestión de valores y principios. Creemos que el Estado tiene un rol muy importante a cumplir en el conjunto de la sociedad, siempre desde el ángulo de contribuir a impulsar y potenciar las capacidades de las personas individuales y de los emprendimientos colectivos, en el marco de la igualdad de oportunidades y con las salvaguardas regulatorias indispensables. Lo que no debe hacer es empezar por asumir de entrada y como presunta mejor solución frente a los problemas, sustituirlas en iniciativas y ejecución. Los menús “oficiales” siempre son pobres, asfixiantes, frente a las infinitas posibilidades de creatividad de los individuos operando en libertad, y a la corta o a la mediana terminan siempre de la misma manera: minando a la propia democracia. Este principio esencial de nuestro modelo de país nos diferencia de la actual administración, que apunta casi siempre, y bastante mal, al estatismo.
Véase cómo se lleva a la práctica ese estatismo: en una actitud autoritaria y totalitaria, el INAU decidió la semana pasada comparecer ante el Juez de Flores, para solicitar que se quitara un bebé a una familia que – con el consentimiento de la madre biológica - ejerce su tenencia desde hace tres meses. El Juez, con sano criterio y muy buena filosofía, desestimó el pedido de dicha Institución y decidió que el niño permaneciera en el hogar que lo ha cuidado casi desde su nacimiento. Que, y este es un dato clave para el análisis, todo el mundo en Flores reconoce que retrata de una buena familia, de gente trabajadora y muy respetada en la ciudad.
Pues bien, si el proyecto de ley que se sancionó en el Senado y que tanto cuestionamos, hoy estuviera vigente, el Juez de Flores se habría visto obligado a hacer lugar al petitorio, retirar al niño del hogar adoptivo y ponerlo a disposición del INAU, sin tener en cuenta todas las circunstancias relevantes para el caso, en primer lugar las condiciones de crianza del niño adoptado.
Eso, que de por sí ya es grave, es más grave aún si estudiamos la actitud del INAU, que denota que el aparato institucional, poco preocupado por la suerte de esos niños concretos, ha privilegiado sus intereses de perdurar y ganar espacios de poder, sobre los de los menores. En vez de empezar por hablar con la familia, investigarla e interesarse por la suerte del niño, estudiar los antecedentes de los adoptantes, verificar que el bebé estuviese bien cuidado, alimentado y protegido, en suma, verificar lo esencial, en la clásica prepotencia totalitaria directamente planteó una acción de amparo pidiendo que le quitaran al niño a su familia adoptiva, independientemente de su situación.
Así, pues, lo del título: la cosa es al revés.
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