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Bochorno y más bochorno
por Walter Sánchez Sedez (Perfil)
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Bochorno en Diputados, bochorno en el Senado, bochorno en el gobierno, manotazos de ahogado de los sectores políticos del gobierno y de muchos de sus dirigentes al percibir que se acerca el final del cuarto de hora para el progresismo… y sus negocios y, lo que es peor: el oportunismo de los hipócritas trasvestidos del partido Comunista, desentendiéndose falsamente del Poder Ejecutivo planteando una “cuestión de principios” para no acompañar la ley de Educación, cuando este partido ofende con su comportamiento, el contenido de la palabra PRINCIPIO como elemental norma o idea que rige el pensamiento o la conducta, comportándose metafísicamente en la dualidad de reconocer que “una cosa sea y no sea al mismo tiempo” y; del contenido de la ETICA, si tomamos en cuenta que la misma es entre otras cosas, un conjunto de normas morales que rigen la conducta humana.
La síntesis perfecta y aquí está la razón del apoyo que le manifiestan hoy al Senador José Mujica y al MPP con un singular sentido del oportunismo y con una clara transpiración “antiastorista”, es que el partido Comunista termina afiliándose y adoptando la teoría de: “como te digo una cosa te digo la otra”.
El episodio de ayer en el Senado al aprobarse la ley de Educación genera en mi fuero más intimo, recordar algunos pasajes del contenido del libro que nos regalara el maestro Miguel Soler Roca en 2005: “Réplica de un Maestro agredido”, “Educar en Uruguay: de la construcción al derribo, de la resistencia a la esperanza”.
Descarto, y lo digo sin vanidad, que estimo que ni siquiera el 10 % de los legisladores se hayan interesado por tal propuesta y por la historia (compartida o no) que sus páginas ilustran. De lo contrario, esta ley nunca hubiera llegado a plasmarse de esta forma.
El mismo Miguel Soler, quien reside en España desde hace años, participó de la discusión aportando su experiencia pero observando que de lo plasmado por todos los actores que participaron de la discusión y el intercambio, poco contiene el mensaje del Poder Ejecutivo.
Lo que sí hubo ayer fue una nueva y desmedida actuación de un policía, esta vez de la guardia personal del vicepresidente Rodolfo Nin, actuando inadecuadamente en la Barra del Senado. Confieso que me he tenido que retirar en muchas oportunidades de las Barras en el Parlamento cuando estas han sido desalojadas, pero nunca en un episodio como el de ayer donde el fantasma de Pacheco Areco estaba sentado en la presidencia del Senado.
El Parlamento tiene los suficientes funcionarios y con la adecuada capacidad para invitar a los asistentes a retirarse del recinto como ha sucedido a lo largo de la historia y con las “Barras” llenas; pero el vicepresidente (una vez más erróneamente) mandó a uno de sus patovicas a disuadir (quien jamás debió haber estado allí) de una forma que el Parlamento no conocía, generándose lo que finalmente sucedió. De todas maneras lo premiará con una medalla de plata y un tirón de orejas, por haberse perdido la oportunidad de obtener una de oro si hubiera usado su arma de reglamento, accionándola ante los manifestantes.
Es cierto, allí habían menos de medio centenar de personas y es posible que no fueran representativos ni de los gremios de la enseñanza ni de la enseñanza en general y algunos en particular espero no sean representativos de ninguno de los dos, pero aún en su error, la forma de desalojo no es la correcta y el vicepresidente lo sabe muy bien; como también puedo categóricamente afirmar que las cien personas que concurrieron a la sede del Frente Amplio, también ayer, no representan, por más espíritu frenteamplista y buenas intenciones o expresión “reeleccionista” de Vázquez que no de la “reelección”, al millón ciento veinticuatro mil setecientos sesenta y un votos que el EP-FA-NM obtuvo el 31 de octubre de 2004.
Expresado esto, los medios de comunicación y el país entero hablarán hasta el fin de semana de los sucesos en la Barra del Senado. En el exterior se observará que a falta de fines de semana de fútbol con violencia, la misma, cambiando de escenario, se traslada al Parlamento, en este caso por ineptitud de quien preside el Senado de la República.
Lamentablemente no se hablará del contenido de la ley y me parece responsable citar aquí la postura del senador Ruperto Long con respecto a su tratamiento: “Parece una falta de criterio para el bien del país no haberle dedicado a esto el tiempo que se requiriera. Aunque no se hubiera llegado a un acuerdo pleno, los proyectos se mejoran enormemente y baja el nivel de conflictividad, es algo que uno ha aprendido de ver acá cómo se procesan las decisiones. Cuando usted le invierte unos cuantos meses, puede llegar a un acuerdo completo, y si no llega, por lo menos se llega a un acuerdo parcial, y seguramente contempla iniciativas de todos los actores, no sólo de los partidos políticos, entonces el conjunto de la sociedad queda más satisfecho”. “Durante 16 meses se realizaron asambleas para recoger los puntos de vista sobre el tema; luego el MEC trabajó durante un año en solitario, sin consultar a nadie; después el Frente dedicó seis meses al debate interno sobre el asunto; y finalmente, la Comisión del Senado dedicó 18 minutos al tratamiento del proyecto: toda una desproporción.” Señalando además el Senador, algo que el Poder Ejecutivo sabe, que las autoridades de la enseñanza saben y que la bancada oficialista de ambas Cámaras saben: “el proyecto no cuenta con el visto bueno de los gremios de la enseñanza ni de la Universidad de la República.”
Nuevamente “Mesías” Vázquez es el único y absoluto responsable (con sus amanuenses actuando) de la situación interna en el Frente Amplio; de lo que sucede en el Parlamento y; de la “carnicería” que se desatará hacia las internas y de la cual no me tendrá como participante. Espero, al igual que lo hizo con su renuncia al Partido Socialista en virtud del contenido de su carta, que ahora ante estos nuevos episodios, renuncie al Frente Amplio; si no lo hace y quizás sea lo que busca, sabrá entonces el señor presidente que serán muchos los que renunciarán a la fuerza política que lo sentó en el sillón presidencial.
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