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Año V Nro. 363 - Uruguay, 13 de noviembre del 2009
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Cuando la primera presidencia de Juan Perón estaba a punto de finalizar, y desde el poder se utilizaban métodos abiertamente represivos contra la oposición, el presidente argentino escribió en las páginas de un periódico: "El pueblo debe saber que si se altera el orden, si hay atentado o asesinato, su reacción ha de dirigirse sobre los verdaderos culpables y dar un escarmiento que, por ejemplar, se recuerde por varios siglos". Desde entonces la frase de hacer tronar el escarmiento tiene claras resonancias de violencia política en Argentina. La intervención de Hugo Chávez en su programa semanal "Aló presidente", del pasado domingo 8 de noviembre, tuvo características semejantes. La brutalidad con la que el caudillo bolivariano aludió a un probable enfrentamiento bélico con Colombia no dejó indiferente a nadie. Se puede coincidir o no con las palabras del comandante Chávez, pero quedó claro que no se anda con medias tintas. Si a comienzos del siglo XXI el entonces embajador de Estados Unidos en Caracas, John Maisto, decía que había que atender a lo que Chávez hacía y no a lo que Chávez decía, hoy sabemos que esto no es así y que muchas de sus bravatas terminan convirtiéndose en dolores de cabeza para más de uno. De ahí la necesidad de atender a los actos y también a las palabras de Chávez. Y éstas, precisamente, fueron bastante inamistosas, comenzando por aquello de que sí Estados Unidos ataca militarmente a Venezuela utilizando a Colombia y las bases disponibles en ese país comenzaría la "guerra de los 100 años, y esa guerra se extendería por todo el continente". Y esto sería así porque "Venezuela no está sola, tenemos un grupo grande de amigos en este mundo... Que nadie crea que una guerra contra este país será sólo contra Venezuela". En su estilo habitual y pese a que no le gusta en absoluto que nadie se inmiscuya en lo que el llama los asuntos internos de Venezuela, que son casi todos, no hizo lo propio con Colombia. Su falta de respeto fue absoluta: "El gobierno de Colombia no está en Bogotá, ahora está en Estados Unidos... Colombia se entregó. No el pueblo de Colombia, el gobierno y la oligarquía colombiana. Se entregaron sin vergüenza y sin máscaras". No podía ser de otro modo, ya que en su opinión Uribe y sus seguidores son "simples lacayos del imperialismo". La cuestión de fondo es por qué hizo Chávez sus declaraciones en este momento. Como siempre no hay respuestas sencillas, ya que hay argumentos relacionados con la difícil coyuntura interna que atraviesa el país y otros relacionados con el flanco exterior. Internamente no es la primera vez que Chávez agita el banderín del nacionalismo y del antiimperialismo ante grandes dificultades. El victimismo sirve para aglutinar a sus bases detrás de su liderazgo y también para reducir el nivel de las críticas y el umbral del descontento. Externamente hay que mostrar a sus aliados, especialmente a los más leales, a los que han adherido al ALBA (Alianza bolivariana para los pueblos de nuestra América), que no se ha perdido la iniciativa. Los hechos, sin embargo, muestran otra cosa. La evolución de la crisis hondureña puede arrojar un desenlace contrario a sus intereses. Ante tal situación, ante la incertidumbre que provocan las expresiones altisonantes y desmedidas de Chávez no es de extrañar la preocupación de Colombia. El gobierno de Uribe ha manifestado su deseo de resolver las cosas a través del diálogo, pero no habría que descartar alguna aventura bélica por parte de sus vecinos. Se dice que es la ocasión de que actúen los organismos regionales como Unasur o el Consejo Sudamericano de Defensa. Lula dijo que mediaría en el conflicto si ambos gobiernos lo solicitan. Sin embargo, hasta ahora, su gobierno ha sido demasiado condescendiente con las posturas bolivarianas. Es hora de que Brasil se haga oír, tanto da si es potencia o no lo es, tanto da si quiere ejercer el liderazgo regional o no. Fuente: Infolatam
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