El problema es que habla mucho
por Oscar Almada
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Esta categórica frase fue dedicada por el candidato Mujica nada menos que a su amigo Chávez, el dictador venezolano, comparándolo con Castro, que según aquél, habla menos........ ¡Se conoce que no ha estado obligado como los ciudadanos cubanos a aguantarse cinco horas de perorata! Pero a quién en verdad le caería “como anillo al dedo” tal juicio es al propio candidato frentista, que aprovecha todas las oportunidades que se le ofrecen donde quiera que aparezca, para parlotear en su clásico estilo y sin importarle prepararse (pues es un habitual aunque chambón payador) por lo cual suele incurrir en los más gruesos errores o despropósitos, que después se ve obligado a tratar de aclarar, lo cual evidentemente jamás consigue pese a su conocida tendencia a decir tanto una cosa como la contraria.
En un reportaje que le hizo el diario bonaerense “La Nación” en la conocida oportunidad en que viajó a esa ciudad para tratar de conseguir votos y apoyos oficiales, el candidato de la coalición pronunció, aparte de una serie de improperios y términos groseros, una serie de conceptos que la ciudadanía debe tener muy en cuenta y proceder según lo que de ellos pueda deducirse, pues lo contrario sería una extravagante irresponsabilidad
Dijo en síntesis el líder frentista que la violencia en el Uruguay fue muy justificada (e incluso al preguntársele con aviesa intención si había matado a alguien, contestó “No, no le pegué”). Cuando quiso aclarar o arreglar esta incalificable manifestación, argumentó que la respuesta quedaba fuera de contexto y que lo que quería significar era que la violencia era justificada en el contexto de aquel tiempo en que “se venía la dictadura”. Todo el mundo sabe que los tupamaros, Mujica entre ellos, comenzaron su labor insurreccional varios años antes de la dictadura, cuando ni siquiera se pensaba en ella, en el año 1963, en vigencia de un gobierno que fuese cual fuese la opinión que merecía, era democrático y legítimo. Por lo tanto, apareciendo los tupamaros antes de que adviniera el golpe militar, no hicieron sino coadyuvar a que se produjeran las circunstancias que lo impulsaron. Mujica persiste en la posición de NO arrepentirse jamás de lo que hizo, y por lo tanto, su opinión respecto del régimen democrático, de las libertades de los ciudadanos y de las funciones de cada sector de la institucionalidad legal, es francamente adversa y negativa. Esto es muy grave, y marca el claro peligro de que, una vez en el poder, si tal desgracia ocurriera, Mujica adopte nuevamente la postura mesiánica que el M.L.N. tuvo en oportunidad, y proceda en consecuencia.
Pero no es esto todo. Cuando continúa deponiendo, Mujica sostiene que “en la Justicia no cree un c......” y que ella tiene un hedor de venganza “de la p.m. que lo p”. Por lo visto se cree asistido de la misión y de la facultad de aplicar una “verdadera” justicia, ad usum Mujica, o sea, la que él cree apropiada. Obsérvese qué presidente elegirían los orientales y qué podría esperarse de su cumplimiento de la Constitución, de su respeto por la separación de Poderes y de su actitud frente al Poder Judicial. Todo ello sin contar con que no es en absoluto admisible que un candidato a la Presidencia pretenda hacer campaña y obtener votos pronunciando una permanente retahíla de palabras soeces y términos grotescos, como si los uruguayos fuésemos así, una caterva de mal educados. Esto también es muy grave, es una falta de respeto y un desprecio total por sus conciudadanos. Suponemos que a partir de estas declaraciones -aunque en verdad no hacían falta- las empresas encuestadoras pondrán un poco más de cuidado en sus análisis y en sus cifras, porque ya nadie las puede creer. Suponemos también que el compañero de fórmula se sentirá asaz incómodo por tener que servirle de edecán a semejante general. Suponemos que tantos y tantos frenteamplistas honrados y sinceros estarán realmente preocupados por el candidato que seleccionaron. Estamos seguros que estas declaraciones serán el golpe final para que los indecisos y los que prestaron su voto al actual gobierno, resultando defraudados.
Pero no quedó allí la cosa. Por los mismos días se publicó un libro que un periodista de filiación frenteamplista tomó de declaraciones y frases grabadas directamente por el líder, en las que completa su rosario de convicciones anti democráticas, totalitarias y peligrosas para sus conciudadanos. Mujica intentó restarles valor y veracidad, echando malévolamente las culpas al autor, sin lograr convencer a nadie. El propio presidente Vázquez hubo de reconocer que muchas de las declaraciones del candidato son “estupideces” (sic, término que no recordamos haya usado ni siquiera la oposición), y el escándalo dentro del F.A. fue tal que se le encareció al charlatán que cuidara sus expresiones, y que un grupo de dirigentes controla sus dichos. ¿Así lo hará también si es electo presidente? En definitiva, ¿alguien cree honestamente, o racionalmente, que será Astori el que conducirá la economía del país si gana su compañero-enemigo?
En verdad el problema de Mujica no es sólo que habla demasiado.
© Oscar Almada para Informe Uruguay
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