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Un tal Diógenes, el FONASA y el IRPF
por Cr. Ricardo Puglia
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Diógenes el Cínico, fue un filósofo griego quien vivió como un vagabundo en las calles de Atenas, convirtiendo la pobreza extrema en una virtud. Se dice que vivía en una tinaja, en lugar de una casa, y que de día caminaba por las calles con una lámpara diciendo que “buscaba hombres” (honestos). Diógenes afirmaba que la virtud es el soberano bien. La ciencia, los honores y las riquezas son falsos bienes que hay que despreciar. El principio de su filosofía consistía en denunciar por todas partes lo convencional y oponer a ello su naturaleza.
La expansión de la actuación pública tomó en el Uruguay Vasquizta la forma de programas sociales de bienestar y funciones reguladoras, a través de la creación de agencias e institutos con diferentes objetivos y una multiplicidad y superposición de funciones. El socialismo Vasquizta-Frentista y Sindical, intelectualmente insolvente, luego de ser demolidos por más de cien años sus argumentos para socializar los medios de producción, intenta hoy socializar los resultados de la producción sin tener en cuenta la inversión necesaria en bienes de capital material y humano.
De a poco se están dando dos fenómenos contradictorios, la amplia insatisfacción por los resultados y la presión constante para aumentar los presupuestos – más impuestos-. Si bien los objetivos propuestos han sido bien intencionados, sus resultados han sido decepcionantes. Los presupuestos del mal llamado gasto social crecen y como ejemplo de ello podemos mencionar al FONASA, donde el Estado se hace cargo de una mayor proporción de los gastos sanitarios de los habitantes, y los pacientes y médicos se quejan del aumento de los costos y la creciente impersonalidad de la medicina – más colas, esperas, demoras, etc -. En la Educación a pesar del aumento presupuestal, los resultados académicos y curriculares alcanzados por los estudiantes han disminuido.
El fracaso en que se encaminan estos programas, - incluidos los del MIDES - , no han alcanzado sus objetivos, y sería necesaria una lámpara muy potente para que un Diógenes actual encontrara a alguien dentro de las filas gubernamentales a quien votar.
Los trabajadores que pagan el IRPF – Impuesto a los Ingresos de las Personas Físicas –sobre sus salarios no tienen ninguna garantía que recibirán estos supuestos beneficios cuando se retiren. Esta mal entendida solidaridad y equidad entre generaciones se imponen a generaciones que no pueden dar su consentimiento. La promulgación de diversas leyes laborales en este período, tienden a disuadir a los empresarios a contratar nuevos trabajadores y el IRPF desanima a estos a trabajar más. Los trabajadores actuales pagan impuestos para financiar los pagos a otras personas que no trabajan y una vasta burocracia se dedica más al papeleo que a servir a la gente. De hecho los salarios públicos han crecido más que los privados. Hoy nuestra sociedad está dividida entre aquellos ciudadanos que reciben ayuda y otros que la pagan.
© Cr. Ricardo Puglia para Informe Uruguay
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