|
|
|||||||
|
Año V Nro. 360 - Uruguay, 16 de octubre del 2009
|
|
Como ya se sabe, no existe en la actualidad un sistema a prueba de idiotas. Cuando digo esto, me estoy refiriendo a alguna complicada y muy onerosa combinación de tecnología y disciplinas múltiples, que sea capaz de poner a los seres humanos a salvo del principal producto de exportación de los idiotas, que consiste, ni más ni menos, en un impresionante cúmulo de idioteces de toda índole y de los más diversos volúmenes. A lo largo de la historia —desde unos seis o siete mil años a la fecha— se ha pretendido, en multitud de ocasiones, inventar un sistema como ése, pero, ¿saben qué? ¡Todos los sistemas ideados por los mejores cerebros de la Humanidad terminaron fallando lamentablemente! ¿Y quieren saber por qué única razón? ¡Pues porque los idiotas son muy ingeniosos! ¡Y gracias a ese diabólico «ingenio», son capaces de hacer trizas cualquier sistema a prueba de idiotez, por inteligente o sofisticado que pudiera ser! He meditado mucho a ese respecto, porque a estas alturas resulta evidente que vivimos en un mundo plagado —y en parte dominado—, entre otras lacras abominables, por la más suprema de las idioteces. Y llegué a la conclusión de que, para prevenir sus idiotescas acciones, los idiotas deberían ser detectados con una antelación suficiente como para tener la mínima posibilidad de elaborar medidas urgentes de defensa contra ellos. Y creo que, ¡Eureka!, lo tengo… He ideado un sistema sencillo para detectarlos, que consiste en un breve test, que está estrictamente basado en contestar una antiquísima adivinanza. Veamos. …¡La prueba! Tomando como base la vieja adivinanza: «Pérez anda, Gil camina, tonto es quién no adivina»… Se procederá, ¡escrupulosamente!, a realizar un test, que tendrá como base a los parámetros que se detallan a continuación. 1) La normalidad Será declarado dentro de los límites de «lo normal», todo aquel individuo que, al serle planteada la antedicha adivinanza, alcance (sin ayudas externas, ni soplos furtivos, ni papelitos escondidos en la manga, ni mucho menos infidencias de quienes estén supervisando la prueba) los siguientes resultados:
* Adivinar la respuesta en un lapso de entre 2 y 5 segundos: Normal. 2) La ambigüedad Será declarado dentro de los límites de «lo ambiguo», todo aquel personaje que, al serle planteada la adivinanza, alcance a farfullar las respuestas que siguen, u otras de inquietante semejanza: * Intentar como respuesta, después de 45 minutos: «¡Pérez y Gil!». 3) La subnormalidad Será declarado completamente fuera de los límites de «lo normal» o de «lo ambiguo», », todo aquella entidad que, al serle planteada la adivinanza, alcance los siguientes resultados: * Éstos consistirán en contestar, después de 140 ó 150 minutos de ardua meditación, cualquier vocablo, monosílabo, gruñido, frase, gañido, diptongo, triptongo, carraspeo, interjección o sonido que difiera, siquiera levemente, de la palabra: «¡Perejil»… 4) Notas adicionales * La acción de babearse durante lapsos superiores a una hora, mientras se intenta encontrar la respuesta, es considerada como un signo de comportamiento «perturbador». * La acción de rascarse la cabeza con la punta de un bolígrafo, durante los 90 minutos de vacilación en pos de la respuesta, se considera como un «índice poco alentador». * La acción de interrumpir, con frecuencia morbosa, los 180 minutos que se ha tardado en pensar la respuesta para dar manotazos al aire, alegando la presencia en la habitación de «enanitos verdes que flotan y se burlan», será considerada, de manera automática, como un «indicio desalentador». * La acción o intento de clavar el bolígrafo o cualquier otro objeto de similares características —por ejemplo, una bayoneta— en los ojos de otros participantes, será objeto de inmediata reprobación, y también dejará al infractor bajo una severa sospecha de «irregularidad».© Fernando Pintos para Informe Uruguay
|