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Apabullar para vencer 1
por Nelson Maica C. (Perfil)
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¿Es posible? Lo estamos presenciando todos los días en los últimos diez años. Seguimos observando y sintiendo en carne propia todo tipo de argumento sin son ni ton, sin fundamentos, algunas veces da la impresión, de que ni siquiera aparece en el lenguaje, frases huecas, anécdotas, cuentos, historias falsas, citas incoherentes, hechos que no caben en la imaginación.
Todo ello como una manera, una forma, un ardid, contra los resistentes, contra los oponentes, contra los indiferentes, contra quienes no los quieren, anticipándoles cualquier debate, fijándoles el rumbo a seguir, el camino que a el conviene y así dar la sensación, la impresión, sobre todo a los extranjeros y al mundo exterior, de que hay discusión y de que, aun los oponentes, discuten y, sobre todo, están de acuerdo con el.
Ejerce una total dictadura de medios de comunicación. Cadenas mediáticas en todo momento y ocasión y, sobre todo, los medios públicos al servicio de un solo partido político, el regentado desde el gobierno. Los órganos supervisores, contralores y sancionatorios, bien, gracias, de rodillas, uniformaditos y aplaudiendo y con gran sonrisa.
Método viejísimo y manido; pero que todavía, en las sociedades como la nuestra, en pueblo como el nuestro, a algunos, le dan resultado y a otros no. Presión psicológica sin seguir, aparentemente, ninguna lógica. Es una verdadera tragedia para un pueblo. Hay muchísimo profesional embaucado con esto. Parecen pingüinos y/o focas robóticas, uniformaditos.
¿Se hará permanente? Es permanente. Lo importante, por ahora, es identificarlo, denunciarlo y afrontarlo, quitarle la mascara. Debemos clarificar, previamente, y aquí van unas ideas, van dos: argumentum ad hominem y falacia ad hominem. Ambas tomadas de Wikipedia, la enciclopedia libre. Web.
Argumentum ad hominem: “Argumento dirigido a la persona” (traducción del latín), es un tipo de razonamiento que se construye a la medida de la persona a quien se dirige, apoyándose en las convicciones del interlocutor. No debe confundirse con “la falacia ad hominem”, que no pretende argumentar sino atacar o descalificar al adversario.
“Los clásicos denominaban al “argumento ad hominem” con la expresión “argumentum ex concessis”, es decir, que usa en su favor los argumentos aceptados o concedidos (ex concessis) por el interlocutor. Fue John Locke (creador de los argumentos en ad) quien lo renombró como ad hominem. Un ejemplo muy conocido es el de Tito Livio refiriéndose a la forma en que Aníbal persuadía a sus hombres:
Aníbal [tras cruzar los Alpes], empleó toda clase de exhortaciones para animar aquélla confusa mezcla de hombres que nada tenían en común, ni la lengua, ni las costumbres, ni las leyes, ni las armas, ni los trajes, ni el aspecto ni los intereses. A los auxiliares les habló de alta paga por el momento y ricos despojos en el repartimiento del botín. Hablando a los galos, avivó en su ánimo el fuego de aquel odio nacional y natural que alimentaban contra Roma. A los ojos de los ligures hizo brillar la esperanza de cambiar sus abruptas montañas por las fértiles llanuras de Italia. Asustó a los moros y númidas con el cuadro del cruel despotismo con que los abrumaría Masinissa; y dirigiéndose a los demás les señalaba otros temores y otras esperanzas. A los cartagineses habló de las murallas de la patria, de los dioses penates, de los sepulcros de sus padres, de sus hijos, de sus parientes, de sus esposas desoladas.
Tito Livio, XXX
Por ejemplo, como señala Schopenhauer parafraseando a Aristóteles, si el interlocutor «es partidario de una secta con la que no estamos de acuerdo, podemos utilizar contra él las máximas de esa secta como principia».[1]
Los tratadistas consideran que el argumento ad hóminem es un recurso que se utiliza con fines prácticos (en discusiones filosóficas, jurídicas, políticas, etc.) siempre que se pretende persuadir a alguien de algo, lo cual exige compartir con el auditorio algunas de las premisas, aunque sea de forma solo teórica:
Las posibilidades de argumentación dependen de lo que cada uno está dispuesto a conceder, de los valores que reconoce, de los hechos sobre los que señala su conformidad; por consiguiente, toda argumentación es una argumentación "ad hominem" o "ex concessis".
Chaim Perelman. Seguiremos en el próximo.
Nota: . ¿A quien pretenden engañar con esas firmas chimbas? ¿Para quién el show? ¿Para “de cumbre en cumbre”? ¿Para impresionar a Brasil, a México y a Chile, los lideres políticos y económicos de la región? ¿Para desvirtuar los informes del G2 sobre su declinante liderazgo y popularidad y competencia en el cumplimiento de cuanto se le manda a realizar? ¿Preparando la huida de muchos de sus seguidores y buscándoles cargos en los organismos regionales a constituir? ¿Detener la avalancha silenciosa de renuncias a su “proyecto socialista, comunista, colectivista que ya no aguanta otra mascara mas?
“Algunas personas son tan falsas que ya no son conscientes de que piensan justamente lo contrario de lo que dicen”.
Marcel Aymé (1902-1967) Narrador y dramaturgo francés |
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Caracas, Venezuela, 13/12/08.
Ver tambien Apabullar para Vencer II
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