Ocupaciones impiden resultados positivos por Dr. Marcelo Gioscia Civitate

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         Las relaciones entre trabajadores y empresarios se tensaron con la masiva ocupación de ciento cincuenta empresas vinculadas al gremio de los metalúrgicos por un lapso de 24 horas, en que se cumplió un paro de actividades dispuesto por la Unión Nacional de Trabajadores del Metal y Ramas Afines (UNTMRA). La medida de fuerza adoptada por el sindicato, muy lejos de permitir avances y entendimientos en la correspondiente ronda de los Consejos de Salarios, impide todo avance que verdaderamente apunte a un sano entendimiento entre las partes.

         No olvidemos que, cuando ni siquiera en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se reconocen ni menos legitiman a las ocupaciones como parte del derecho de huelga, en nuestro país, se las adopta como mecanismo de presión, que quienes hacen uso de ellas, buscan luego justificar, como “pacíficas”, intentando vestirlas como si fueran una “extensión” de ese derecho.
Lo cierto es que la medida, que violenta claramente derechos a la seguridad, al trabajo y a la propiedad, contenidos en la Constitución de la República, da mérito para que las partes no lleguen a un acuerdo “tripartito” (trabajadores, empresarios y Ministerio de Trabajo y Seguridad Social) y vencidos los plazos establecidos como límite para obtener consensos, sea el gobierno quien laude por decreto.

         ¿A quien beneficia entonces el trancazo?

         Pues si bien, no podemos admitir las ocupaciones de los lugares de trabajo ni menos aún, que se pretenda justificarlos, (ya que entendemos que no es una extensión al derecho de huelga que nuestra Constitución reconoce), no podemos dejar de considerar que la proximidad del congreso del PIT-CNT es una buena razón para medir en la interna sindical los alcances de esta pulseada.

         No debe desestimarse entonces, que esta medida de fuerza, que según el secretario general del UNTMRA, Marcelo Abdala, “transcurrió sin inconvenientes para las empresas”, tenga su fundamento en la lucha interna dentro del Plenario Intersindical, donde este dirigente pretende hacer prevalecer la confrontación y la tan manida tendencia “clasista y combativa”, frente a otros actores más inclinados a la negociación.

         Sin duda, otro factor a tener en cuenta es la proximidad de las elecciones nacionales del 2009, por lo que el fracaso en la mesa tripartita, puede llegar a beneficiar al gobierno en la medida que por decreto, pospone una discusión o conflicto hasta el año en que deben asumir las nuevas autoridades.

         Y mientras tanto, los uruguayos, seguimos siendo rehenes en forma directa o indirecta, de una situación que debemos padecer en distinto grado. Ya sea con las molestias derivadas del embotellamiento de tránsito por los cortes de ruta (que sin ser “piquetes”, impiden la normal circulación), o por la violencia moral que en cada una de las empresas se genera necesariamente entre quienes desean trabajar y quienes prefieren parar las actividades argumentando el reclamo por sus “reivindicaciones y las de sus familias”. 

         Del mismo modo, y con distintos alcances, las recientes medidas que han afectado al trasporte público, los servicios de salud o paralizado los servicios portuarios (con pérdidas millonarias) por más “avisos” que se hagan saber a los usuarios, no dejan de entorpecer el normal funcionamiento de las distintas actividades. ¿Cuáles son las consecuencias?

         Al parecer todo es gratuito. Todo parece reducirse a un cálculo de fuerzas y a un atlético ejercicio de poder.

         ¿Cuándo prevalecerá verdaderamente el interés colectivo? ¿Hasta qué momento la ciudadanía soportará los costos de una dirigencia sindical o política, más preocupada en su interna, que en el mejoramiento de los servicios para quienes en definitiva los necesitan y sostienen?

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