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Escandaloso festejo en vía pública
por Fernando Pintos
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A las cero horas del pasado domingo 28 de septiembre, y respondiendo a tan calurosas como reiteradas exhortaciones de directivos y fanáticos, parte de la parcialidad de la empresa CURCC, Peñarol & Casal S.R.D. (Sociedad de Responsabilidad Desviada) se dio a la civil tarea de desatar un pintoresco escándalo en la noche montevideana. El motivo para el petit aquelarre fue la intención de festejar supuestos «ciento y no sé cuántos» años de existencia, así como su presunta calidad de «equipo más popular de RODELÚ». En el curso de aquella tan deliciosa como delirante fantasía, los antes mencionados (a partir de este momento, se les denominará «manyas») estallaron cohetes, gritaron, saltaron, aullaron, hicieron piruetas, brindaron con bebidas de altísimo octanaje, ulularon y dejaron salir, bajo la luz de la luna y en escandaloso torbellino, las innumerables frustraciones de una década entera sembrada con fracasos, reiterados, de todas las formas y colores imaginables. Ciertamente: esa clase de escándalos colectivos en la vía pública —a los cuales siempre han sido tan afectos los tales manyas— nos recuerdan, hogaño, otros de parecida factura que se perpetraron, antaño pero no tanto, en el ámbito de la Muy Fiel y Reconquistadora. Me refiero, por supuesto, a las celebérrimas y frenteamplísimas caceroleadas de principios de los años 80. Sería de dudar que estuviesen, en aquellos precisos momentos festejando, por anticipado, el empate que algunas horas después iban a arañar frente a Defensor Sporting. Esta última suposición tiene por base el hecho de que: en tan sólo cinco fechas, con un partido perdido por obra y gracia del gángster Líber Corleone Prudente, y para colmo jugando bastante mal, el Club Nacional de Football comparte con Danubio el primer lugar de la tabla de posiciones, con 12 puntos… Siete más que los que, hasta el momento, pudo cosechar la tribu del público aquelarre.
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En fin, que si el asunto consiste en delirar, todo el mundo es libre de hacerlo como mejor le venga en gana. Incluso festejando aniversarios inexistentes, porque al tal equipo de marras —el ya mencionado CURCC/Peñarol— le faltan exactamente cinco años para celebrar un centenario: el de la fusión. O, si se quiere, el primer vuelo de la mariposa, suponiendo que el CURCC hubiese sido una especie de crisálida y su continuador, Peñarol, una mariposa (insecto que está clasificado como lepidóptero )… Si bien, nunca se sabe qué diablos podría emerger desde una crisálida. Bien pudiera ser una polilla, que también integra el orden de los lepidópteros. Pero, si se dieran determinadas circunstancias, ¡hasta podría tratarse de un quiróptero!… El cual, dicho con otras palabras, no es otra cosa que un vampiro sediento de sangre. En cualquier caso, si pretendiésemos contar —utilizando los dedos y cualquier otra cosa que pudiese auxiliarnos— los años transcurridos entre 1913 y 2008, la suma siempre arrojaría un número 95 invariable. Clavado. Inmutable. Y si no me creen, vayan y pregúntenle al viejo y deportivo H.D. (Hermano Damasceno). Aunque también lo podrían averiguar recurriendo al ingeniero Mario Copetti… Digo yo, en mi ignorancia.
Todo lo anterior está relacionado con uno de esos fenómenos de la comunicación posmoderna que contribuyen a interesarme sobremanera. El domingo 28 de septiembre, en ediciones digitales de diarios uruguayos, se publicaron informaciones relacionadas con lo antedicho. Y algunas de esas notas provocaron algunos comentarios de los lectores verdaderamente… Beligerantes y encendidos por la pasión. Como de costumbre, algunos de esos personajes a los que hemos convenido en llamar «manyas» participaron con comentarios tan jacarandosos como ofensivos para con el glorioso Decano del fútbol uruguayo (me refiero, of course!, al Club Nacional de Football). Y frente a esa pléyade de cretinadas, infamias, injurias y patanerías, decidí intervenir con algunos leves comentarios que, renglón seguido, transcribiré para el regocijo de mis correligionarios bolsilludos y el rechinar de dientes entre aquéllos que ya sabemos:
El primer comentario. «…Un saludo cordial para el cuadro fusionado. Me refiero, por supuesto, al 95 aniversario del CURCC/Peñarol, equipo que tantas alegrías nos ha dado a los bolsilludos en los últimos diez años. Que sigan fracasando eternamente y hundiéndose (todavía más) con cada primavera. Ciertamente, que siendo, los fusionados, un equipo de extranjeros, extranjeroides y extranjerizantes, y habiendo tomado el Club Nacional de Football, por honor a su nombre y filosofía los gloriosos colores de las banderas de Artigas y los Treinta y Tres Orientales, ellos, como contrapartida, tuvieron que adoptar sus colores de una historieta: los del canario Piolín y el gato Silvestre. Y ni siquiera les faltó el Conejo de la Suerte, porque recordaremos que muchas veces su color grisáceo engalanó a los arqueros del fusionado».
El segundo comentario. «…De manera que, anoche, la placidez nocturna de Montevideo se pobló con disonantes cacareos. Bueno, déjese que las batarazas festejen. Que ya van a ir a parar, una vez más, como en toda la última década, a la Fonda del Pinchazo, donde se suele regalar a los comensales con un caldo de gallina gordo y sustancioso. Que sigan cacareando, mientras puedan, las batarazas alborotadas, y que de paso también engorden. (Nota: la Fonda del Pinchazo tiene ya varios socios como dueños: Están el de la Curva, el de la Cuchilla, el Tuerto y el Picapiedra, además del Bolsilludo… Visto lo cual, va siendo hora de que la transformen en una Sociedad Anónima)… Je, je, je…».
El tercer comentario. «…Desde varias décadas a esta parte está científicamente comprobado que la condición esencial para ser hincha de Peñarol consiste en padecer una serie de dramáticas alteraciones de la psiquis y desarreglos emocionales diversos. Entre todas esas dolencias figura, en lugar de privilegio, una llamativa ausencia de identidad (si no padecieran de eso, serían hinchas de Nacional o de cualquier equipo decente). Y podríamos agregar, a ese complejo cuadro clínico del manya vocacional, dolencias tales como esquizofrenia irrestricta, delirio de persecución intermitente, neurosis recurrente, envidia del pene agravada con tendencias criminoides, megalomanía exacerbada, etcétera. Pero, visto el patético escándalo de la Hora Cero de hoy, parecería que ya cayeron víctimas de un nuevo y peligroso mal, que siempre llega vinculado con un pertinaz rechazo frente a la verdad históricamente documentada: el Delirium Tremens… Bueno, que sigan cacareando, nomás. Es lo único que les va quedando a estas alturas: cacarear».
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Final con estrambote. En la edición digital del diario «El País» correspondiente al lunes 29 de septiembre de 2008 (día de ñoquis), en un artículo firmado por TACU / DNROY, el cual se tituló «Defensor y Peñarol protagonizaron un buen partido, pero sin gol», se incluía la observación siguiente, que reproduciré textual: «11 partidos sin victorias ante Defensor
Sporting en el Centenario y por el Uruguayo, suma ya el equipo de Peñarol». Y no vengan ahora con que yo me lo inventé. «El País» dixit.
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