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Tres amigos están conversando en un bar sobre sus esposas.
Uno dice:
- Anoche le dije a mi mujer que en la casa yo era quien mandaba. Ella no estuvo de acuerdo, así que nos sentamos a hablar, y decidimos tomar las decisiones entre los dos.
El segundo dice:
- Pues anoche le dije a mi mujer que en la casa yo era quien mandaba. Ella no estuvo de acuerdo, empezó a gritarme hasta que me cansé y le dije que hiciera lo que quisiera.
El tercero se queda en silencio, hasta que los otros le preguntan:
- ¿Y tú no tienes problemas con tu mujer?
- Bueno, anoche le dije a mi mujer que en la casa yo era quien mandaba. Ella no estuvo de acuerdo, pero en media hora ya la tenía caminando a gatas por la casa.
Los otros estaban asombrados:
- ¿Y entonces qué pasó?
- Bueno... entonces ella gritó: ¡Sal de debajo de la cama y pelea como un hombre!
La mujer está desnuda, mirándose en el espejo de la habitación.
No está feliz con lo que ve y dice al marido:
- Me siento horrible; parezco vieja, gorda y fea. Realmente preciso de un elogio tuyo.
El marido responde:
- Tu vista está cerca de la perfección.
Un rico hacendado permanece de pie en el vestíbulo de su casa leyendo una carta con gesto sumamente preocupado.
“Señor X, ya le hemos avisado más de una vez y usted parece no hacerse cargo de la situación en que se encuentra. Este es el último aviso: si en plazo de 24 horas usted no ha depositado los cincuenta millones dónde usted ya sabe, nos veremos en la desagradable necesidad de proceder a soltar a su suegra”
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En el patio de un manicomio se encontraba un grupo de internos que se reían a intervalos. El director que hacía sus rondas se acerca curioso para ver que era lo que sucedía. Al acercarse, ve que un loco dice un número: ¡Doce!, e inmediatamente el resto del grupo se comienza a reír. Al acabar las carcajadas del grupo, otro de los del grupo dice otro número: ¡Treinta y dos!, obteniendo, nuevamente, el mismo resultado del grupo ahí
congregado, que se suelta a carcajadas. El director les pregunta:
- ¿Qué es lo que está sucediendo?
A lo que uno de sus pacientes le contesta:
- Estamos contando chistes.
Aún más curioso, el director comenta:
- ¡Pero si sólo están diciendo números!
A lo que el mismo paciente le explica:
- Lo que pasa es que nos sabemos tantos chistes, que los hemos enumerado para ahorrarnos el tiempo de contarlos.
Ponderando esta explicación, el director decide probar su suerte y dice:
- A ver, dieciocho.
A lo que no recibe respuesta alguna del grupo, sino un silencio absoluto.
Anonadado vuelve a intentar.
- Veintidós.
Obteniendo la misma silenciosa reacción. Desesperado comienza a decir números uno tras otro sin lograr sacarle a ninguno de sus internos la menor sonrisa, hasta que por fin les pregunta:
- ¿Pero qué pasa? ¡Les he contado varios chistes y nadie se ríe!
A lo que uno de los locos le contesta:
- ¡Lo que pasa es que usted no tiene gracia para contarlos!
En la sala de espera de la maternidad, un joven recibe la noticia de que acaba de ser padre y cae al suelo redondo. Mientras la enfermera que le ha informado le atiende, sale el doctor con el recién nacido en brazos y, sorprendido al ver al joven desmayado le pregunta a la enfermera:
- ¿Qué ha sucedido?
- Creí que me preguntaba la hora y le dije 6.
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